LA DEMAGOGIA
La
Demagogia es una aduladora, una zalamera. Es esa persona que de
pronto se interesa por ti, y te hace sentir bien, te dedica su tiempo
haciéndote sentir especial, tiene detalles contigo que nunca nadie
tuvo antes, te habla en tu idioma, te entiende y te hace creer que
realmente no mereces menos que eso porque tu eres grande, simplemente
por ser como eres.
¿Quién
no quiere ser querido? ¿A quién no le gusta sentirse importante?
Ella lo sabe.
Sabe
que una palabra amable le abrirá más puertas que cualquier llave
maestra.
Sabe
que a nadie le amarga un dulce y son muy pocos los que rechazan las
alabanzas.
Por
lo general, el ser humano tiene una alta concepción de sí mismo, y
a menudo no encuentra en el resto de seres humanos – más
pendientes a sus propias virtudes, más convencidos de sus valores
que de los ajenos – esa misma idea elevada sobre la calidad y
entidad de su persona. Se podría decir que somos, desde la más
tierna infancia, seres necesitados de la aprobación de los otros, y
podemos decir también sin temor a equivocarnos que son pocos los que
logran alcanzar el éxito, son sólo unos cuantos escogidos los que
consiguen la admiración y el aplauso del público, por lo que cabría
afirmar que hombres y mujeres sufren un constante déficit de
atención por parte de sus semejantes lo que deja el terreno abonado
para que nuestra protagonista crezca, prospere y se reproduzca.
Ella
no quiere tus halagos, no los necesita, no los quiere para nada pues
acostumbrada como está a mentir para convencer sabe de sobra el
escaso valor que tienen las adulaciones y puede descubrir un camelo a
kilómetros. Por otro lado, tendrá todo el agasajo que sea necesario
cuando consiga lo que en realidad busca, que no es otra cosa que
ostentar todo el poder a tu costa.
Así
pues, tenemos a miles de millones de seres humanos que anhelan el
reconocimiento de los de su especie y a una experta en lisonjas que
tiene esa palabra de ánimo que te reconforta, una mano cálida para
darte esa palmadita en la espalda que necesitas y todo el tiempo que
sea necesario para ganarse tu confianza y que lo dejes todo en sus
manos.
Te
prometerá el oro y el moro, te venderá la moto, pero no una moto
cualquiera sino la moto de tus sueños, la que se adapta a tus
necesidades, la moto que más corre y la que menos gasolina gasta,
una moto que vuela si hace falta y que en vacaciones también es moto
de agua. Una moto fantástica.
Cómpratela
si quieres, yo paso de vehículos a motor de dos ruedas. Eso sí, si
te decides por ella no me vengas luego con el cuento de que cualquier
tiempo pasado fue mejor, que añoras tu clásica Vespa, o lo que
sería peor, que me dijeras que todas las motos son iguales, una
mierda.