Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







lunes, 26 de septiembre de 2011

SINESTESIA


Donde todos ven azul yo veo verde, cuando me dicen eso es verde, entonces yo digo azul. Esta pequeña insignificancia tiene una capital importancia en mis relaciones con los demás.

Desde el principio, no sé cómo, siempre entendí que cuando las personas, mi profesora de párvulos por poner un ejemplo, cuando alguien, cualquiera decía verde en realidad quería decir azul porque se referían a cosas azules como el cielo o el mar, y sin embargo decían verde cuando querían decir azul y a la inversa y así por ejemplo una mañana cualquiera podías escuchar a quien fuera decir que cielo tan verde. Un par de veces que intenté convencer a alguien me di de bruces con la realidad y comprendí que acaso los demás realmente sabían y eran conscientes de que decían verde si se referían a azul y viceversa, que era algo así como una convención social o del lenguaje que yo desconocía, me decían ¿es que no lo ves?, eso después de pensar que era una enfermedad congénita del resto del mundo que eran todos gilipollas. Luego no sé por qué mierda me dio por pensar que tal vez era yo el gilipollas, o incluso el que necesitara un médico, porque puede que por estadística sea más fácil que cuando los demás dicen verde en realidad piensen verde y verde es lo que quieran decir y sólo yo entiendo que habría que haber dicho azul.

Por ejemplo alguien me dice “que azul está el agua” y yo pienso “verde, quería decir verde”. Si digo “¿no querrás decir verde?” entonces me dicen que estoy loco. Y puede que así sea porque donde dicen verde claro yo veo azul cielo y verde psicodélico cuando es azul eléctrico. Si es verde oliva veo azul marino y cuando admiro el turquesa se me hace un lio la cabeza.

viernes, 23 de septiembre de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: El mediodía y la noche


-Africano-


Siempre esperando la gran fiesta. El mediodía, que llamaba Nietzche. Ese momento en el que todos nos reunamos, sin que nadie tenga que hacer un mandado; ir al banco, llevar a la abuela a la policlinica, echar la siesta o recoger unos pantalones de la lavandería... ese momento en el que todos estemos libres de compromisos, obligaciones, responsabilidades. Y entonces descorchar el vino, probar la cosecha, y disfrutar del elixir virgen de la existencia. Un momento así me es casi imposible de imaginar. Siempre que he querido reunir a mis amigos en un intento de llevar a la práctica esta celebración se ha ido al traste por uno u otros motivos. Algunos llegaban con cara de circunstancias, forzados por la situación y casi obligados por haberse comprometido tiempo atrás. Otros se han enzarzado en la vertiginosa actividad de mirar el reloj cada cinco minutos, por otros planes urgentes que debían atender. Otros, a pesar de su juventud, se han retirado apenas comenzado el evento, por cansancio, so pretexto de ir a echar la siesta. Otros, casi forzados por sus novias y en contra de sus deseos han abandonado cuando empezaban a sentir el efecto del veneno en su cuerpo. Otros, estóicos, a pesar de sus nulas ganas del plan, por amor al anfitrión, han aguantado hasta que ya no había más que aguantar y se han marchado libres de pecado. Y al fin me he quedado yo, pasado el mediodía, la tarde y parte de la noche, solo, en un bar, con la rabia rumiándome las entrañas y odiándolos a todos por su incapacidad para ser conscientes de que momentos tal vez no se vuelvan a repetir. De que aunque se repitan estaremos más desgastados, con el alma en carne viva, y sin ganas de fiestas ni que ocho cuartos. Que para entonces nuestro mediodía será un ocaso inexorable hacía la deseseración.

Pero no se puede culpar a nadie de estar absorbido por la vorágine cotidiana. Yo también lo estoy y, a veces, como todos, también pierdo la noción del tiempo. Pero es que es cuando estoy con los amigos cuando todo se me hace presente y taxativo. Que todo es perecedero, que una cara se borra y no vuelve a aparecer jamás, que las risas mutan en rictus, y que para cuando el fin nos esté apretando, el mediodía será casi imposible de alcanzar.

Tanto, que al final solo nos quedará la posibilidad de decir la "frase hecha" de costumbre y que caracteriza al hombre mediocre que jamás quisimos ser:

"Cuando muera me gustaría que todos mis amigos me recibiesen con una fiesta"

Y si tienes suerte y ninguno tiene que apuntalar una nube o llevar a sus hijos al infierno, puede hasta que la tengas.

lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Qué desean tomar?



Un poco de poesía,

A lo sumo un verso,

Un cacho, un trozo,

Un resto.


De primeras un entrante,

Un sabroso bocado pequeño,

Ligero e intenso,

Sencillo y soberbio.


Después un trago,

Un trago largo

Refrescándote

De arriba abajo.


Luego un primer plato,

De cuchara si hace frio,

Ensalada en verano.

Un primero sano.


Una copa de vino,

Para la carne tinto,

Blanco para el pescado,

Rosado para el marisco.


Y un postre suculento,

Tarta y helado,

Café copa y puro

Y un baile lento.


-Fabyo-

Discurso clasista e insultante


-Julio Basurco-

.Anoche apareció en “Salvados” un reputado economista liberal llamado Pedro Schwartz dando su opinión sobre los últimos recortes realizados al sector público. Afirmó, entre otras cosas, que no ve mal que la gente tenga que pagar cada vez que va al médico. Tampoco le tembló la voz a la hora de llamar a las ayudas sociales “simple caridad”, de decir que el subsidio de desempleo debería ser rebajado o de tachar de “envidiosos” a todos aquellos que piden que el Estado apriete un poco a las grandes fortunas. Básicamente, lo que con voz apacible, sosegada y hasta agradable estaba diciendo este tipo es que todo el mundo debe ser igual. Claro, iguales a la hora de pagar, aunque no sean iguales a la hora de cobrar. No estoy hablando de igualdad proporcional sino de igualdad a secas, lo que es realmente lo más opuesto que hay a la auténtica igualdad.



Poniéndonos en un caso práctico, este señor vería bien que un trabajador en paro, cada vez que tuviese que llevar a su hijo enfermo al hospital, tuviera que abonar la consulta en el acto con el dinero que su mierda de pensión y la negativa del Estado a prestarle ayudas no le permite pagar si es que quiere que su familia siga comiendo cada día. Hablando en plata, lo que el señor Schwartz está defendiendo es que todo se amolde a las necesidades de los ricos, esos que no ven problema alguno en que derechos fundamentales como la educación o la sanidad se privaticen, pues sus bolsillos se lo pueden permitir. Está defendiendo que el pensionista, el parado o el trabajador público sean vistos como una carga en vez de como ciudadanos. Defiende que los derechos más básicos sean tratados como negocio cuyo objetivo sea el de enriquecer a su propietario en lugar de servir al ciudadano y que esta vida no sea más que una feroz competición por amasar fortuna.



Lamentablemente, en este mundo cada vez queda más claro que si no ganas pasta estás jodido y discursos como los de Pedro Schwartz apoyan, alaban e intentan justificar esta injusta realidad: si no ganas pasta, estás jodido…porque mereces ser jodido. A partir del 20-N será Rajoy el que se encargue de que la cosa vaya aun peor. Schwartz y los suyos estarán frotándose las manos.

.

domingo, 18 de septiembre de 2011

RESEÑA: Zalacaín el Aventurero; Pio Baroja




-Rubén C.M-

Llegué a Pio Baroja a fuerza de oír su nombre en boca de unos y otros escritores más o menos admirados. Me encontré con él fortuitamente en la estantería de una papelería por el módico precio de un euro. Pensaba que iba a ser uno de esos momentos en los que el destino pone entre nuestras manos un libro que nos cambiará la vida o nos propondrá el descubrimiento de un escritor que transforme nuestra forma de ver el mundo. Puedo apostar a que Pio Baroja debe tener algo de eso, pero no lo he encontrado en Zalacaín el Aventurero. No descarto en un futuro volver a él con la intención de descubrir lo que otros han alabado. Su estilo lacónico y directo no terminó de convencerme, aún siendo yo uno de los más fervorosos seguidores del minimalismo. Su aventura no termina nunca de engancharme, su tono épico tampoco y sus escasos diálogos con frases transcendentales, tampoco. La sensación de acción está más impresa en el ritmo de la narración que en los hechos contados. La aparición de decenas de personajes y de cientos de pueblos vascongados más que dar sensación de aventura abotarga. Se puede leer en el prólogo un comentario del propio Pio Baroja que venía a decir que no era amigo de utilizar palabras enciclopédicas, que se inclinaba por utilizar palabras de uso común; para él, decía, era absurdo emplear palabras que jamás había oído en la calle, en una conversación. Yo, sinceramente, podría mencionar cientos de palabras de Zalacaín el Aventurero que no he escuchado en mi puñetera vida, incluso dudo que en su propia época se tuviese conocimiento de ellas. Me da lastima decirlo, pero no me ha entusiasmado. Cada capítulo está bautizado a la manera del Quijote, para darle más empaque al perfil épico del relato. Vago intento. Y no es porque sea una mierda de libro, ni mucho menos. Es un buen libro. Pero la cagada está en la intención. Y es que Martín Zalacaín está lejos de ser El Cid o El Caballero de la Triste Figura. Difícil empresa.

viernes, 16 de septiembre de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: ¡¡Sálvese quien pueda!!


-Africano-

Puedo imaginar nítidamente la sensación que les debió atravesar las entrañas a aquellas gentes que tuvieron la mala fortuna de estar escuchando la radio cuando Orson Wells tuvo la magnífica idea de relatar en directo la invasión alienígena de la Guerra de los Mundos. Horror, Pánico, Angustia. Cualquier palabra vendría al dedillo para una ocasión así. Pero yo tengo una que podría encajar mejor a tal circunstancia: “Apocalepsia”. Dícese: Colapso, sentimiento abrumador de Apocalipsis inminente.
Tuve esa sensación por primera vez en mi vida en 2001, 11 de Septiembre. Después de ver aquello y, aproximadamente, a lo largo de los 4 o 5 días que le siguieron, tuve la absoluta seguridad de que el mundo se acababa. Así, sin más. Estuve aquellos días profundamente angustiado ante el horror que me producía el que jamás fuese a conocer el amor, el que jamás fuese a tener la oportunidad de tomar a una mujer (mi celebérrima operación de fimosis me lo impedía por aquellos tiempos) o la fatalidad atávica de no tener descendencia, sentimiento más feroz que el miedo a morir ahogado.
Diez años después, justo diez años y un día, de nuevo ese escalofrío estremecedor. Mientras estaba en mi habitación ojeando el diario Marca a través de Internet, feliz y despreocupado, la mongólica de mi novia, a pleno pulmón, ha pronunciado unas palabras que han atravesado mi inteligencia de parte a parte:

“Mierda, una explosión nuclear en Francia”.

Tras estas palabras se ha desarrollado en mi un proceso de transformación en el que he involucionado del homo-sapiens al neanderthal sin escalas, con una subida de la presión arterial y un semi-colapso del hemisferio cerebral izquierdo. Seguidamente, he saltado como un resorte de mi asiento, cual Garra Jaguar, en dirección al salón, con el pelo erizado y la cara como el Cristo de los Faroles. Allí estaba mi chica, con la boca abierta, frente a la pantalla. Decenas de imágenes de diferentes películas han atravesado el cine de verano de mi cráneo (2012, Armagedon, Independence Day, Deep Impact, Terminator II … además de las clásicas imágenes de archivo de Hiroshima y Nagasaki); Un verso de un tango de Gardel ha ido a mezclarse entre ellas: “…pero es que el siglo XX es un despliegue de maldad”; también los Aztecas y sus caras curtidas al Sol, Iker Jimenez frunciendo el ceño y yo mirándolo a él el día que me descojoné escuchando hablar del fin de los tiempos al director de la revista Año Cero. También he tenido tiempo para hacer un análisis a vuela pluma de la situación mundial, las nuevas alianzas que se producirían entre los países occidentales tras la crisis, la venganza, las contra-venganzas, el odio, la sangre, el miedo, el desmoronamiento del orden mundial, el fin de la civilización, el fin de mi trabajo como camarero de cattering en bodas los fines de semana, el hooorror atávico a no tener descendencia…

- ¡Dios! ¿¿cuántos muertos??
- Uno.
- ¿Cómo uno?
- Ha sido una explosión en una central, no una bomba, imbécil.

Y poco a poco, de neantherthal a homo-sapiens, y de sapiens, a subnormal.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Concurso Literario: Editorial ORIGAMI

Editorial Origami convoca su primer concurso literario, y estáis todos invitados a participar.


Las bases, aquí.

www.editorialorigami.com/descargas/Bases.pdf


¡Saludos!

domingo, 11 de septiembre de 2011

A propósito del culo


es un espectáculo poco corriente
un espectáculo incierto
y jamás admirado

nunca en la vida
se repiten dos veces
la misma historia

ni suena igual la música
es sólo una cuestión de tiempo
que vayamos todos a parar al cementerio

no hay que obsesionarse con el tema
pero esto es lo único cierto.
No le des más vueltas.

La cosa es que uno no puede evitar hacerse daño.
es un gen defectuoso que llevamos
y lo hacemos por gusto.

Es extraño
Lo cual me lleva a pensar
en las cualidades del omega 3

que está en el pescado,
en el aceite de oliva
y la leche Puleva también lo lleva

y va estupendo
para el organismo,
como los yogures estos con los que te cagas como un mirlo.

Con los que no puedo,
son esos que llevan tropezones
de supuesta fruta.

No puedo,
me revuelven las tripas.
Maldita sea.

A otra cosa,
ayer le sacamos dos puntos al Barça,
Nadal se plantó en la final y Alonso se ha puesto primero en la salida.

Por si no tienes tiempo de comprar el marca
ahora lo tienes también en Internet.
Ah¡ y que sepas que no está demostrado que las ondas que emiten los teléfonos generen cáncer ni eso que dicen del microondas.

Jodidos ecologistas,
si por ellos fuera sólo comeríamos lechugas,
pero aunque no esté demostrado, yo estoy convencido de que las lechugas también tienen sentimientos.

Pronto una pastilla incluirá en un diminuto pero explosivo bocado
todos las vitaminas y proteínas que necesitamos
y nos reiremos de eso que ahora llaman comida rápida

Nos sentaremos a comer
de vez en cuando, una vez al año tal vez,
por ejemplo en Nochebuena,

Y no olvides lavarte los dientes después
o se te picarán las muelas,
la del juicio sólo en el caso de que lo tengas.

Dicen que ya no nos salen por que no las necesitamos,
porque ya no quebramos los huesos a bocados,
pero yo no estaría tan seguro,

diría que simplemente no nos terminan de salir
porque somos tontos del culo

y aquí termino con una frase que Quentin el rey del taco Tarantino ponía en boca de este negro, cómo se llama? el que hace de chungo en Jackie Brown, Weley Snipes no el otro, es mucho mejor, donde va a parar, un segundo que lo miro en la wikipedia, que no me viene ahora, como es, que salía también en Pulp Fiction, el hijodeputa peligroso, el que recitaba la Biblia (que por cierto busqué el fragmento, Ezequiel 21 si mal no recuerdo, lo tengo grabado por ahí, y no era realmente así, es más o menos así, pero no del todo) que la recitaba antes de tirotear a alguien, joder como es, lo voy a tener que mirar, pero es que no quiero, quiero recordarlo por mi cuenta, lo voy a dejar de pensar un rato que dicen que así es más facil que te venga, pero es que el puto Wesley Snipes se me ha metido en la cabeza y no me lo puedo sacar por las buenas, y por las malas con ese tío nada, pero este que digo es actor de verdad, de los buenos,

Samuel L. Jackson!

¡eso es joder!

y la frase, que me vino a la cabeza cuando mencioné el trasero, las posaderas, el bulla, y con la que el otro día me partía de risa yo sólo en la casa sentao a la mesa, era esta:

"Puede que mi culo esté tonto, pero no soy tonto del culo"

Es la risa. Sólo a Quentin se le puede ocurrir una frase como esta.

jueves, 8 de septiembre de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Mientras tu estás ideando como destruir el sistema ÉL ya tiene pensado la forma de convertirlo en algo guay


-Africano-

Panmierda (Ver definición en la parte superior del blog)

Puesto que el sintagma "sistema democrático" está sufriendo en el último curso un profundo desgaste en el debate político, junto con el apocalítico "tensión de los mercados", voy a rebautizar el termino sustituyéndolo por uno conocido por la mayoría de nuestros parroquianos. La Panmierda. Sería algo así como el hermano tullido del Dios Pan, pues este ente subjetivo llamado sistema democrático actúa con la fuerza omnipotente propia de los dioses.

Me resulta curioso oír hablar a algunas personas refieriéndose a la Panmierda (recuerdese, sistema democrático) como un aparato frío, sin sangre. Como si hubiese sido engendrado por un extraterrestre o hubiese germinado en la huerta de un campesino inglés. Parece que ya no recordamos que este aparato ha sido desarrollado por hombres, a lo largo de siglos de reflexión y como consecuencia de miles de años de evolución. No recordamos, tal vez, que la Panmierda es consecuencia inmediata y fruto de decenas de sistemas destruidos que un día fueron imperantes e igualmente eficaces.

La Panmierda es un organismo de una sofisticación inimaginable e inabarcable, y digo organismo porque se trata de algo vivo. Frente a la rigidez de los sistemas políticos del pasado, este, esta, la Panmierda, es el mayor logro tecnológico de todos los tiempos. Capaz de autoregularse y retroalimentarse con unos matices y una sutilezas de dificil captación por el ojo humano.
Si hay alguien que aún piense que es posible acabar con esta criatura debería plantearse en primer lugar con que medios cuenta y, segundo, cuan lejos esta dispuesto a llegar.

La Panmierda cuenta con un ejercito de esbirros a los que ha incoado de forma más o menos natural una batería de frases y opiniones que aniquilan el juicio del más inteligente pitecántropo:

- Si no votas no tienes derecho a opinar.

- Ahh, no trabajas? O sea, yo pago tu Seguridad Social.

- Que la policía es una mierda? A quien llamas cuando te van a robar?

Esta es una pequeña muestra de como la Panmierda funciona en la Base. A niveles planetarios, tenemos un ejemplo mediático de su sistema de defensa. El caso Wikileaks, y opiniones de especialistas de toda índole en el ínclito corrillo político del programa de turno:

-Vaya unos imbéciles, luchan por la transparencia y la corrupción y su organización se ha convertido en uno de los entes más herméticos del mundo.

En pura basura espacial se queda aquel proyecto titánico de defensa argüido por Bush Junior como sistema de defensa, lo que fue conocido como "Guerra de las Galaxias". La Panmierda es invisible y está en todos lados. Recordemos los movimientos sociales de los 60´ y la mayor operación de reabsorción espiritual de la historia. Jamás se ha visto tan magno ejemplo de destrucción del enemigo y con tal sigilo. Y con menor número de bajas (sobredosis a parte). La sencilla técnica utilizada fue la de convertir el elemento subversivo en burda moda juvenil. De pronto, el busto del Ché comenzó a comercializarse a lo largo del planeta estampado en camisetas, mecheros y gorras. Porque llevar una camiseta del Ché, everybody, MOLA!

Como molaron los Sex Pistols en la Inglaterra de finales de los setenta. Punk, movimiento social y cultural surgido de la frustración de los bajos fondos de la sociedad anglosajona, paro brutal, violencia, traducido en un grito extremecedorde liberación. Bastaron tres años para mandar a Sic Vicious a la porra. Miles de descerebrados se entregaron al consumo masivo de merchandaising intentando emular la estética del movimiento. Chupapollas con chupas de cuero y pinchos hasta en el cincho del culo se paseaban primero por las calles británicas para más tarde hacerlo por el resto de las apestosas calles del mundo.

La ecuación es sencilla: Elemento subversivo + estética molona = Democratizable

Y es que la Evangelización Democrática lleva años contagiando al mundo con sus principios y valores, imponiendo, asegurando tener la fórmula de la salvación del espíritu, como laboriosos jesuitas y franciscanos o aquellas otras organizaciones pacíficas que con las más bonísimas intenciones, creyendo hacer lo correcto, acabaron con millones de indígenas y con sus particulares formas de vivir. (Permítaseme una pequeña dosis de demagogía barata) Sobra los ejemplos, pero para los despistados: Afganistan, Irak, Libia...

Pero la Panmierda no es tonta. Sabe que el secreto de su éxito no se debe a negar sus fechorías ni sus errores. La base de su entronización está en autoflajelarse. Curioso, no? La Panmierda escribe libros sobre sus deficiencias y peligros, filma documentales y películas denunciando sus propios crímenes, publicita constantemente en televisión las consecuencias de su filosofía de muerte y se ceba con la tragedia de su seguro final. Pero es que a la Panmierda eso le importa un pijo. La Panmierda tiene como prioridad la productividad y la rentabilidad. A ella que no le vengan con ostias. Si para ser más eficaz tiene aguantar insultos, los va a aguantar. Si para ello tiene que cercenar alguno de su miembros lo hará, si para conseguir su objetivo tiene que saltar por los aires, oh si, hermano, reventará...

Y es probable, como razonablemente cabe deducir, que la Panmierda esté viviendo sus últimos momentos. Como un anciano, cargado de sabiduría, en el sumun de la experiencia, se encuentra con que su cuerpo, su aparato funcional, está enfermo, demacrado, sin vitalidad. El máximo desarrollo de su vida mental coincide fatalmente con el final de su vida orgánica. Y esta es su tragedia, y la de todos.

Pero en sus últimos coletazos de animal acorralado, este bicho inteligentísimo no va a dejar que una pandilla de capullos antisistema o indignados le joda el invento que tanto le ha costado estructurar. Su movimiento maestro, su obra de arte, se encuentra en la "no violencia".
Y es que aquí entra en juego la podersosa magia de las contradicciones.

"Como vais a acabar conmigo si sois pacíficos".

No hay destrucción sin fuerza destructiva.
Recuerdo una de las últimas reuniones a las que asistí del 15M, y el último intento que hice de aderirme a la lucha social, cual escritor comprometido, siguiendo los dictados de los buenos de Sartre o Cortázar. Al terminar la reunión, nos citamos para la siguiente. Alguien de entre el grupo sacó la cabecita y espetó:

-"Yo no voy a poder venir, me voy de vacaciones la semana que viene".

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cinismo



-Tejada F.-

Imaginemos por uno segundo que los protagonistas de la gran política internacional dijesen de manera clara lo que sienten. Me refiero a ser verdaderamente sinceros, hablar claro costara lo que costara, los discursos serían muy divertidos y quizá todos entenderíamos los entresijos de manera rotunda.

Los intereses supranacionales provocan extraños compañeros de cama, el que formaste y financiaste para luchar contra un antiguo enemigo se convierte con el paso de unos pocos años en un tirano peligroso al que “por el bien de la humanidad” no queda más remedio que aniquilar. Todos recordamos por ejemplo a Gadafi acampando en el Pardo con su jaima y su séquito, en reuniones al más alto nivel, era nuestro amigo y su oro negro más amigo todavía.

No soy un inocente observador, se que esto funciona por intereses y que nadie se mete en un jardín lleno de espinas y plantas venenosas para luego simplemente ser reconocido. Si entras es para sacar parte del pastel y cuantos más féretros vuelvan a casa más pedazo, ya sea reconstruyendo el país que previamente has destrozado –con los suculentos contratos que eso supone- o explotando sus recursos. Toda la vida se ha estado haciendo y así seguirá.

Obama ganó el Nobel quizá por su tremendo discurso de El Cairo, por cierto en la misma sala que Mubarak. Para celebrarlo mandó asesinar a Bin Laden en lugar de llevarlo a un tribunal penal, lo que hubiera sido un orgasmo inolvidable para el derecho internacional. ¿Os imagináis a Bush hijo (el tonto) tirando el cadáver del terrorista al mar sin dar muchas explicaciones? ¿Qué se hubiese dicho del tejano? Pero no, de nuevo con una dialéctica hipnotizante el antaño político que llenó de esperanza el planeta nos dice que se lo han cargado y que no enseña el cuerpo. El Nobel de la Paz con Arafat y Obama en el palmarés deja esos premios con el mismo valor que ser finalista en un concurso de postres del colegio.

Pero vuelvo a la idea inicial, os imagináis en la rueda de prensa en la que el líder de turno anuncia que va a atacar determinado territorio se dijera toda la verdad, que se hablara a calzón quitado o que el cinismo se aparcase por un minuto…

Puede que fuese algo parecido a esto:

“quiero dirigirme a la nación en estos tiempos difíciles para anunciar que tras los últimos acontecimientos hemos decidido atacar las posiciones de los terroristas, sobre todo las cercanas a los pozos de petróleo. La movida va a ser de cojones. No será fácil porque a esa gente la entrenamos hace unos años y además le acabamos de vender nuestro armamento usado, pero si nos lo montamos bien en unos meses nuestras empresas controlarán el cotarro, organizaremos unas elecciones en las que ganará el que nos mole y así podremos seguir echando gasofa a nuestros 4x4 sin que nos cueste un huevo… rezaremos por nuestros soldados y para que los que sean descoyuntados no aparezcan en directo por ninguna televisión para que mi popularidad aguante. Por cierto, Internet es un peligro en tiempos de guerra por lo que he dado orden de bloquear e investigar miles de correos y páginas, todo por la seguridad de nuestras fuerzas desplegadas claro. Sin más, Dios salve a nuestra bella nación y los valores que representa”.

Pero salvo monarcas cascados y pasados de tinto ningún líder dirá nunca lo que piensa, al menos con el micro abierto. Sería mucho más didáctico para nosotros que aparcasen la doble moral de la política internacional, de esa manera podríamos decirle al médico de dónde viene el desgarro anal y no como hasta ahora que nos la clavan bruscamente y todavía apelamos a la libertad, el concepto más prostituido de todos los tiempos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Moral de esclavos


-Julio Basurco-

Con el tema de la reforma de la Constitución, tanto en el Congreso como en la prensa y la televisión, se abusa de eufemismos y tecnicismos, lo que no es más que una manera que tienen los poderes económicos y políticos (cada vez son más la misma cosa) de tapar y disfrazar sus viles acciones contra el pueblo llano. El objetivo: que las víctimas de sus atropellos no se vean como tales e incluso estén de acuerdo con sus verdugos, es decir, imponer en la sociedad la "moral del esclavo".

Lo que más se oye de boca de Rubalcaba, Rajoy o Cospedal es la ya clásica frase de "es lo que hay que hacer" y claro, ante tal tajante y argumentadísima afirmación por parte de los dos grandes partidos parece imposible pensar lo contrario. ¿Qué es lo que hay que hacer? Pues lo de siempre: más recortes públicos, menos puestos de trabajo... en definitiva, seguir metiendo mano (o tijeras) a los derechos del ciudadano de a pie. Y lo más gracioso de todo es que habrá afectados que piensen que, efectivamente, "es lo que hay que hacer", que deben ser ellos los que sigan pagando una crisis que no han creado. Al fin y al cabo, la propaganda siempre ha hecho que hasta las víctimas de un sistema acaben defendiendo dicho sistema. Pues desde mi humilde e ignorante opinión, no entiendo que siempre sea lo mismo eso "que hay que hacer" porque, hablando claro, todas las medidas que se toman en relación a la crisis veo que siempre llevan dos invariables puntos en común: perjudicar a los trabajadores- sobre todo a los públicos- y tener contentos a los mercados y los grandes poderes financieros, a fin de cuentas verdaderos mandamases de nuestra "democracia".

Me pregunto si alguna vez alguna de estas reformas tendrá como víctimas a gente como Emilio Botín, la duquesa de Alba o Carmen Lomana. Tal vez si un poco más de sus inabarcables riquezas y de las de gente de su clase fuesen a parar a las arcas del Estado algunas familias más podrían llegar a fin de mes.



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Freddie Mercury 65º Aniversario




sábado, 3 de septiembre de 2011

Grandes Biogracias: ZP



-Fabyo Sorel-


Bajo pseudónimo, propio de antihéroe de cómic nacional (lo que para alguien que crea en el poder del nombre que se le da a las cosas lo dice todo desde el principio), se presentó este señor ante su pueblo presumiendo de talante (algo que todavía no sé qué significa exactamente y aprovecho para dejar bien claro desde el principio que me paso por el forro las nuevas reglas de puntuación de los monosílabos de la Real Academia).


Pocos eran los que contaban con que aquel joven desconocido ganara las elecciones generales a la Presidencia del Gobierno en 2004, cuando ascendió al poder sorpresivamente, tras los atentados del 11M. Pienso, y como yo piensan muchos (¿no?), que Zapatero no ganó aquellas elecciones sino que el PP se las puso en bandeja, primero, interviniendo en una guerra que no era nuestra guerra, y después negando que las bombas (las de Vallecas) fueran una respuesta a las otras bombas (las que caían sobre Bagdag. No sé si habrán cesado ya).


En lugar de asumir sus errores y aceptar sus consecuencias, el PP decidió lanzar balones fuera y buscar culpables, algo que en este país lo hacen bien hasta los más tontos, y se inventó la teoría de la conspiración, según la cual los atentados del 11M fueron obra o maniobra de la ETA con el PSOE en la sombra, en lugar de pedir perdón (lo cual aun no han hecho ni probablemente harán nunca) por aquella estúpida acción en contra de una (por primera vez en la historia de España) unánime opinión pública.


Si bien políticamente nefasto, D. José Luis Rodriguez Zapatero, está lejos de ser un terrorista, por más que él y su mano derecha, o más bien su mano derecha y él (no es del todo irrelevante el orden de los factores) se las hayan entendido bien con los que ponen las bombas, incluso hayan dejado caer alguna (ésta metafórica) sobre nuestras cabezas, por no decir que han arrasado literalmente con nosotros.


Podría enumerar los errores del Gobierno presidido por este tipo pero como no tenemos toda la vida me limitaré a comentar su único acierto: Abandonar. Acuciado por la oposición, los medios, organismos económicos, instituciones internacionales, a José Luis le ha podido la presión y se ha visto obligado muy a su pesar a adelantar las elecciones.


El señor Rodriguez Zapatero quisiera ser recordado como el Presidente de los derechos sociales y puede que así sea, porque de hecho nadie nunca ha concedido tantas ayudas. El tan famoso como efímero cheque-bebé, la no más dilatada prestación de los 400 euros (la cual Alfredo Pérez suprimió en uno de esos breves y escasos instantes de racionalidad de este gobierno - lo que los psiquiatras denominan intervalos lúcidos - para volver a anunciar ahora que se acercan las elecciones que sería necesario reimplantarla; esto para que no se le revolucione el personal porque la indignación se lleva mejor si se pilla cacho del erario público), o la en teoría muy loable Ley de Dependencia, y digo en teoría porque será díficil de hacer efectiva. Al fin y al cabo, prácticamente ninguno de los derechos que se nos reconocen en las leyes se hacen patentes en la realidad y así tenemos derechos (¡constitucionales, ojo!) al empleo, pero no al trabajo, derecho al hogar pero no a una casa, etc, etc...


No acaba ahí la generosidad de estos señores. Hace unos días escuché que se destinaban nuevos fondos para el megaproyecto estrella de Mr. ZP: La alianza de civilizaciones. Ayudas para Bolivia y Venezuela para no sé que clase de altruismo desinteresado.


Y es que José Luis es un hombre de ideales, anacrónicos pero ideales, como que el socialismo es un humanismo y ese rollo progre que sólo él sigue creyendo. Pepelu, está dispuesto a darlo todo hasta el final. Él, que es un tipo cultivado, como su colega Pepiño, o la Pajín (la niña de sus ojos) han debido oír la parábola bíblica en la que Jesús explicaba a sus discípulos como una viejecita que había echado unos centimillos al cepillo de la Iglesia había dado en realidad mucho más que los ricachones que daban grandes sumas, porque éstos daban lo que les sobraba mientras áquella había echado todo lo que tenía, y así José Luis está decidido a no dejar ni un sólo euro en las cuentas públicas a su salida del Gobierno, todos repartidos solidariamente entre sus congéneres como buen socialista que es (no sólo de boquilla), dificultando así más si cabe la labor hercúlea que tiene por delante el Gobierno que viene, sea del signo que sea, que ya todos sabemos cual será, porque como dije, al igual que ZP no ganó aquellas elecciones, tampoco Mariano ganará éstas, porque se ve que en España no se premia con el Gobierno a aquellos que lo hacen bien sino que se castiga sacando de Moncloa al que la está cagando.


viernes, 2 de septiembre de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: El otro lado




-Africano-



Recuerdo estar agazapado y mirando hacia un haz de luz. Dentro estaba todo oscuro. El ovalado respaldo del sofá me permitía meterme allí. Se estaba a gusto allí dentro. El sofá continuaba bordeando la esquina y seguía hasta el otro extremo de la pared. En esa esquina podía sentarme, a la sombra, mientras mi abuela y mi abuelo se rompían la sesera en mi busca. No era un juego, esto, para mí. Buscaba la sensación que experimenté una noche, jugando con otros niños en la calle donde vivía. A través de una entrada rematada por un arco de medio punto se accedía a un entramado de callejuelas bordeadas por casitas bajas. En un momento determinado, sin venir a cuento, todos los chicos salieron disparados a la calle principal. Allí me quedé yo, solo, acompañado por el silencio de la noche, en una de las callejuelas oscuras. Me quedé petrificado. Una extraña sensación de bienestar y una ausencia total de miedo hizo que el momento dejase en mi ánimo un alo eterno, de eterno retorno. Debía tener 5 o 6 años, algo me dijo que algún día volvería allí.

Otro recuerdo difuso, estando en parvularios. Yo pidiendo permiso para ir a orinar, abrir la puerta de clase, bajar la escaleras, sacarme la chorra y, al volver, la misma sensación. Nadie en los pasillos, y la clara conciencia de posesión del tiempo, de atraparlo y moldearlo. Me senté en un escalón y allí me quedé, observando el aire, hasta que al cabo de media hora la profesora se plantó ante mi sin entender nada.

Antes, en la guardería, un día se armó un revuelo en la calle y todos, junto a nuestra señorita, salimos a ver que pasaba. Un grupo de bomberos y un par de policias trataban de echar la puerta abajo del ruinoso edificio que colindaba al nuestro. Cuando la puerta se abrió, entre la humareda, un señor y una señora, con sus respectivas mochilas a la espalda, desaliñadas, barbudo él, salieron desorientados a la luz del sol. Sonreían extrañamente, mientras los policías los acompañaban a la esquina donde los perdí de vista. Parecían haber salido de otro mundo, del mismísimo centro de la tierra. Así lo creí yo durante varios años. Pensaba que se trataban de dos lunáticos viajeros que habían encontrado la salida por aquella puerta mágica. Pensaba esto, hasta que un día alguien me hablo de lo que eran los okupas.

Oí a Cortazar decir en una entrevista que la gustaba ir al metro de Nueva York por la noche, simplemente a pasear, a estar allí. Decía tener la sensación de estar en otro mundo, en el subsuelo, donde el tiempo parecía discurrir con otro compás distinto al de la realidad. Más mayorcito ya, en la Universidad, una especie de atracción potentísima me llevaba a vagar por las calles de Granada en busca de algo que desconocía. Como no lo encontraba, empecé a frecuentar algunos bares. Entraba a las 5 de la tarde y me marchaba cuando el grupo humano sobrepasaba las 7 u 8 personas. Esto ocurría alrededor de las 11 de la noche. Desde las 5 hasta esa hora podían pasar días. La camarera, con el culo apoyado sobre el tapete de los cartones de vino, un par de individuos tomando café o ginebra, y yo, con mi 1/2 jarra, disfrutando del placer incalculable del anonimato. Allí también alguna vez pensé en mi infancia, sin ensimismamiento, intentando establecer conexiones con mi yo presente, CORRESPONDANCES, y recordaba estar jugando en la plaza de los reyes, observando el juego del resto de niños, que me aburrían hasta la extenuación, y sentarme solo junto a la fuente, junto a una placa metálica que se encontraba en el suelo, esperando al señor que vivía allí. Me preguntaba como sería el mundo allá abajo, bajo la fuente, de donde provenía el agua, donde dormiría, si tendría familia, si sería un mundo más entretenido. Y de pronto, un martes o un viernes salía. Se abría la tapa y aparecía ese señor rojo y con mono azul, lleno de grasa y con cara de pocos amigos que me indicaba que el otro lado no era tan increíble como imaginaba. Fue cuando me hablaron de los okupas, por aquella época seguramente, cuando supo lo que era un hombre de mantenimiento.

No sé cual puede ser la explicación de esta inclinación demencial que me lleva persiguiendo toda la vida, la búsqueda de esos lugares sagrados en los que se sitúa el umbral, el famoso “otro lado”. A día de hoy solo pediría lo que Bukowsky dijo en algún momento. Cinco años de cama.

Y es que el mundo era una gran casa cerrada en la que yo me moría de ganas por entrar.