Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







jueves, 12 de mayo de 2011

RESEÑA: El Coloso de Marusi; Henry Miller

-Rubén C.M-

Henry fue uno de los pocos auténticos revolucionarios que nacen en la Literatura Universal de siglo en siglo. Sus archiconocidos Trópicos (de Cáncer y de Capricornio) levantaron gran polvareda entre el sector más puritano de la sociedad norteamericana de su época, tanto, que sus libros fueron censurados en los países anglosajones por ser calificados de pornográficos. En 1964, la Corte Suprema de los Estados Unidos anula el juicio contra Miller por obscenidad, lo que representa el nacimiento de lo que, más tarde, será conocido con el nombre de revolución sexual. Miller influirá de manera decisiva, entre otros, en los escritores que compondrán a finales de los 50 la generación beat. Llevó a cabo una incesante lucha por derribar los tabúes sexuales que aún persistían en la primera mitad del siglo XX, siendo en este sentido un adelantado a su época y a los escritores que le fueron contemporáneos. Entre su bibliografía, aparte de su famosa trilogía de “La crucifixión Rosa” (Sexus, Plexus, Nexus), nos encontramos con una obra no del todo conocida, “El Coloso de Marusi”, que se desmarca sustancialmente de los rasgos que caracterizan su estilo.



Versa sobre un viaje que Henry Miller realizara alrededor del año 40 a Grecia, iniciado éste pocos meses antes de que estallara la 2ª Guerra Mundial. Tras decidir tomarse un año sabático, desembarca en Atenas, donde le espera su buen amigo, también escritor, Lawrence Durrell, y donde conocerá a una serie de personajes que representan en diferentes medidas el griego por excelencia, como Katsimbalis, a quien dedicará la redacción del libro. Este se va a caracterizar por tener un tono más lírico y embelesado por el paisaje que contempla, a diferencia de la sordidez y deshumanización que reflejan sus libros anteriores, marcados por la omnipresencia de la terrible urbe. Durante su viaje, irá descubriendo maravillado ciudades míticas del pasado como Micenas, Cnossos o Epidauro, dedicándole a cada una de ellas párrafos de gran altura donde, profundamente inspirado, desata sus características cascadas verbales y surrealistas que alcanzan por momentos el éxtasis espiritual. En ellas encuentra aquel pueblo que en un determinado momento de la historia alcanzó la cumbre de la perfección, cuando los hombres eran dioses en la tierra. Frente a la aparente desaparición de tal espíritu que refleja la decadencia del país, Miller, por el contrario, encuentra con que este aún no ha muerto. Lo encuentra en sus gentes, en sus paisajes, en la potente luz mediterránea que se proyecta sobre sus llanuras y montañas, lo encuentra incluso allá donde la muerte y la desolación hace tiempo que acamparon, sus ruinas. Miller reflexiona sobre la condición humana, sobre su destino y sobre la remota posibilidad de que algún día el hombre abandone su ansia asesina y de destrucción. El fantasma de los EEUU sobrevuela la novela, encarnado en aquellos griegos americanizados con los que se va encontrando, que añoran la tierra del Tío Sam y menosprecian la suya propia, creyendo estúpidamente en el american dream como el único salvoconducto de sus miserias. Es esta gran mentira la que Henry se esfuerza en destapar, la de que los EEUU -o más ampliamente, el occidente- sea el salvador del mundo y no, como realmente es, su más grande destructor.



El viaje como iniciación, como camino hacia la perfección espiritual, del hombre consciente, inteligente, que descubre lo absurdo de la envidia, del orgullo, del éxito, de la guerra, de la prostituida libertad y de la paz engañosa. Siendo la única paz verdadera la que alcanza el hombre por su propio esfuerzo y sufrimiento, una paz que no depende del estado exterior de las cosas sino que germina y fructifica en el interior más profundo del ser humano.

Dejo un fragmento aquí que sin duda a más de uno animará a interesarse por este libro o por cualquiera de los otros que escribió este coloso de las letras:

“Era una de las pocas veces en mi vida que tenía plena conciencia de encontrarme ante una gran experiencia. Y no solamente tenía plena conciencia de ello, sino que sentía una enorme gratitud, gratitud por estar vivo, gratitud por tener ojos, por tener en perfecto estado mis pulmones y miembros, por haber vivido en el arroyo, por haber pasado hambre, por haber sido humillado, por haber hecho todo lo que hice, por llegar al fin a este momento culminante de felicidad”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario