Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







martes, 29 de noviembre de 2011

Le dépaysé

-Rubén C.M-

FRAGMENTOS

Ocurre a veces que vas silbando por la calle, distraído con el vuelo de una paloma o esperando el cambio cromático del semáforo cuando de pronto un ser extraño de otro mundo te aborda sin previo aviso. Empieza a hablarte como si te conociese de toda la vida y, lo que es peor, la forma de dirigirse a ti parece dar tácitamente a entender que efectivamente es así. En esas, no sabes si seguirle el juego o darle un puñetazo en el hígado y salir cagando leches. Por lo común le seguimos el juego, hasta que al cabo de diez tediosos minutos es él el que se aleja silbando, dejándonos como completos gilipollas con los calzoncillos bajados y empapados de asco, como si acabásemos de ser víctimas de una violación.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Roy Haynes

Vaya solo de bateria que se marca el bicho, atentos a partir del minuto 2

lunes, 14 de noviembre de 2011

SI, PERO CUANDO

El experto sociólogo asegura
que la esperanza de vida
está aumentando
a un ritmo de unos
dos años y medio por año
y que posiblemente más de la mitad
de nuestros hijos llegarán a celebrar
su centésimo aniversario.

Lo que no dice es cuando
vamos a empezar a tenerla.
´

Rubén C.M

miércoles, 9 de noviembre de 2011

BOGEY

-Julio Basurco-

Hizo de fumar un arte, de beber un oficio y convirtió su forma de ser, de andar, de vestir y de mirar en sinónimos de masculinidad, de chulería, de estilo. No era el mejor actor, ni el más guapo, ni el que estaba más en forma. Su castigado careto, unido a su limitada altura y a una acreciente alopecia, no le convertía precisamente en el prototipo de galán del cine de la época. Algunos dicen que siempre interpretaba al mismo personaje, el del cínico romántico, el tipo duro de lengua viperina, torturado, chulo, inteligente y atractivo. Puede que sea verdad, pero no debido a sus limitaciones interpretativas, sino al tremendo magnetismo que ese personaje, o mejor dicho, que su propia personalidad desprendía tanto en la pantalla como en la vida misma. La gente pagaba por ver a ese tipo y daba igual que fuese un detective en busca de una antigüedad de ornitológico nombre, un problemático guionista, el borracho capitán de una barcaza en plena Guerra Mundial o el dueño de un café en Casablanca. No hacía falta que cambiara de registro porque nadie buscaba que él se convirtiera en el personaje, sino que el personaje se convirtiese en él, algo que probablemente ningún actor más haya logrado, o al menos a esos niveles. Él en sí era una forma de ser y el personaje no era más que un envoltorio dentro de un contexto en el que él debía depositar todas esas cualidades tan atractivas para el público. El personaje tenía que convertirse en Bogart. Y sólo Bogart podía ser Bogart.

Poseía el humanismo que les faltaba a James Cagney y a Edward G.Robinson y la mala leche y la indisciplina que no tenían grandes estrellas como John Wayne o Gary Cooper. Llenó un hueco en Hollywood y no sólo creó un personaje que hipnotizaba e hipnotiza, sino todo un modelo de conducta que no pasa de moda, un referente de la cultura popular que todavía hoy conserva intacto todo su poder de seducción. Es ese tío de una pieza del que las mujeres se enamoran y al que los tíos queremos parecernos, o al menos el Woody Allen de "Sueños de un seductor" y un servidor. También Frank Sinatra, Robert Mitchum o Steven Mcqueen, quienes recogerían más tarde los frutos que les otorgaría adoptar algunas de las maneras del maestro, pero sin acercarse jamás al encanto del original.

Bogart fue y es mucho más que un actor y mucho más que una persona. Para mí, Bogart es el blanco y negro, el tabaco, el alcohol, un sombrero, una gabardina, el cinismo, los casinos, la integridad camuflada, el saber estar, la elegancia. Para mí, Bogart es el cine.
..

miércoles, 2 de noviembre de 2011

CARTAS INSULARES: Una mañana en Sant Lluis

-Tejada F.-

El coche lo llevé al ginecólogo de autos, donde el tipo delgado y consumido por el Ducados debía revisarle los bajos. “En una hora estará listo si no hay novedad”. Pues a vagar se ha dicho. Salí de allí mirando hacia el suelo como es normal en mí, ensimismado, adormilado pero con brío, como si la hora de espera que tenía por delante se fuese a pasar más rápido si aliviaba el paso. Al girar la esquina sin rumbo, tropecé y después pisé a una chica que aceptó mis rápidas disculpas con una sonrisa. Proseguí mi camino analizando que daño habría hecho mi suela del 46 en sus suaves manoletinas. Saqué esos pensamientos de mi cabeza antes de que la culpabilidad me llevara a seguirla para interesarme por su más que posible lesión u ofrecerme a acompañarla al Centro de Salud antes de que lo clausuren, lejos de arreglar el asunto parecería un acosador aparte de un descuidado transeúnte.
Como digo seguí mi camino con la cabeza gacha, solo la levantaba para mirar las cocheras abiertas, tengo esa costumbre, no lo puedo remediar, desde pequeño padezco una irrefrenable curiosidad por ver esos habitáculos con olor a coche en reposo, ese improvisado lugar de bicicletas viejas y repuestos, estanterías llenas de herramientas, balones, viejos juegos de mesa en su penúltima estación o leña preparada para desafiar el invierno.

Por la calle me encontré al dueño de un bar que tengo justo al lado de casa, nos saludamos y seguí mi camino. A este tipo es aconsejable no darle mucha bola, habla demasiado, grita a lo grande y tiene una costumbre incómoda para el interlocutor: no deja de sobarse el rabo mientras hace ligeros movimientos a izquierda y derecha. Es la persona más nerviosa que he conocido en mi vida, muy simpático eso sí, aparte de gran profesional. La segunda vez que llevé una visita a su restaurante nos habló de su vida, de sus descargas de fruta en Merca Barna, de su trabajo en el Ferry Ciutatdella-Barcelona o de lo poco que le gusta la Cruzcampo, todos estos comentarios aderezados con un sobeteo de miembro a pocos centímetros de nuestra rica ensalada menorquina.

Después de un café y una rápida ojeada a la información local solo quedaban 20 minutos para la hora prevista de recogida del carro, pero me presenté en el taller, saludé y me asomé a las entrañas del coche aparentando saber que estaba viendo, la realidad es que me sentía como Garra Jaguar oteando a lo lejos las naves de Colón. Lo que si entendí fue la factura, de regalo vaselina.

Por la carretera de camino a casa me encontré con un autostopista, aquí en la isla es muy habitual, un toque romántico, rutero, recordé el espíritu On the road, llegó a mi cabeza el espectacular álbum Runing on empty de Jackson Browne, me acordé de ese verano en el que el Oso y yo hacíamos dedo para ir a Sabiote cada dia mientras apurábamos los últimos tragos de un litro caliente. Pero la realidad es más puta que todo eso, tengo la ventanilla derecha inmovilizada, no se puede bajar, a tomar por culo el romanticismo, apreté la homicida suela del 46 a fondo mientras por el retrovisor el mochilero se lamentaba de lo que supuso una parada probable, le di voz a la radio como mecanismo ingenuamente defensivo, atronaban los Burning y el coche rugía como nunca…

martes, 1 de noviembre de 2011

INFORME VII: El pan





El tema me tenía yendo y viniendo de un rincón a otro del despacho. Cogí la gabardina y salí. Necesitaba madurarlo, así que fui a ver a mi Gurú.
Estaba allí como de costumbre, haciendo sus crucigramas y tomando té. Me senté junto a él.

—¿Qué te pongo?
—Nada.
—Un día voy a tener que empezar a cobrarte estas conversaciones.
—Atiende. ¿Qué es para ti lo justo?
—Como la etimología de la palabra propiamente indica lo justo es lo que encaja. Todo lo que no sea justo se sale del molde y desmonta toda la pieza.
—¿Y hacer el bien?
—¿Hace el bien la leona cazando a su presa? ¿El funcionario poniendo en orden sus archivos? No. Hacen lo justo y necesario para que siga el curso de las cosas.
—Gracias, necesitaba oír algo así.
—El otro día leí tus informes. Estás algo espeso últimamente, te noto sin ganas.
—Si, me desinflo como un globo de helio. Quizás esto de la investigación no sea lo mío.
—El hombre no puede vivir plenamente si no hay algo capaz de llenar su espíritu hasta el punto de desear morir por ello. No lo digo yo, lo dice Ortega.
—Haré lo que pueda.

De camino se me ocurrió. Fue como un fogonazo. Podía ser la solución. Fui a una joyería próxima y hablé con el dependiente. Volví al despacho.
Me estaba lavando las manos cuando sonó el timbre. Las sequé rápidamente y abrí la puerta.

—¿Qué hay?
—Pase, buen hombre.
—Aquí tiene. —Examiné el anillo concienzudamente. Podía leerse en su interior nombre y apellidos de la difunta propietaria—.
—Está bien, todo en regla.
—¿Nada más?
—Eco.

Se giró y mientras avanzaba hacia la puerta lo abordé por la espalda cubriéndole la boca con un pañuelo empapado en cloroformo. No sabía si iba a resultar el experimento. En las películas era un valor seguro. Se fue escurriendo poco a poco hasta dar con el hocico en el suelo. Lo cogí de los sobacos y lo arrastré al sillón. No había tiempo que perder. Me eché el anillo al bolsillo y salí corriendo del despacho. Dos calles más allá se encontraba la joyería. Ya había dado las instrucciones al joyero sobre lo que había que hacer. Simplemente un par de copias en menos de una hora. Podía hacerse sin problemas. Volví a mi despacho a tiempo. Seguía dormidito apoyado en el sillón. Me senté a esperar a que despertase de su sueño eterno. Poco a poco fue despabilando.

—Chico, menuda ostia.
—¿Qué?
—De pronto plaff, contra el suelo. Ve a mirártelo.
—Qué coño…
—Te has desmayado. Aquí tienes.
—Mierda, me duele la cabeza.
—Toma el anillo, todo en regla.

Y se marchó. No perdí el tiempo y fui a encontrarme con la lotera. Se puso pletórica de satisfacción cuando le entregué el anillo. Ninguna sospecha. Me dio mi primer décimo como convenimos. Con el fundido del anillo saqué suficiente dinero para las copias y el grabado, copias, por supuesto de inferior calidad en kilates. Había hecho justicia. Una auténtica jugada maestra. Todos contentos y la puta al río. Empezaba a recuperar la confianza en mi oficio. Aquella noche dormí como un tronco.
A la mañana siguiente, como todos los días, fui a por pan. Subía las escaleras hacia mi despacho, silbando y en paz con la vida, cuando alguien me encañonó por detrás.

—¿Qué se le ofrece?
—La madre de mi mujer se llamaba Carmen, no Mamen.
—Mmm.

Mis sesos se desparramaron por la pared mientras el décimo caía plácidamente hacia el suelo.
Se dice que alguien fue al día siguiente a cobrar el dinero de vuelta.

SIN SENTIDO

-Julio Basurco-

Si en algo tiene talento la derecha es en adoptar el vocabulario de la izquierda en su propio beneficio. En sus discursos usan expresiones como igualdad, acceso a un empleo, derechos laborales, integración, educación de calidad, etc. sin conceder un segundo a explicarle a la sociedad que todos esos derechos básicos del ser humano no han sido regalados sino ganados y no precisamente por a ellos sino todo lo contrario: se les han ganado a ellos. La derecha ha sido el enemigo a vencer, ese que siempre se ha opuesto a cualquier tipo de avance en pos de una sociedad más justa e igualitaria.

Realmente, lo que hace la derecha no es otra cosa que decirle a la gente lo que todo el mundo quiere oir, hacer uso del discurso fácil, el "vótame a mí que yo soy la solución, conmigo será todo muy bonito, ¡viva España y viva tú!", sin hablar de programa político, de medidas, de lo que realmente pretende hacer. Hace ésto sencillamente porque lo que piensa hacer no es otra cosa que seguir la línea que ha seguido su predecesor, la derecha light, ese partido al que debería darle vergüenza llamarse socialista. ¿Cuáles son esas medidas? pues las que dicten Merkel, Sarkozy, Obama y los mercados, las líneas neoliberales que nos han traído a la situación en la que estamos. Si pudieran (y al paso que vamos igual lo consiguen) mandarían a la mierda todos esos derechos que he citado al principio, los derechos que ellos proclaman a los cuatro vientos y que en realidad odian, con la crisis como perfecta excusa. Y lo harán como han hecho siempre, engañando a la opinión pública confundiendo austeridad con recortes y economía con economía neoliberal y capitalista, erigiéndose en Mesías con su ya clásico "ésto es lo que hay que hacer".

Pero acudamos un momento a la lógica. Si esta crisis ha sido causada por el capitalismo en sí, por todo lo que lleva implícito y que nunca se dice (competición inhumana, concentración injusta de riqueza, necesidad de pobreza, violación de derechos humanos, explotación del trabajador, etc) ¿tiene sentido votar a partidos ultracapitalistas? ¿no se dan cuenta los trabajadores y toda la gente de la clase media que vota al PP (también los del PSOE) que están votando a los causantes de sus desdichas, a sus enemigos? ¿de verdad la gente cree que la manera de salir de la crisis es renunciar a esos derechos básicos por los que tanto se ha luchado? ¿no es eso mismo la crisis en sí y no la solución? ¿no es a eso a lo que hay que ponerle remedio? ¿no debemos luchar por no perder nuestros derechos en lugar de votar a la gente que sabemos que no los va a recortar hasta la asfixia? ¿sómos todos masoquistas?