Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







viernes, 26 de agosto de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Mather I want a kill you, Father I want a fuck you



-Africano-

En este país enfermo de sí mismo en el que habitamos, dos son las cosas en las que no muy a menudo se hace hincapié. Y estas dos cosas son los pilares sobre los que gravitan hoy día los problemas que nos acechan. Nuestras mamas, señores, como de todos es conocido, ven programas del corazón. Algunas aseguran detestarlos, pero justifican el tenerlos aunque sea de fondo so pretexto de: "Es que no hay otra cosa". Antes, el yugo sobre las feminas en este país nuestro era su obcecación por acudir religiosamente todos los días que se preciaren a misa. Todavía las hay, y muchas, pero ya el problema no resulta tan grave a efectos mentales.
Tengo un amigo, a propósito de lo anterior, con el que de vez en cuando intercambio impresiones sobre cine. Este amigo mío, que ya me conoce, utiliza un arma muy eficaz cuando empieza a sospechar que le estoy recomendando algún film que allane deliberadamente su tiempo de ocio. Esta arma sumamente eficaz se reduce a la siguiente frase: "De películas de esas de pensar no me hables". Y es que esta afirmación tiene más carga filosófica que cualquier película de la nouveau vogue que le pudiese recomendar. Qué puñetas quiere decir con pensar? Acaso hay películas, cual Naranja Mecánica, que tenga la capacidad de succionarnos literalmente el cerebro y dejarnos con la mollera tan seca como el papo de una señora de 90 años? Cual terror sobrehumano es capaz de hacer que una persona huya de todo lo que la haga preguntarse por cosas un poco más complicadas que el hecho de comernos un yogur que lleva caducado 3 días? Es como si en lugar de masa encefálica tuviesemos un complicado engranaje bajo la corteza que a cada leve movimiento produjera un dolor insoportable. Y no estoy diciendo que mi amigo sea idiota, ni mucho menos. Es un tipo más que competente, mucho más que yo, con una agilidad mental sorprendente y un humor que nada tiene que envidiar a los relatos más desternillantes de Bukowski.
No será que el no pensar es lo más inteligente que se puede hacer?
En fin.
El segundo problema al que quería meterle mano es a la falta palpable estadísticamente comprobada, de sexo que tienen nuestros padres. España, sin tener los datos a mano, es uno de las países con más putas por metro cuadro. Tal vez uno de los motivos sea las grietas legales que en estos momentos rigen el negocio de la prostitución, pero sin ganas de follar no habría mercado. El otro día oí en la tele que 1 de cada 3 españoles a ido de putas alguna vez en su vida. Me pareció una barbaridad hasta que me puse a echar cuentas. Contabilicé a nueve amigos míos de los cuales 3 habían ido de pendoneo. Yo, por casualidades de la vida, no me encontraba entre ellos. Lo sorprendente es que mis cálculos se ceñian a una población de menos de 30 años, asi que vete tu a saber.
Expuesto lo anterior, me atrevería a proponer un mastodóntico plan Marchall para este país falto de vitalidad para remontar el vuelo:
Y no va a ser necesario cortar la conexión de todas las televisiones ni expatriar a miles de putas a sus países de origen.
Basta con matar a todas nuestras madres y follarnos a nuestros padres, Freud dixit, a ver si de esta manera sus hijos empiezan a pensar sin hacerse daño.

miércoles, 24 de agosto de 2011

RESEÑA: Madame Bovary



-Rubén C.M-

Esto es lo que me pasa cuando me propongo hacer la crítica de un libro después de dos semanas de haberlo terminado, eso, que se me van los datos. En cualquier caso, no soy yo quien para analizar un libro al que Flaubert, con un par, dedico cuatro años de su vida en construir. A eso se le llama echar la aldaba. Cuatro años recluido en un lindo pueblecito francés, el cual de seguro le sirvió de inspiración para describir con bellísimos detalles los lugares por donde Emma va paseando su lindo culito. Obra capital en la historia de la literatura (lo dice el prólogo, no yo), punto de partida de la novela moderna en el que podemos ver por primera vez el prototipo del antihéroe moderno tan explotado a lo largo del siglo XX. La vida de una chica de provincias, que en principio no tiene porque sernos interesante alcanza, gracias a la maestría de Flaubert y a su personal manera de entender la literatura, cotas antes no logradas en este género. El estilo es crucial, el lenguaje, la palabra, es la que moldea la historia. La novela no es ya un simple vehiculo para que personajes y situaciones alcancen un desenlace. La novela se hace poesía, y es esta poesía la que logra que la intranscente vida de la Bovary se convierta en universal. Luego llegarán Proust, Joyce, Faulkner, los estructuralistas y la nouveau roman o escritores como Robbe-Grillet, que reducen práticamente la novela a la descripción.

Si me ha gustado o no es lo de menos, no sabría decirlo, demasiadas espectativas, me imagino, o quizás demasiada poesía para alguien que en estos momentos no tiene cuerpo de Góngora. Tal vez de esto sabía más Baudelaire, el cual escribió una critica sobre lo que nos ocupa muy esclarecedora, adelantándose a lo que un siglo después se iba a reconocer unánimente: que con Madame Bovary hubo un antes y un después y esto, a parte de gustos, es un hecho.

lunes, 22 de agosto de 2011

Cartas Insulares: Culo fuego próximo dia.



-Tejada F.-


No sé si he dejado claro la cantidad de peluquerías que hay por esta isla. Una cosa exagerada, fue de las primeras cosas que me llamó poderosamente la atención. El caso es que el tiempo pasaba y mi pelo crecía. Llegó el momento en que me empezó a molestar, las puntas se rizaban y cada vez que pasaba por uno de estos establecimientos lo observaba como lo hace un guepardo a una gacela en Kenya.
Lo que para el común de los mortales es un trámite rápido para mí no lo es, ni mucho menos. Siempre (salvo cuando intentaba llevar el pelo como Rosendo Mercado) me había pelado mi abuela. Cada vez aparecía con su kit de barbero básico, reforzado con nuevas y mejores piezas con el paso del tiempo. Me gustaba sentarme en la silla, que me pusiera la enorme tela y que jugara conmigo a la ruleta rusa. Unas veces me dejaba trasquilado, otras como Roger Federer o Cristóbal Colón casi siempre como la sota de bastos, pero ya me había cogido el punto muy bien, no tenía que usar gorra los primeros días…

El caso es que el indicador de “necesitas un corte de pelo” estaba encendido y descartada la idea de pillar un vuelo y volver a casa solo para esto me dirigí a unos de los locales dedicados al noble y viejo arte del adecentamiento de cabeza. Pedí cita y llegué puntual (esto no es Andalucía) entré y me extendió su mano un tipo de mediana edad con gafas de sol y un inconfundible acento isleño, pero isleño británico. Empezamos bien, mi peluquero es inglés.

Como todo buen profesional de este tipo de negocios el tipo es churretero, me preguntó por lo básico para ponerse al dia de mi vida y yo hice lo propio. Tras un intercambio de comentarios de protocolo sobre lo bello de la islita y la humedad propia de zonas costeras entramos en materia. Me puso al corriente sobre el saludo oficial de Menorca, por lo visto se trata de un corte de mangas con sonrisa incorporada a los coches que no respetan a ciclistas ni peatones. Jodido humor ingles. Cuando le dije que era andaluz (como si no se notara) me contó que estuvo el año pasado de vacaciones en Málaga y rápidamente llegamos a la nuez del asunto:

- oh ¿como se dice la bebida esa de Andalucía?
Cono supuse que no se refería al agua de Lanjarón rápidamente sin temor al fallo le dije:
-calimocho
- oh si calimocho- reía descontrolado con las tijeras en la mano mientras mi oreja olía o mejor dicho oía el peligro.
- vino peleón con coca cola, quizá unas gotas de mora.
-oh muy fuerte por mí, you know?
-claro el estómago se resiente.
-culo fuego próximo dia…
-yo no lo diría mejor…
Mientras corregía la posición de mi cabeza seguíamos con el tema de la bebida, un inglés y un andaluz hablando de alcohol están condenados a entenderse.
Aquí el cóctel básico es la “pomada”, ginebra Xoriguer (hecha en Mahón) con Kas limón, el guiri volvía a insistir: “también culo fuego próximo dia”, “si sí al dia siguiente estas cosas ya se sabe…”
Como solo era un corte para quitar volumen en apenas unos minutos acabó y me largué teniendo claro que ya tenía hairdresser y que además aún nos quedaban multitud de lugares comunes sobre los que divagar… no hemos hablado de la birra ni sé si apoya al Liverpool o al United…pronto lo averiguaré, el pelo me crece rápido.

- see you friend
- see you fire ass

sábado, 20 de agosto de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Me voy, me voy, pero me quedo



Me voy, amor, me voy, pero me quedo,

pero me voy, desierto y sin arena.


Miguel Hernández.


Decíalo Miguel Hernández en uno de sus más grandes sonetos, perteneciente a "El silbo vulnerado". Ultimamente he visto un par de reportajes sobre dos genios. No sabría decir que tienen en común, más que la tristeza de sus, por otro lado, inevitables declives. Marlon Brando y Luis Buñuel. Uno y otro, en el ocaso de sus vidas, destruidos por la pena mayor de la inutilidad del que siempre fue capaz. Espíritus desbordantes, niños, caóticos y alborotadores que no supieron en el final de sus días qué hacer con tanto pellejo y con tanta senectud. A Buñuel podemos verlo preparando sus famosos martinis, ritual pagano que llenaba de profundo sentido. Decían que cerca del final aún estuvo agarrado a su copa, no más que para mojarse débilmente los labios. Al otro, destruido por la tragedia familiar, desvariando maravillosamente, podemos verlo ingeniando inverosímiles proyectos y bromeando constantemente como un pícaro travieso, dificil constraste con aquel galán cautivador y rebelde que era capaz de hacer aflorar en el más viril de los hombres su lado más homosexual. Esta tarde lo he escuchado en Miradas2, palabras de Ernesto Sábato: "Un artista es una mezcla de niño, mujer y hombre".


Me sorprende que cuando se acerca la muerte, sea el niño el único que se esfuerza por sobrevivir.

viernes, 12 de agosto de 2011

RESEÑA: La Ley del Silencio




QUE NADIE SE CONFUNDA MÁS

-Julio Basurco-

Me da rabia y me causa muchísima pena que esta película se vea siempre lastrada por las imperdonables bajezas que protagonizó su director años antes durante la caza de brujas. Más que por su indudable calidad artística, desgraciadamente "La ley del silencio" ha pasado a la historia como un intento de justificación de Elia Kazan, inexcusable chivato de ex compañeros de partido.

Creo que hace falta ser corto de miras para asemejar lo que hizo Kazan con lo que hace Terry Malloy, el protagonista de la cinta. Mientras que el primero representa al acusica de la clase, al pelota que perjudica a sus iguales para que los poderosos le proporcionen privilegios, el segundo simboliza el sacrificio por las causas justas: Malloy denuncia al poder en beneficio de sus compañeros, aunque ello le conlleve ser perseguido y perder cualquier trato de favor. Sencillamente, no puede haber dos actitudes vitales más enfrentadas. Una vez aclarado esto y entrando en materia, diré que considero "La ley del silencio" una de las mejores películas de todos los tiempos. ¿Por qué? Por su extraña capacidad para emocionar a través de un fascinante equilibrio entre rudeza y sensibilidad. El frío y muerto escenario de los muelles de New Jersey, crudamente fotografiado por Boris Kaufman, contrasta con el fuego interno de Brando, la ternura de Eva Marie Saint y el idealismo imperecedero del personaje encarnado por Karl Malden.

"La ley del silencio" es la historia de una redención motivada por el amor, un amor que hace que los deseos de justicia y dignidad aparezcan en la persona más improbable a simple vista. Amor, pero sin cursilería, ni azúcar, ni música empalagosa. También se retrata el mundo obrero, con sus trabajadores sometidos a sindicatos corruptos, pero sin caer en el discurso fácil y populista. Es una obra maestra sutil, con una atmósfera que te atrapa, con alma, tierna en su realista crudeza, con una magistral dirección de Kazan -un tipo moralmente discutible pero de indudable talento a la hora de sacar lo mejor de los actores- y un mágico trabajo de sus actores. De uno sobre todo. Sí, de él, del actor más dotado que ha existido. Obviamente hablo de ese animal cinematográfico llamado Marlon Brando, quién aquí realiza su mejor actuación, por encima de padrinos, tangos, tranvías y jaurías. Jamás la vergüenza estuvo mejor plasmada en un rostro.

jueves, 11 de agosto de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Un buen tipo




-Por lo visto no la quería tocar ni con un palo.
-Pobre.
-Me lo dijo ella misma. Un día vino aquí sola, cosa extraña, y empezó a largar. Debió verme cara de doctor Freud. Decía que cuando dormían juntos, él ponía una almohada en medio de los dos para no sentir el roce de su cuerpo.
-Cristo.
-Yo no sabía si romperme el pecho en su cara u ofrecerle mi hombro. El caso es que lo contaba con una templanza digna de admiración. Lo tenía totalmente asumido, eso, lo de que era repugnante. Josemari -me decía- un día fuimos a la playa. Me desvestí y me tumbé al sol. Se quedó mirándome largo rato. Nunca me había contemplando tan concienzudamente. Al final me lo soltó: "Dios, que blanca y arrugada estás, das asco".
-Mierda, qué le dijiste?
-No dije nada. Era cierto, daba asco. No podía decirle que era bonita, ni que él era un cabrón. Él es una bellísima persona, ya sabes el aprecio que le tenga. Ella sin embargo era una burda gallega, idiota por naturaleza. Fea, insulsa y antipática. Era profesora de primaria, tenía dos casa y un mercedes. Por qué puñetas debía consolarla? La invité a un whisky, no podía hacer más.
-La verdad que Juan Carlos tiene arte. Cuando me dijo que era de la secreta no me lo podía creer, cosa tan dócil. Desde el primer día que lo vi me cayó bien. Un tipo educado y silencioso, un compañero perfecto para tomar copas. Lo echo de menos.
-Recuerdo cuando lo conocí. Me habían robado en el bar y vino a tomar huellas. Un auténtico profesional. Me trató con tanta delicadeza y atención que hizo que me relajase y me olvidase del altercado. Nunca hubiese podido imaginar que aquel laborioso funcionario fuese un fanático coleccionista de brujas. El día que entré en su casa pensé que había penetrado en la casa del terror. Había alrededor de 300 brujas repartidas por toda la estancia. De todos los tamaños, colores y posturas. Un día lo vi plantado delante del escaparate de la tienda. Al rato se me acercó a preguntarme si no tendría uno de esos maniquíes de sobra en el almacén. Le dije que sí y le regalé uno. Pensé que debía necesitarlo para hacer prácticas de tiro o alguna vaina de esas. Cual fue mi sorpresa cuando fui un día a su casa y me encontré al sujeto perfectamente ataviado con una túnica, una escoba de paja y un sombrero puntiagudo. Hasta le había dibujado el descerebrado un lunar en la nariz. Me aseguró, orgulloso, que aquello era la joya de la corona de su colección. Maldito tarado...
-Qué maravilla. Dónde estará ahora?
-Se fue a Zaragoza, aquí estaba asqueado. Llegaba todos los días anunciando la inminencia de su muerte. Se acababa de jubilar. A la tragaperras me la tenía echando humos. "No tengo ni ganas de follar", decía. Un día Paca le tomó la tensión y le salió ligeramente alta. Se puso literalmente blanco y se marchó a casa. Después de este suceso estuvo alrededor de un mes tomando exclusivamente agua. Decía que si seguía bebiendo iba a morir. Nunca entendí su fijación, el muy gili tardaba hora y media en beberse un whisky corto y el segundo siempre se lo dejaba a medias. Lo increible es que se tajaba. Cuando le daba la intoxicación imaginaria se colocaba frente a la máquina con sus Rayban clavadas y la mano en el bolsillo mientras se gritaba a sí mismo "alcóholico de mierda". Dios, qué genio.
-Y qué fue de la gallega?
-Ni lo sé, ni me importa. Era una mierda de tía.
-Sin duda. Recuerdas el día que empezó a recitarme unos versos de Rosalía de Castro la bellaca esta?
-Lo recuerdo, si hubiese sido un hombre no habría dudado en darle un puñetazo.
-Cerda.
-Echo de menos a Juan Carlos.
-Y yo.

viernes, 5 de agosto de 2011

Ahora me invaden los recuerdos


(espacios presentes yertos)



Ahora me invaden los recuerdos

Y no voy a perder el tiempo pensando

Lo que fue y lo que pudo haber sido.

Voy a dejarlos pasear por mi memoria

Sin formarme idea alguna.

Supuesta idea que nunca se demuestra.


Ahora pienso en mis proyectos

Y son tantos y tan inciertos,

Que prefiero no reparar en ellos

Para no tener que llorar

Al comprobar que sólo eran sueños.


Y caigo en este momento,

Tan sólo tan triste y tan cierto,

Y prefiero recordar

y prefiero hacer proyectos

que habitar en soledad espacios presentes yertos.


- Fabyo of course -

jueves, 4 de agosto de 2011

RESEÑA: La noche del cazador



PESADILLAS

-Julio Basurco-

En mi memoria permanece una pesadilla que tuve a los cinco o seis años de edad. En ella, me despertaba de madrugada, me asomaba a la ventana de mi habitación y un hombre con un aspecto propio del peor villano de cualquiera de los spaghetti-westerns de Leone me miraba desde la acera de enfrente a la par que sacaba de la bolsa de basura que sostenía una muñeca de trapo. Recuerdo que en mi mentalidad onírica la muñeca simbolizaba el secuestro de una niña, y que la mirada de su raptor me indicaba que se acercaba mi turno, que me fuera preparando.

Después de ver "La noche del cazador" sé que si ha habido un director de cine capaz de poder expresar con imágenes la sensación de angustia, impotencia y miedo infantil que sentí entonces, ese no es otro que Charles Laughton, el orondo actor que dirigió una sola película, distinta a todas las demás, absolutamente única en su especie. Acercarte a esta "pesadilla filmada" buscando realidad o verosimilitud es un error. No existe la mirada adulta, la racional, la analítica, la real. Vemos todo de la misma manera que en los sueños o en los recuerdos infantiles, de manera pasional, exagerando tanto lo que nos aterra como lo que nos trasmite paz, con ojos de niño. Vemos la maldad de un ser humano como si de la de un ogro se tratase. En las pesadillas no hay policías que nos salven del monstruo, aquí tampoco. Un niño solo encuentra refugio en una figura materna, en ese alguien que le proteja de los males del mundo, pues ¿quién no se ha refugiado en la cama de mamá y papá cuando el miedo le visitaba?. Eso es "La noche del cazador", una visita a nuestros miedos más primarios, al miedo a la oscuridad, al hombre del saco, a perdernos. Es un cuento negro de Navidad en el que acabas rezando que por Dios venga un hada madrina que te salve de Robert Mitchum.

miércoles, 3 de agosto de 2011

ATENCIÓN

Suele ocurrir cuando menos
te lo esperas. Cuando, relajado,
en estado de postergación
o anestésico, la vida acaba
por ponerte entre las manos
la ansiada pipa
de la paz.
Y ocurre que, por azar,
llega una noticia, a toda velocidad,
o un hecho inesperado
pasa sobre tu cadáver
como un turismo ebrio
en mitad de la autopista.

Es entonces cuando recuerdas palabras de tus padres
y te cuidas de mirar a los dos lados
Antes de cruzar.

-Rubén C.M-

lunes, 1 de agosto de 2011

Autobiogracia





HID




HID son las siglas con las que los cirujanos se refieren a una hernia inguinal derecha, lo que los viejos del lugar conocen como quebrancía. A mí me fue diagnósticada una de estas hace unos meses, después de varios reconocimientos. Llevaba tiempo, demasiado tiempo ya, con un bulto extraño en el escroto, un tercer huevo totalmente inexplicable. Yo y mi hipocondria pensábamos que era cáncer, aunque hasta entonces, por aquello de haber nacido en septiembre, siempre había creido que era libra. No sé dónde coño escuché que esta mortífera enfermedad se manifestaba a veces en bultos y protuberancias, y esa idea había ido ganando fuerza en mi cerebro. Ya hacía mis cábalas sobre cúantos meses de vida me quedarían, quizás semanas, días en el peor de los casos.


Animado por mi novia que no quería un chico con más pelotas de la cuenta, me atreví a personarme en el ambulatorio ante el médico de cabecera que lo primero que me dijo cuando le conté lo que me pasaba fue "vamos a verlo". Que me bajara los pantalones, vamos.


"¿Aquí mismo, doctor?" pregunté yo, siempre tan tímorato en estas situaciones. El médico debío captar mi inseguridad porque se acercó a la ventana y la entornó. La consulta estaba en la planta baja, en la plaza del pueblo y no queríamos público en aquel lamentable espectáculo.


Aquello me recordó que no era la primera vez que me quedaba al descubierto ante un profesional sanitario. Ya con quince años me planté ante una doctora con un dolor de huevos angustioso. La médica me preguntó que si no habría tenido un caletón la noche anterior. Yo que por entonces estaba siempre caliente le dije que no especialmente. No más que cuando tras echar la persiana y aclararme que aquello no era para crear ambiente, se acercó hacia mi que ya estaba echado en la camilla pantalones por los tobillos enfundándose aquellos suaves guantes de latex.


Aquella doctora tenía mejor mano que el nuevo médico de cabecera, que además era medio calvo; donde va a parar. Ellas están infinitamente mejor dotadas para lo que es el delicado gesto de palpar testículos, siempre tan sensibles. Es una cuestión biológica. El caso es que después de tantear el terreno el médico me comentó que posiblemente se tratara de una especie de dilatación de un conducto seminal, algo que por un lado me desconcertó pero por otro me tranquilizó bastante, porque no era cáncer, no me iba a morir, y ni si quiera había que tratarlo.


Después de explicarme el funcionamiento del interior cavernoso del pene y como éstas cavidades se llenan de sangre provocando las típicas erecciones matutinas, el doctor me dió cita para visitar al especialista.


Unas semanas después acudo al Hospital San Juan de la Cruz de Úbeda para ser reconocido por un nuevo profesional que me recibe cordialmente y me saluda con acento boricua. Esta inicial afabilidad que mostré casi automáticamente por efecto empático, se truncó cuando tras bajarme los pantalones el latino empezó a apretar con fuerza en mis partes bajas. Intenté aguantar como un campeón pero cuanto más me aguantaba yo más apretaba el muy cabrón. Al final se lo tuve que decir.


"Me hace usted daño."


Esos apretones le sirvieron para saber que no se trataba de ninguna dilatación de nada sino de una hernia. ¿Una hernia? Lo único que yo sabía de esa enfermedad es que mi padre padeció una en la espalda que en sus peores momentos le impedía hasta permanecer sentado. No sabía que también pudiera afectar a las pelotas. Mi padre que me acompañaba en la consulta me explicó junto al doctor que una hernia suponía la rotura de tejidos internos, que hacía que ciertos órganos pudieran desplazarse y salir de su habitual estancia invadiendo espacios que le estaban vedados. Esas hernias, podían afectar a la espalda, en concreto a la columna vertebral, como en el caso de mi padre, dando lugar a lo que se conoce como hernia de disco, dolencia que afortunadamente mi padre superó sin problemas. En mi caso se trataba de una hernia inguinal.


Entonces papá se puso a evocar su infancia y recordó como un día al entrar en casa de la tía Juana se la encontró desparramada en la cama con las tripas por fuera. "Si no llego yo esa mañana allí se queda". Muy bien papá, me quedo mucho más tranquilo.


El cirujano que me iba a operar me explicó unas semanas más tarde de qué se trataba exactamente. Para que nos entendamos: Una bolsa contiene tus intestinos, esa bolsa se ha roto y las tripas están ocupando tu escroto. Explícito, crudo, directo. No te preocupes. Devolvemos cada cosa a su sitio, cosemos la bolsa y le ponemos un refuerzo por si acaso. Así de sencillo.


La siguiente vez que vi a este tipo -alto, deportista según me había comentado en nuestra primera entrevista, de manos grandes y dedos finos y alargados- lo hice tendido en una camilla, con un camisón verde que me dejaba el culo al aire, y con los nervios a flor de piel a la entrada del quirófano. Trajeron al chico que estaba en la habitación conmigo antes de pasar a quirófano. Lo iban a operar de amigdalas y estaba acojonado. Yo también pero a mí no se me notaba tanto. La procesión iba por dentro. Cuando llegó el cirujano y me destapó, palpó y me dijo:


- es muy grande.

Gracias doctor - pensé yo - pero mi chica no opina lo mismo. Luego pensé que tal vez el hombre se refería a la hernia. Tenía más sentido. Ya en el quirófano lo primero que me llamó la atención fue lo frío de aquella estancia. No es que hiciera fresco allí dentro. Era el aspecto. Industrial-aséptico-tecnológico. No sabía si estaba en la trastienda de una nave de un polígono a las afueras o estaba en una nave de verdad, una nave espacial, y había sido abducido por aquellos tipos verdes que se disponían a abrirme, con Sting & The Police sonando de fondo.


Una inyección directa a la médula espinal iba a hacer que no sintiera nada de lo que sucedía de mi ombligo para abajo, una sábana colocada a esa altura impedía que lo viera y un olor a pelo chumascado me decía que nada bueno, mientras los que me intervenían comentaban lo rico que estaba el rabo de toro en Casa Juanillo.


En cuestión de veinte minutos estaba fuera, con el cuerpo dormido de cintura para abajo. Qué sensación más extraña palpar mis piernas como si fueran las de otro. Conforme el efecto de la epidural iba menguando aumentaba el dolor. Así se lo hice saber a unas jovencitas que por allí deambulaban, muy lindas para ser marcianas, pensé. Me inyectaron algo y en cuestión de segundos empecé a marearme. Se lo conté y me inyectaron otra sustancia que me hizo sentir mejor. Mientras aquellos sedantes hicieran su efecto no había problema. Yo era un pequeño inválido muy bien rodeado y asistido. Preciosas enfermeras dedicándome atenciones, profesionales de la salud preocupados por mi estado, mi madre dándome el yogur como cuando aún no iba a la escuela. Eso era vida.


Pero al igual que la infancia, todo lo bueno se acaba y cuando hubo que incorporarse (el S.A.S no puede permitirse tener a un paciente más de unas horas ocupando una cama tras ser intervenido) empecé a tomar conciencia de lo que me habían hecho. El señor mayor que ocupaba la cama contigua había sido operado de algo parecido, la misma intervención unos centímetros más arriba, a la altura del ombligo, y el hombre se levantó como un mozalbete, se vistió y se fue a pie. Esto no es nada pensé.


No sabía yo que los abdominales fueran tan importantes, casi diría imprescindibles en cualquier movimiento. Uno piensa que para levantarse se usan, los pies, las rodillas, algún músculo en la espalda tal vez, pero no, uno se levanta con los músculos del abdomen, se sienta con el abdomen, habla, mastica, tose, estornuda con el abdomen, justo la zona que a mi me habían abierto y me habían cosido y me iba a dar por el culo al menos los cuarenta días siguientes.


Mi madre con sus cuidados iba a hacerme un poco más fácil la convalecencia pero en dos meses empezaba la campaña de aceituna y para entonces tendría que estar en forma. Leves complicaciones con la sutura iban a hacer que siguiera siendo asistido unas semanas hasta que por fin se retiraron los puntos, se cerró la herida y volví a la normalidad, no sin antes volver a enseñarle la minda al cirujano en una última revisión final.



-Fabyo in da house-