Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







sábado, 14 de mayo de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Radio




No soy un gran aficionado a la Radio. Soy, más bien, un completo ignorante, y seguramente todo o casi todo lo que diga aquí referente a ella a más de uno pueda darle la risa.
Ante el aterrador devenir de los tiempos, los cuales hacen que uno llegue a la cama totalmente derrotado y angustiado frente a la inminencia del siguiente día, parece casi un milagro que un pequeño transistor, ya obsoleto, sea capaz de reconciliarnos con el mundo. Escuchar la envolvente voz de José Mª Velázquez-Gaztelu, presentador de “Nuestro Flamenco” o al simpático y enciclopédico Juan Claudio Cifuentes, presentador de “Jazz porque sí”, es un auténtico placer. El timbre de sus voces saliendo despedido a través de la membrana templan los nervios y trasladan nuestra psique a otra estación del pensamiento. Hay algo en la radio que la hace más sensitiva que la televisión. Si a ello se le añade la oscuridad de la habitación, el silencio de la noche, su magia acaba apoderándose de todos nuestros sentidos. Algunas noches se dedican a monográficos de grandes artistas; como el de la semana pasada, dedicado a Billy Holliday. Comenzó con algunos temas de sus comienzos, cuando apenas contaba con 21 añitos, y en su voz, la vivacidad, la alegría, la esperanza, la potencia de la vida en plena actividad creadora. Y en contraste, aquellas otras canciones de sus últimos años en plena caída hacia los abismos, desgarrada, aniquilada, desvaneciéndose tristemente en el vacío. Sentir la fugacidad de un vida en apenas una hora, galopando a lomos del sonido, poniendole letra al sufrimiento, tan humano y común. Qué decir, también, de esas grabaciones añejas de cante jondo retumbando en el espacio como en una cueva, aquellos ruiditos de magnetófono, el aliento de los músicos, las arengas de los asistentes… Lo antiguo viajando a través del tiempo, fantasmas olvidados que resurgen en la noche con toda su majestad.
Y es que, como ya sabemos, la noche tiene algo diferente, algo hipnótico, que nos lanza directamente al trasmundo, a lo ilusorio, fantástico e imposible. Como Iker Jimenez en Milenio3, la madrugada de los sábados (aunque me quedo con Cuarto Milenio los domingos, no tienen desperdicio los discursos que cierran el programa) con sus historias que penetran en lo más profundo del alma humana, que tocan el fondo del miedo, lo acarician y lo sacan a la superficie para que nos enfrentemos a él sin intermediarios, directamente. Algunos días escucho antiguos programas a través de archivos grabados de Internet. La mayoría de los días me quedo dormido al minuto 5. Caigo rendido, a veces por aburrimiento, a veces por puro cansancio, pero en todas las ocasiones las historias acaban fusionándose con el sueño, haciendo confusas las fronteras de lo real y lo incierto. Otro nivel de conciencia, quizás, posible gracias a algunos comunicadores de nivel que aún, errantes, vagan por el espacio radiofónico. Me viene a la memoria como una tarde, hace unos años, unos amigos escuchaban unas grabaciones de antiguos programas del ya fallecido Juan Antonio Cebrián. Desconocía por completo quien era el tal y, distraído, escuchaba como quien oye el tráfico lo que relataba. De pronto, a los pocos minutos, me vi totalmente engullido por su voz, por su peculiar forma de narrar la batalla de no sé cual y, dejando lo que estaba haciendo en aquel momento, me traslade al lugar donde me estaban invitando. No sé cuantos programas seguidos acabamos escuchando aquella tarde.

Algo tiene, la Radio. No sé lo que es. O si lo sé, pero no puedo expresarlo. O si puedo, y no quiero hacerlo. No sé. Es solo coger el aparato, gris, destartalado, feo. Estirar la antena hasta casi sacarla de su sitio. Darle a la rueda del volumen y escuchar el click de encendido para, seguidamente, escuchar resurgir el progresivo carraspeo. Graduar el canal preferido apuntando simultáneamente en diferentes direcciones la antena hasta que se produce el momento.

El sonido perfecto.

En fin, como dice Cifu: “Besos, abrazos, carantoñas y achuchones múltiples para todos. Hasta la próxima”.

2 comentarios:

  1. No, no y no, esto no es el africano semanal, esto es otra cosa...

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  2. La radio, sobre todo en una noche estellada convierte cada hisotoria, cada entrevista, cada canción en especial.

    Tower: engancha la muleta y deja de ver los toros desde la comodidad del tendido siete.

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