Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







martes, 3 de marzo de 2015

¿PODEMOS?

¿PODEMOS?

Llegados a este punto en el que ya todo el mundo parece tener una opinión formada acerca del partido de moda, me dispongo a poner por escrito todas las dudas que me suscita este nuevo movimiento que ha surgido en el panorama político español y que se hace llamar Podemos.

Podemos, primera persona del plural del verbo poder (presente de indicativo), supone un nosotros, un todos juntos. Evoca a Fuenteovejuna, todos a una; algo que suena utópico y literario pero está lejos de la realidad política actual de España en el que cada cual barre para casa. Parte de la idea de que el pueblo es uno y está siendo subyugado por una clase política, la casta, que lo oprime y lo exprime y ante la que se enfrenta. Yo discrepo ciertamente de esta idea. Considero que el pueblo es soberano pero también que es a menudo estúpido y casi siempre gregario. De hecho, entiendo que el discurso de podemos está orientado a engañarlo (efectivamente, se puede engañar a todo un pueblo. No sería la primera vez) prometiendo cosas que no pueden cumplir y disfrazándose de lo que no son, autoproclamándose como los defensores de los ciudadanos y los derechos sociales.

Esto a la izquierda se le da a las mil maravillas. Eso de erigirse en promotor y protector de los derechos y libertades fundamentales, llegando incluso a afirmar que ellos crearon la sanidad o la educación pública, olvidando siempre que un derecho no deja de ser una invención humana, una ficción, y que no basta con nombrarla para que exista, hay que darle contenido. Quiero decir que no basta con proclamar derechos a troche y moche, hay que costearlos. Verbigracia, si estamos decididos a luchar por los derechos de los discapacitados y las personas dependientes (lo cual es muy loable), no basta con promulgar una ley de dependencia (que en principio suena bien y cualquiera apoyaría) sino que hay que ponerse a hacer cuentas y calcular si el Estado va a poder asumir el coste que el reconocimiento de esos derechos supone y por cuánto tiempo, y esto a esos partidos de tan fina sensibilidad social ya no se les da tan bien. Ellos prefieren abanderar la causa y responsabilizar a la derecha del fracaso de dichas medidas cuando éstas resultan insostenibles.

Podemos sin embargo, también implica un esfuerzo, suena a arenga futbolística; si mal no recuerdo fue el lema de la selección española en aquella eurocopa y entonces se pudo, así que démosle una oportunidad, me digo.

Y sin embargo me pregunto, ¿realmente podemos? ¿qué es lo que podemos? ¿cuándo? ¿podemos acabar con los corruptos, con el fraude fiscal, con las puertas giratorias? ¿cómo? ¿no vendrán ya otros que se corrompan luego? ¿emergerá la economía sumergida como por arte de magia? ¿se abrirán otras puertas cuando se cierren esas? ¿tal vez en Venezuela? No sé, no sé, son preguntas que se me vienen a la cabeza. Ahora parece que a los dirigentes de los círculos les molesta que se les asocie con este régimen pero son ellos los que cantan sus bondades y el tonto de Maduro va diciendo por ahí que han ganado las elecciones en Grecia y ahora van a hacer lo propio en España. No sé porqué será.

También me pregunto por ejemplo cómo pretenden aumentar el gasto social y hacer políticas de esas que ahora llaman expansivas sin ahondar en el endeudamiento de un país que ya debe el 100% de lo que tiene y se me viene a la cabeza el Plan E y... (perdón si me da la risa) esos carteles sin obras repartidos por toda la geografía, esas aceras levantadas, esas plazuelas arregladitas... me hacían mucha gracia en plena agonía de la economía patria. Esas son las conocidas como políticas expansivas. Yo las llamo manirrotas o sencillamente socialistas. Son antiguas. Llevan mucho tiempo inventadas. Se trata de asumir que como hemos estado mucho tiempo gastando más de lo que teníamos y estamos endeudados hasta las trancas, vamos a seguir haciéndolo por lo pronto un poco más ahora que damos por hecho que no vamos a poder pagarlo y luego ya veremos, ya vamos improvisando cuando crezcamos al ritmo de un sistema comunista bien implantado.

Lo de auditar la deuda me suena bien, puede que sea una buena iniciativa, pero me pregunto cómo explicarle al que te va a dejar el dinero para que gobiernes que no piensas pagarle – todo o parte – de lo que le debes, o que ya le pagarás más tarde. Me pregunto entonces si tu prestamista rechaza seguir subvencionándote (lo cual por otra parte no es de extrañar) a quién se lo vas a pedir y sobre todo me preocupa qué le piensas dar a cambio.

En el caso de que Podemos formara gobierno y los capitales se asustasen y saliesen huyendo y la bolsa cayese y rompiésemos con el euro, en ese nefasto aunque posible supuesto en el que la maltrecha economía española de nuevo cayese en recesión y los ingresos fueran por largo tiempo inferiores a los gastos – como en estos tiempos áridos de gobierno de la casta – ¿podemos bajar los salarios y las pensiones? ¿podríamos recortar en Sanidad, en Educación, en prestaciones sociales o toda la diferencia la vamos a sacar de reducir el fraude y los coches oficiales?¿donarán sus sueldos los dirigentes de podemos para cubrir esos imprevistos?¿o tal vez su líder siguiendo el ejemplo del colega Rodriguez Zapatero convocará anticipadas y será el primero en abandonar el barco cuando éste se hunda culpando luego a la troika del naufragio y sus consecuencias?

Luego, reflexionando acerca de otra de las medidas estrella de Podemos, la renta básica, pienso... esto no es ninguna novedad, esto también lo han inventado los socialistas antes, en Andalucía se aplica desde hace décadas, le llaman el PER y aunque no es tan generosa, ha tenido unos efectos increíbles sobre la economía de esta bendita comunidad, muy beneficiosos sobre todo a la hora de garantizar unos niveles de paro, corrupción y clientelismo tan sólo al alcance de los referentes internacionales que Podemos sugiere. Luego poder podemos, la cuestión es si eso es lo que queremos.

Ellos dicen que no pactarán con la casta pero yo pienso que pactaran con quien haga falta haciendo una de estas coaliciones que tan buenos resultados da (veánse la Cataluña tripartita o la Andalucía de Susanita). De hecho, entiendo que el arte de la política (últimamente tan denostada) consiste principalmente en la capacidad de pactar y de llegar acuerdos – y cumplirlos a ser posible – con quien en principio estás en desacuerdo, más tratándose de una sociedad tan fragmentada, al menos ideológicamente, como la nuestra. Ellos dicen que no son de derechas ni de izquierdas pero cualquiera que sepa un poco de qué va la cosa los ubica a la izquierda de la izquierda porque su discurso apesta a populismo y a demagogia siniestra, con cierto tufillo pseudoanarquista. Ellos dicen que no mienten y a mi no me gusta que me mientan y menos que me tomen por gilipollas, eso ya lo hacen muy bien los partidos tradicionales, no vayamos en esa línea.

Se da por hecho que no se puede hacer peor pero lo cierto es que se puede hacer mucho peor porque desgraciadamente conocemos los manejos de distintos gobiernos mucho más corruptos y nefastos de los que hemos padecido aquí sin que eso sirva de justificante de los desfalcos que han hecho los nuestros. Creo que los principales partidos han cometido graves errores pero no que sean imperdonables, si bien es cierto que primero deberían entonar un sentido mea culpa y luego depurar responsabilidades. De hecho, mientras no haya un verdadero acto de contrición y un cambio de actitud real y manifiesto en los políticos y dentro de sus partidos seguirán perdiendo votos y haciéndole la campaña al de la coleta. Pero echo la vista atrás y hago balance de estos cuarenta últimos años de gobierno de la casta y pienso que algo habrán hecho bien esos tipos aunque el azote de la crisis haya arrasado con muchos de los logros al amparo de una Constitución, la de 1978, que ha sido la más conciliadora y fructífera de nuestra atropellada historia parlamentaria, a la que ahora éstos – acogidos a las libertades que ella garantiza – llaman cerrojo o ladrillo.

Me gustaría saber – pero no por encima, sino con pelos y detalles – qué preceptos constitucionales pretende Podemos reformar, qué contenido piensa darles y porqué motivo. Lo único coherente que hasta ahora he escuchado en ese sentido es a Pedro Sánchez decir que está dispuesto a reformar la forma de elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, imagino que para renunciar – o al menos limitar – la prerrogativa de los grupos parlamentarios de nombrar a los gobernantes de los jueces, reforma en la que yo incluiría a los miembros del Tribunal Constitucional y en la que dejaría participar a los ciudadanos pero sobre todo a los profesionales del gremio.

El melón del reparto territorial del poder no sé si nos conviene abrirlo por más que los catalanes se empeñen, a no ser que estemos dispuesto a comérnoslo (pero el melón es gordo). En este sentido (como en muchos otros) no estaría de más saber qué opinan en Podemos, si prefieren profundizar en la descentralización del Estado o convendría tal vez rescatar competencias y reforzar el poder central. En cuanto a cuestiones como si España es Monarquía o República Parlamentaria, si estado Autonómico o federado, los colores de la bandera o el himno de la patria, me parecen subnormalidades tales que no pienso entrar a comentarlas, pero considero que tampoco deberían mencionarlas estos nuevos adalides de la teoría política que mantienen que ya no vale la dicotomía izquierda-derecha para entenderla.

Se presupone que cualquier cambio será para bien (y ojalá que así sea) pero dudo mucho que esos muchachos tengan soluciones para los problemas que el gobierno de este país plantea; se dice que no tienen pasado político (salir borracho entonando la internacional en un show bochornoso y algún escrache que otro tampoco puede considerarse una gran trayectoria en la cosa pública) pero esa ausencia de pasado es también carencia de experiencia; yo nunca he llevado un país pero entiendo que debe ser una difícil tarea y no estaría de más que los aspirantes tuvieran algunas tablas, cierta veteranía, más teniendo en cuenta la complicada encrucijada en la que el país se encuentra.


Estas serias dudas (y algunas otras que me reservo) me plantea el panorama político y su nuevo protagonista que ya puede al menos presumir de haber captado la atención de todos – quien más quien menos le ha dedicado unas palabras, una reflexión, unas líneas – y ha revolucionado eso que ellos llaman el tablero. Van sobrados de teórica; ahora empieza el juego, a ver cómo se les da la práctica. Yo por mi parte – a pesar de estar apesadumbrado – no quisiera desilusionar a nadie. Por su puesto que quisiera que muchas cosas cambien, que las cosas que van mal mejoren, que se corrijan los errores, y si el pueblo o los pueblos de este país así lo deciden, abrazaré el cambio, si no ilusionado al menos sin reservas, pero por lo pronto y mientras llega esa hora permítanme tenerlas.