Salía de aquel bar estúpido
A las estúpidas tres de la mañana.
Allí estaba como de costumbre
Aquel vagabundo
Sentado
sin hacer nada
Ignorado por el mundo.
Y recordé un día
Que amigablemente
Le ofrecí un cigarro
Sin que él lo hubiese pedido:
Me dije a mi mismo
Que aquella era la última vez
Que lo insultaba.
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