Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







martes, 29 de marzo de 2011

NBAcacal: El Tipo Que Hacía Feliz a la Gente

-Tejada F.-
Earvin era el sexto de diez hermanos. Se levantaba cada mañana para jugar al baloncesto, su gran afición. Aunque no era el más madrugador en su casa. Su madre trabajaba como encargada de la cafetería en una escuela de Michigan. El chico era un apasionado del baloncesto, veía con su padre todos los partidos que podía con una pelota en las manos. De camino al colegio botaba la bola con la mano derecha y a la vuelta con la izquierda. En el instituto su manejo de la bola era asombroso y su envergadura también. La sonrisa en la boca tampoco la dejaba nunca. Con quince años, después de un partido, un periodista le puso un apodo que le acompañará toda la vida. Anotó 36, 16 rebotes y 16 asistencias esa noche. Fue elegido por los Lakers en el draft pudiendo cumplir uno de sus grandes sueños: jugar con Kareem Abdul-Jabbar. Esa primera temporada logró ser nombrado mejor novato y llegar a las finales para enfrentarse a los Sixsers de Philladelphia. La eliminatoria llegó al último y definitivo partido. Pero ocurrió lo peor para los de LA: Jabbar no podía jugar debido a una lesión inoportuna, el pesimismo –aunque disimulado- invadía el vestuario. Pero justo antes de salir a la cancha, en ese momento sagrado, el novato alzó la voz y se dirigió a sus compañeros: “No os preocupéis, Magic está aquí, ganaremos”. Y ganaron. Earving “Magic” Johnson era base pero aquella noche jugó de pívot, 42 puntos 16 rebotes y 7 asistencias fueron sus números. Y es que Johnson podía hacer de todo, con envergadura para jugar en la zona y talento para ser base. Sus contraataques eran arte. Miraba a Jack Nicholson en la grada mientras enviaba la bola en dirección a Worthy (el gran receptor de sus pases). El Showtime se instaló en Los Ángeles, las estrellas de cine atascaban las primeras filas de la cancha mientras la banda sonora de Superdetective en Hollywood atronaba en esos felices 80. Eras buenos tiempos en California. Él encarnaba todo lo bueno de un deportista. En la ciudad de las estrellas brillaba una por encima de todas. Pero esa sonrisa eterna se escondió una mañana de 1991. En una rueda de prensa transmitida en directo a todo USA- y poco después reproducida para todo el mundo- Magic con el gesto serio (y eso ya era noticia) anunciaba que abandonaba el baloncesto, era portador del virus del SIDA. El planeta entero quedaba conmocionado cuando el hombre mejor preparado para hacer feliz a la gente se encontraba en una situación desconocida y delicada. Cuentan que su amigo, y rival más duro Larry Bird lloró desconsolado. La sociedad en general tomó conciencia del problema del VIH tras los casos de Freddy Mercury y el propio Johnson. La guardia estaba demasiado baja en los locos 80. Pero como no podía ser de otra manera fue Magic el que daba ánimos a los que tenía a su alrededor, y su sonrisa imprescindible volvía a asomar desafiando al destino. Tuvo tiempo de formar parte de la mayor concentración de talento deportivo de la historia en Barcelona 92, compartiendo equipo con Jordan, Bird, Stockton, Malone, Ewing, Pippen, Barkley, Drexler, Robinson… Força and God Save the USA. Los años siguientes fueron complicados, recibió numerosas demandas de mujeres con las que se había acostado, la lista era interminable. Muchas ciertas, otras buscaban aprovechar la oportunidad para abrirse paso en la meca del espectáculo. Dicen que la línea entre poner copas en un garito de Sunset Bulevard y entrar en el reparto de una serie o película era saber elegir a quién hacer un buen solo de flauta. Magic se retiró pero siempre permanecerá entre los más grandes. Ha sido el mejor pasador de la historia, el tipo que desafiaba las leyes de la física, el genio del pase sin mirar. La sonrisa eterna. Algunos dicen que los dioses le encargaron hacer feliz a la gente. No sé si es cierto, lo que sí tengo claro es que si tienes un mal día, búscalo, pon uno de sus videos y recuerda: no te preocupes, Magic siempre estará aquí.

domingo, 27 de marzo de 2011

BUTACA




NO ES PAÍS PARA VIEJOS



Decía Ortega en su rebelión de las masas que se pueden observar en distintas sociedades de diferentes épocas diversas tendencias que llevan a los individuos a decantarse por principios o valores propios de la juventud o la madurez, lo viril o lo afeminado, y así en una época se respeta y se admira más al anciano, y se le escucha o hasta la moda le evoca, y en otro momento y otro lugar la gente tiende a lo juvenil y lo desenfadado.

Ortega decía que la nuestra era una sociedad dominada por los joviales ideales mozos y digo mozos y no mozas porque si mal no recuerdo, D. José reflexionando sobre el tema argumentaba que en la hegemonía de los valores imperantes se imponían los valores jóvenes y masculinos. Puede que eso así fuera cuando hace un siglo el ilustre pensador lo advirtiera y puede que lo siga siendo en lo que a la parte de la edad de los valores dominantes se refiere, pero en cuanto a su género, ciertamente discrepo, y considero que si bien siguen siendo chavales, casi diría adolescentes, los principios rectores de la vida en sentido sociológico, no acierta el filósofo al diagnosticar su género pues es obvio aquí quien lleva los pantalones, lo cual no quiere decir tanto que Ortega se equivocara como que es posible que el dominio decimonónico de lo masculino estaba dando sus últimos coletazos y posiblemente haya llegado a su fin.

Y todo esto a cuento del título de la última travesura de los hermanos Cohen que vi en el cine.

Se trataba de uno de esos cines pequeños, familiares, de los que ya no quedan. El tipo que me vendió la entrada y el que hacía las palomitas se daban un aire; un aire raro, por cierto. Pensé que aquel negocio lo llevaban unos hermanos tarados. Igual que la peli.

No había más de tres personas en aquel sitio incluyéndome a mí. Lo bueno es que puedes mascurrear palomitas sin molestar al de al lado. Lo malo es que si el malo es muy malo acojona el doble verlo en acción. Menudos son estos personajes.

Estos dos saben bien de qué va esto. Saben cómo hacerlo. No aburren, no decepcionan, no paran, no caen. No se callan.

Qué hermanos más traviesos! No saben estarse quietos! Y qué bien se les da hacer lo que hacen! Son unos cachondos los judíos. Perdón, he dicho judíos, quería decir jodíos, aunque creo que son judíos, no?, como Woody, que también es muy gracioso. Qué jodíos estos judíos!

Un amigo mío decía que los judíos son malos porque mataron al Señor. Yo creo que al Señor lo matamos entre todos y lo matamos pronto para que nos quedara un buen recuerdo, porque de haber llegado a viejo, quién le habría escuchado?

viernes, 25 de marzo de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Anacronismos


-Africano-


Voy caminando y no me lo puedo creer. Alguien telefonea desde el interior de una cabina. Unos metros más allá, los tubos de un potente neón parpadean como recién estrenados. Una pareja se reune en un portal y se coge de la mano en dirección a dios sabe dónde. Más abajo, en un callejón, tres ancianitas charlan sentadas en sillitas de madera en la puerta de sus casas. Huele a verano. Un punky, con cadenas colgando de todos sus miembros, le pide fuego a un señor con bigote vestido con traje de pana. Un perro callejero se me cruza, tropiezo y me encuentro con una moneda de 50 pesetas. Paro en un semáforo, pasan coches. SEAT 127, Ford Fiesta, Renault 5. Y en sus matrículas la CE de Ceuta, La M de Madrid, La CA de Cadiz. Voy caminado y, os lo juro, no me lo puedo creer. Dos chicas, mascando chicle, con el pelo azul la una, violeta la otra, me miran y se ríen a carcajadas. Un cartél con el rostro de Felipe Gonzalez anuncia las próximas elecciones. Tras una cristalera, en una cafetería, grupos de hombres juegan al domino y beben sus orujos mientras, por televisión, va cayendo el Telón de Acero. Un crio, montado en patinete, cruza como una exhalación el asfalto evadido del mundo con sus walkman a todo trapo. A la entrada de una tienda de comestibles una señora pide la vez mientras otra, sentada sobre un taburete, muestra sus varices ante el asombro de un niño que tiene entre sus manos un balón Tango del 82. Voy caminando, caminando y no termino de creérmelo. Un hombre cambia de acera seguido por la mirada de un yonqui en busca de su última dosis. Y quién no. Llego ante la puerta de un local, las diez de la noche, no hay mucha gente, pero pronto se llenará. Dentro suenan los Heroes, Mar Adentro. Pido una Skoll, espero a que la marea me cubra.

martes, 22 de marzo de 2011

NBAcacal: Los Negros sí la Saben Meter




"A la gente negra no le dejan acercarse demasiado a la mansión del Gobernador de Alabama a no ser que sea el día que toca limpiar el edificio"

(Charles Barkley
Ex jugador)


Tejada F.

Las tensiones raciales en Estados Unidos son inherentes a su Nación, a su Historia, están pegadas a su piel. Los nativos americanos, primeros pobladores, fueron apartados poco a poco hasta prácticamente ser arrinconados en reservas. Otros no tuvieron esa suerte. Afroamericanos, latinos, asiáticos y demás minorías tienen complicado salir adelante en la tierra de las oportunidades.

Muchas veces marginados por un racismo elitista y latente, otras auto excluidos, estos grupos sociales a menudo se apartan del largo y costoso periplo académico y optan por otras maneras de estar y desarrollarse en comunidad.

Aproximadamente el 13% de la población de EEUU es negra, en la NBA son el 80% y en las cárceles, con condenas superiores a un año alrededor del 40%. Está claro que el baloncesto es su imperio. Pero hasta para llegar a tener un espacio propio, aunque sea en un deporte secundario, se ha tenido que sudar sangre. En demasiadas ocasiones de manera literal.

Dos siglos de esclavitud tirana dan para mucho. Leyes que legalizaban y fomentaban el tráfico de personas, trabajos forzados y vejaciones escalofriantes regaban la gran Nación casi desde su independencia de los ingleses hasta Lincoln. Eso en teoría, ya que en la cruda realidad duró mucho tiempo después.

Pero hasta en la basura en descomposición crecen hermosas flores que desafían la cruel lógica existente. Durante esos tiempos oscuros se instauró una especie de sociedad secreta, un grupo solidario, héroes que se hacían llamar “ferrocarril secreto” o “tren subterráneo”. Se trataba de una red de cooperación cuyo objetivo principal era ayudar a escapar a los esclavos de su terrible infierno. Entre otras acciones dejaban señales por los profundos bosques y senderos para indicar el camino correcto de la libertad a los huidos.

Hay veces que una persona te reconcilia con la raza humana, a mí me ha pasado con Harriet Tumban, ciudadana de Meryland, cuya vida es un asombroso ejercicio de dignidad y lucha, un encomiable esfuerzo por superar con la cabeza alta todo tipo de adversidades, un ejemplo emocionante de fuerza y tesón no sólo por superar la injusticia más fragrante. Y es que Harriet no sólo escapó de las profundas tinieblas sino que a través del “ferrocarril subterráneo” lideró varias operaciones de rescate en las que liberó a 70 esclavos. Tuvo tiempo de luchar de manera pública ya, por el abolicionismo y el sufragio femenino. Recomiendo de manera insistente leer cualquiera de las distintas biografías sobre esta increíble señora. Merece la pena. Cuando Esperanza Aguirre o Mercedes Milá dicen orgullosas que son feministas me dan ganas de vomitar.

Oklahoma es uno de los estados con más tensión racista hacia los negros en todo Estados Unidos. Pues allí liderando al equipo de la ciudad se encuentra Kevin Durant, máximo anotador de la competición, un negro, una megaestrella llamado a ser el futuro de la liga. En la sureña Atlanta, estado de Georgia (on my mind) que cantaría Charles, juegan a penas dos jugadores blancos en toda la plantilla. Los Suns, habitan en la seca Arizona, estado con enorme tensión fronteriza, con sus muy blancos seguidores de sombrero cowboy que celebran poseídos cualquier canasta de sus muy negros muchachos.

La NBA no es el nuevo “ferrocarril secreto”, ya no hay esclavitud –al menos de derecho- pero el deporte se ha convertido en una nueva esperanza. Un horizonte que aparece como oportunidad de salir de un barrio marginado, de ganarse la vida de manera digna, de ser aclamado por personas que no miran la piel sino que admiran el talento o el esfuerzo. Dentro y fuera de la cancha los jugadores se convierten en iconos, símbolos en perfecta armonía con unos seguidores que tienen como único objetivo la victoria.

Puede que los jugadores afroamericanos, jóvenes y millonarios que forman parte de la élite deportiva y social no conozcan nada de Harriet Tumban, de Frederick Douglass, de Rosa Parks o del Doctor King. Pero por ellos y por muchas otras personas anónimas pueden hacer el gilipollas en calzoncillos y tirantes detrás de una Spalding cada noche.

sábado, 19 de marzo de 2011

BUTACA



LAS MAÑANAS AL SOL




Cuando estoy en el pueblo paso las mañanas al sol, no porque esté parado como Barden y Cia. tras el cierre de los astilleros, sino porque trabajo en el campo. El campo es duro y agradecido como él solo. Las labores del campo son paradójicamente penosas y agradables, graciosas y amargas como la cerveza. Uno de los privilegios de trabajar en el campo es que el trabajo transcurre al aire libre, en contacto directo con la naturaleza; nada que ver con la tristeza opaca de la oficina. Uno de los inconvenientes es que el trabajo no suele ser tan liviano como el que se desarrolla en una oficina. Otro inconveniente es que hay que madrugar mucho, y no me gusta mucho madrugar. En verano los campesinos nos levantamos a las seis de la mañana. Eso los jóvenes agricultores, porque los viejos a las cuatro ya están en pie, y salen caminando hasta al campo, la herramienta al hombro, y al otro el capacho. La ventaja es ver amanecer. Cuando escasos minutos antes de que salga el sol, el frío agarrotándote no te deja pensar, y empieza a sentirse esa cálida sensación tras las montañas al este, los primeros rayos caen límpidamente sobre tus ojos aun entornados; entonces compensa el madrugón.

Por la tarde en el pueblo no hay mucho qué hacer. Después de una buena comida y una merecida siesta, uno se agarra a un libro, a una raqueta, al mando a distancia, para matar la tarde como sea y cuando se hace de noche lo mejor que se puede hacer (o lo único) es salir a dar una vuelta al parque.

Durante un par de semanas de agosto el cine de verano ofrece una alternativa válida, aunque la oferta tampoco es muy variada, las gradas son de piedra viva, la gente no se calla, la lata de cerveza vale un pavo, y entonces compensa. En una de esas me topé con Fernando León de Aranoa que me presentó a Santa y me quedé pillao. No era la primera vez que ese gachón me dejaba pillao. Sólo a este tipo se le podía ocurrir lo de atar una moto de agua a una farola. Tiene gracia el jodío. Se ve que éstos, al igual que mis colegas y yo por entonces, tienen una fijación extraña por las farolas, porque su colega Santa también la tomaba con ellas a la más mínima, como digo, muy al igual que nosotros, que haciendo uso de las naranjas de los árboles de la carretera, arremetíamos siempre que podíamos contra las farolas del vecindario.

Que se jodan!

Luego igual que a Santa nos pillaron y nos jodimos nosotros pero como bien dice el refrán:

El que da primero…

viernes, 18 de marzo de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Localidad de palco



Si quieres reservarte un buen sitio, una butaca de palco, para presenciar el espectáculo del mundo, solo tienes que comprarte un apartamento en el monte Hacho (en los textos mitológicos, columna de Hércules) de cara al Estrecho de Gibraltar. Y es que por aquí la Historia está obligada a pasar por aduana. Recuerdo allá por el 90 o 91, cuando apenas contaba yo con cinco o seis años, preguntarle a mi madre por aquel terrible ruido de motores que cada ciertos minutos podía oírse pasar por encima de nuestras cabezas. “Son aviones, hijo”, me decía. “Y a dónde van esos aviones, ma?”. "A matar a los malos, a Irak". Yo, ni que decir tiene, no tenía la más mínima idea de qué era Irak, contando con que por aquella época sufrí un fuerte chock al pedir en una papelería el mapa de Ceuta para colorearlo y recibir, en cambio, por parte de la desalmada dependienta, un extraño dibujo que no se correspondía con la idea que yo tenía de mi ciudad, pues pensaba que la silueta de nuestro país coincidía con aquella, esto es, pensaba que Ceuta era España, que Ceuta era el único mundo donde vivían todos los españoles. Aquel día empecé a tener conciencia de que el mundo no acababa en el mar que observaba a ambos lados de la península africana, muy al contrario, se extendía más allá hasta un lugar en el que unos malvados debían recibir su merecido con todo el peso del aparato armamentístico del Tercer ejército de los Estados Unidos, en la tan afamada Operación Tormenta del Desierto. Años más tarde, ya con algo de más edad, en el 94, contando con diez años y en mi primera comunión, los F-16 volvieron mejorados tecnológicamente, cruzando de nuevo como una exhalación los altos cielos de España que dijera Hemingway, desde la base naval de Rota, y una vez más mi pregunta, esta vez con mayor uso de razón, a mi padre: “Que coño pasa ahora, pa?”. “Hay un zipote bastante gordo montado en Yugoslavia, es que no ves la tele?”. Y si que la veía, solo que me dedicaba a alternar entre “Bola de Dragón Z” y la gran serie “Ay Señor, Señor”, cuando a Andrés Pajares aún no se le había ido del todo la chaveta. Lo más cerca que yo estaba de entender sobre cosas de guerra era por lo que había visto en “Historias de la Puta Mili”, serie que tenía bastante gracia. Algunos años después supe que aquella guerra no había tenido la más mínima, más bien ninguna. Un tal hijo de puta, llamado Milosevic, había masacrado a miles de personas por aquella zona.

De nuevo los malos y de nuevo USA mandando sus juguetitos, esta vez con bastante demora, por la autopista del Mediterráneo, desde donde yo contemplaba los acontecimientos aparentemente sin mucho interés. Estas dos variables parecían no fallar nunca, MALOS-USA. Más tarde, y ya más maduro, en 2003 e iniciados ya mis estudios universitarios, comenzó la II Guerra del Golfo con la Operación Libertad Iraquí, tras la catástrofe de las Torres Gemelas y tal que todos conocéis. Ya no tenía cerca a mis padres para preguntarles, por lo que decidí informarme a través del que tenía más a mano, mi buen amigo Gregory Little, compañero de habitación en mi primer año en Granada. Apoyado en una barra con postura chulesca y a modo de dármelas de interesado por la situación mundial, le pregunté: “¿Qué te parece que tu país vaya a invadir Irak?”. Su respuesta fue la siguiente: “No me parece bien guerra, pero si mi presidente lo ha decidido, está bien”. Y me convenció, a mi también me lo parecía. Con toda la estupidez de mis 18 años me atrevía ya a hablar con propiedad de cosas que me sobrepasaban y me daban la vuelta. Pero daba igual, pedía otra cerveza y seguía a lo mío que era lo importante, follar. Un día hablando con mi madre quise saberlo: “Siguen pasando aviones por el estrecho?”. “Todos los días”, me dijo. Ahí estaban ellos, siempre fieles a su cita, cruzando el charco cada vez que era necesario para salvarnos el culo al resto de los mortales con sus elaborados petardos. Al tiempo, como me ocurriese con Bosnia, supe que lo que había ocurrido tampoco había tenido ninguna gracia, por lo que empecé a tomarme el tema un poco más en serio. Hoy, 18 de marzo de 2011, he escuchado en televisión que se ha aprobado la resolución de la ONU para interponer “Un espacio de exclusión aérea” en Libia. Esto de lo políticamente correcto es admirable, es para hacer un diccionario, son preciosas las palabras que se inventan para decir “vamos a llenarles de plomo las entrañas hasta que revienten”. Aquí sigo, a mis 26 años, sin enterarme de nada a pesar de ocupar un asiento de lujo ante el teatro de la tragedia humana. Espero, con una especie de cosquilleo entre el terror y la esperanza, a que vuelva a escucharse el sonido de los reactores de la maquinaria yanqui retumbando en los cielos. A ver si esta vez, tanto ellos como yo, acertamos de una puñetera vez.

Echa una ojeada a tu alrededor y dime


Dime qué ves desde tu rinconcito del mundo, amigo.
Cómo van las cosas por ahí, cuéntame.
Qué haces, qué piensas, qué proyectos tienes.
¿qué vas a hacer este verano?
¿nos veremos como siempre en el parque, con un litro en la mano
y un cigarro en la boca colgando?
¿iremos como cada año a Cazorla?
¿vamos a jugar pachangas?
¿seguiremos escribiendo polladas en el caca?

Cuéntame joder. Quiero saber de ti. Cómo te va. cómo está tu chica.
Quiero que me digas lo que tienes en mente.
Y lo que es más grave. Más importante,
quiero saber lo que sientes.

¿Tienes una pesada cadena atada a los pies?
¿Un peso pesado que no te permite avanzar?
¿O por el contrario te sientes ligero como un tinto con casera?
(con su rodajita de limón).
¿Aún te ronda ese fantasma viejo que ya ni asusta?
¿O tal vez sientes bullir la primavera en tu corazón
como el aroma y el color de un millón de pétalos florecientes?

Mira en tu interior y dime qué ves,
echa un vistazo, una ojeada a tu alrededor y cuéntame algo.

Me gustaría saber si tú también tienes esta sensación,
esta necesidad,
este hermoso sentimiento enorme que es la amistad.

martes, 15 de marzo de 2011

NBAcacal: Una noche en las Finales

Tejada F.


Eran las cuatro de la mañana. Gracias a una buena maniobra de cableado y pirateo vintage el Canal Plus entraba como un tiro en la tele de mi cuarto. Un examen de Ciencias Naturales fijado a las 9 de la mañana se vislumbraba desafiante. Pero aquella noche no toqué el libro, no tenía la más mínima intención de hacerlo siquiera. Aquella noche era el sexto partido de las finales de la NBA en Utah. Los Jazz frente a los Bulls. La madre de todas las batallas.

Salt Lake City es la ciudad más importante del estado de Utah y sede de esos míticos, rocosos, desagradables e incansables jugadores liderados por un sargento de hierro –Jerry Sloan- en el banquillo. Esa ciudad, ese estado de influencia mormona, es conservador, austero, espartano y en esos tiempos con un equipo temible, el único capaz de poner en serio riesgo el sexto anillo de Jordan y Scottie. Eran una especie de Galia desagradable. John Stockton y Kart Malone su Asterix y Obelix en versión chunga. Un equipo odiado fuera de sus tierras por su calidad y su seca presencia, capaces de ganar sin una sola sonrisa, de destrozarte, de darte el tiro de gracia sin concederte el último deseo, de robarte la cartera y ni siquiera regodearse de ello, eran unos cabrones que hacían del basket una prolongación de su estilo de vida severo y profesional.

Stockton era blanco, un base sin capacidad atlética, en teoría debía ser superado por cualquier rival por velocidad y músculo, pero nunca era así. John era mejor que cualquiera de sus contrarios porque su cabeza era más rápida, una inteligencia baloncestística asombrosa. Además encontró en el fantástico ala-pivot de Louisana Kart Malone a su fiel compañero. Jugar contra ellos en el Delta Center era una tortura, una muerte sin florituras, una puñalada seca, sin glamour.

Eran las seis y pico de la mañana y me encontraba de pie pegado a la tele, un partido –como todos los de esa serie- asombroso, reñido, épico, de los que se recuerdan pase lo que pase. Los Bulls se pusieron el mono de trabajo, no quedaba otra en esa pista convertida en un potro de tortura. Rodman un pívot defensivo y extravagante desafiaba con su piel totalmente tatuada y su pelo de colores a un público que lo odiaba sobre todas las cosas, él representaba todo lo que ellos detestaban. Algunos tapaban los ojos a sus hijos para que no vieran los gestos del tremendo Dennis cada vez que lograba -dejándose el alma- parar un ataque de Malone.

Quedaba un minuto, posesión para los Jazz. Stockton sube la bola y la hace llegar a su “hermano” negro Karl, que de espaldas se prepara para postear y hacer lo que tantas veces lograba. Era momento decisivo para forzar el séptimo y definitivo asalto. Pero cuando Rodman lo defendía con todo, por detrás como una bala llegó el número 23, Michael robó esa bola y recuperó la posesión, esta vez le tocaba a él. En el partido anterior había jugado con cuarenta de fiebre y al acabar Pippen lo sacó casi en brazos al no poder mantenerse en pie.

Jordan se encargaría del tiro, estaba claro, todos lo sabían, el mundo entero lo sabía. Y lo hizo, con un rápido movimiento se ganó el suficiente espacio para levantarse al cielo de Utah y clavar un tiro para la historia. El partido acabó y Michael señaló seis dedos, uno por cada anillo. Solo él podía salir airoso de aquel infierno en la tierra.

El número 12 de Stockton y el 32 de Malone están retirados en Utah, además poseen -una al lado de la otra- una estatua a la entrada del pabellón. Las leyenda de los héroes se fraguan cuando enfrente tienen rivales de entidad, y estos lo eran a niveles epopéyicos. Los antihéroes por excelencia, los malos de la película que se retiraron sin contar con un anillo de campeón.

La mirada no la tuve perdida aquella mañana por el examen, simplemente todavía en mi retina guardaba lo que acababa de vivir, un momento sagrado que las Ciencias Naturales no me iban a estropear.

domingo, 13 de marzo de 2011

BUTACA













TERROR PSICOLÓGICO



La adolescencia es una edad terrible y decisiva en la vida de una persona, o al menos eso pienso yo.

La mía fue una adolescencia cojonuda. En realidad toda mi vida ha sido cojonuda hasta ahora, pero especialmente la adolescencia porque uno empieza a darse cuenta de las cosas, de que las cosas no son como las pintan, y algunas las pintas bonitas siendo feas y otras las pintan feas cuando son preciosas.

Algo así ocurrió con aquella película. Sorpresivamente se desató una oleada de críticas en las que la película se mostraba envuelta en un halo de misterio, alimentado por leyendas urbanas que decían cosas como que los jóvenes que la rodaron no vivieron para contarlo o que aquella cinta estaba maldita.

El caso es que esta gran estrategia de marketing dio resultado y allí nos tenéis a mis colegas y a mí, sentados en nuestras correspondientes butacas, esta vez cada uno en la suya, porque según la pintaban en el anuncio para la tele, esa producción iba a hacer que nos hiciéramos caca encima.

Comencé a ver la peli con una confusa mezcla entre inquieta expectación y cierta reticencia. Mis colegas parecían más entusiasmados. Son más valientes que yo y no parecían nada asustados, ni si quiera contemplaban la posibilidad de asustarse. Yo soy muy susceptible y estaba intimidado de antemano.

Cuando los chicos se adentraron en el bosque todos esperábamos ansiosos el momento en que el temible asesino se descubre y empiezan a rodar cabezas. Pero ahí no pasaba nada. Si acaso alguien desaparecía en extrañas circunstancias, pero sin embargo y aunque no pasara nada los chavales no dejaban de gritar y correr y de tropezarse con la cámara, y todo el rato veías hojas, hojas secas y ramas, y sentías pisadas, y voces, pero no se sabía de quién eran las voces, ni las pisadas ni porque no se hicieron con una buena cámara en lugar de gastar todo el presupuesto en publicidad.

Y en su deambular desesperado por el bosque encontraban signos de ancestrales rituales y aquelarres y despavoridos corrieron hacia la primera sospechosa casucha abandonada que encontraron para acabar contando de cara a la pared, jugando al escondite con el notas de la cámara, que había estado persiguiéndolos todo el rato para devolverles el aparato que se les había caído y no se habían dado cuenta y que era tan malo tan malo que el tipo que se la encontró no la quiso para sí, si no que decidió devolvérsela a los zagales y ya de paso gastarles la típica broma del “os habéis asustado, si sólo era yo tontos”, lo cual me lleva a recordar el día que vimos la niña del exorcista en casa de una de las chicas y cómo al terminar la peli yo me escondí en el oscuro pasillo saltando de improviso sobre ellas cuando salían, al tiempo que emitía un alarido estremecedor que hizo que una no haya vuelto a dirigirme la palabra desde entonces.

¡Qué final más desesperante, desconcertante y frustrante! Tan sólo comparable al de esa adaptación para el cine de la Niebla de Stephen King. Me pregunto qué tomará ese hombre antes de sentarse a escribir y sobre todo a qué hora del día lo hará. En unos consejos para escritores noveles decía que había que encerrarse en el cuarto para hacerlo y yo pensé que sus aposentos tendrían el mismo aspecto que el dormitorio del Conde Drácula.

Mis colegas saben de sobra que no me gusta para nada el terror, pero he estado con algunos de ellos en escalofriantes estrenos como los de los otros, el séptimo sentido, o el último escalón, y una vez llevé a una chica a ver lo que la verdad esconde pensando que en los sustos ella caería rendida en mis brazos buscando cobijo y lo que pasó fue que me pasé la tarde acojonado sin encontrar el momento de meter cuello.

Pero sinceramente la única peli de fantasmas que ha conseguido ponerme de verdad la piel de gallina, el vello de punta, fue al final de la escalera. ¡Carajo que miedo pasé¡ Si la llego a ver solo esa noche duermo en el sofá, máxime si mi cuarto hubiera estado en la planta de arriba. Cuando una peli me gusta tanto vuelvo a revisarla con el tiempo pero no sé cuando me atreveré de nuevo con ésta. La escena de la pelotita cayendo escaleras abajo es estremecedora, como el niño de el resplandor dando vueltas con el triciclo por los pasillos de aquel hotel.

viernes, 11 de marzo de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: Una lección de Marketing




-Africano-

Puesto que el Semanal que correspondía a la semana pasada ha sido publicado apenas hace dos días, y previniéndome de las críticas que podría recibir por aquellos que me acusan de intercalar dos Africanos a pelo semana si, semana no, yo les diría que pregunten! pregunten por ahí! Las pruebas las tienen no más que a la derecha en el archivo. Por ello, y para no dar más el coñazo de lo necesario (y también, aprovechando el momento puesto que no tengo mucho que decir esta semana), hago anuncio de un próximo lanzamiento para la próxima. Se trata de un nuevo Semanario a cargo de Tejada F. que va a comenzar a funcionar a partir de este Martes 15. Pido disculpas al hermano Tejón de no hacer una puesta de largo como la que nos brindó Fabyo para publicitar su serie "BUTACA" pero es que el presupuesto no llega para más. Dicho Semanario se llamará NBAcacal (así, como suena). Advertir, para los que el basket se la traiga al pairo, que la En Vi Ey solamente actuará como telón de fondo para contar historias que van más allá de la anécdota baloncestistica (por favor, si no se escribe así, que alguién me lo diga), viajes al pasado de la competición, los trapos sucios del negocio deportivo, escarceos amorosos y coqueteo con las drogas de las grandes estrellas... todo, absolutamente todo va a tener cabida en esta sección. Solo tengo en mi poder la primera entrega y he de decir que pinta bastante bien. Gran historia y gran momento histórico el que nos relata Tejada F. que funcionará como pistoletazo de salida de este proyecto por el cual me apuesto el único huevo que me queda (el otro lo perdí apostando por el proyecto USA bocaabajo del cual algún día tendremos noticias) En fin, nada más que decir, solo que estoy totalmente seguro de que esta campaña de marketing no le va a la zaga a la que hizo el bueno de Fabyo, más no se puede decir en tan poco espacio.

Saludos, nos vemos en la CANCHA

jueves, 10 de marzo de 2011

Cosas de la edad

Al amanecer

Veo pasar las horas

Sin nada que hacer

O sin querer

Hacer nada.

El tedio,

El agotamiento quieto

De la razón inmunda.

La pereza

Es sin duda

El peor de los vicios

De la prófuga lujuria.

Soy el dia sin provecho

De los que pierden la voluntad

Mientras

Se destrozan las uñas.

“Serán cosas de la edad.

Quizá.” Me digo.

Y así

me contento.


-Inmaculada Ruiz Ruiz-

domingo, 6 de marzo de 2011

BUTACA



UNA DE ENAMORADOS



La siguiente vez que fui al cine salía con una de las chicas del grupo.

¿He dicho una de ellas?

Quiero decir que salía con la chica más guapa del grupo. Era encantadora y dulce, y lo sigue siendo, y esa tarde descubrí que también era muy sensible. Fuimos con otros cuantos amigos y cuando llegamos las entradas casi se habían agotado. La película estaba siendo un éxito en taquilla. Sólo quedaban libres unos asientos en la primera fila. Tuvimos que atravesar toda la sala por aquel largo pasillo abarrotado de gente a ambos lados con la película ya rodando hasta colocarnos justo debajo de la inmensa pantalla.

Cada oveja se sentó con su pareja y cuando mi chica y yo fuimos a tomar asiento, sólo quedaba una butaca libre, como digo, en primera fila, y pegada a la pared. Posiblemente el peor sitio para ver la película, pero con la sala atascada y la película en marcha no era momento para ponerse a buscar otro sitio, así que yo me senté primero y mi chica se sentó encima.

Al principio resultó casi romántico incluso excitante. Era lo más cerca que había estado de ese culito en todo el tiempo que lleváramos saliendo. Pero a ella parecían ponerla más los primeros planos del protagonista que el bulto emergente en mi entrepierna, y se encargó de mantener mis manos a raya cada vez que aquéllas se pasaban de ésta. Nadie me había avisado de lo que duraba esa película.

Cuando el barco por fin se fue a pique y mis pelotas empezaban a vislumbrar la posibilidad de sobrevivir al hundimiento, mi novia estalló en un sollozo que resonó en las paredes de la apesadumbrada sala al ver a Leo hundiéndose en las profundidades del océano, y yo que ya estaba hasta el pijo de esa historia, simplemente me alegré de que la peli por fin terminara.

jueves, 3 de marzo de 2011

Adveniat Regnum Tuum




Insolentes luces que parpadean

jamás desvanecen su ardor

para dejar visibles las estrellas,

blancas doncellas de mi fiel esfera

testigo de mi dolor,

dulce, bella

como aquella historia de amor

que hoy se esconde tras ella

gritando que me olvidó

con palabras de indiferencia.

Y a cada paso

un recuerdo.

Y recordando

besé el suelo.

Jamás me devolvió el beso y

seguí caminando.

Lento.

Desesperado.


- Inmaculada Ruiz Ruiz-