Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







miércoles, 6 de julio de 2011

Breves visitas a la Región del Hipocampo




-Rubén C.M-

IV

A partir de entonces, mis visitas a aquel lugar se convirtieron en periódicas, si bien, no muy duraderas, debido al alto grado de responsabilidad que soportaba acá, lo que no me impedía o, mejor, lo que me incitaba a visitar casi diariamente las altas cumbres descubiertas tal día por la más absurda de las casualidades. Había veces que llamaba y, sin más, la puerta se abría. Otras, el individuo del portero automático contestaba y se animaba a intercambiar algunas palabras que habitualmente eran de lo más corrientes:
- ¿Qué hay, joven? ¿Cuéntame?
- No mucho que contar. Ayer estuve todo el día enfermo, he estado totalmente al margen de lo que ocurre a mi alrededor.
- Nunca se está totalmente al margen. El Sol sale o no sale, una bombilla se funde, se acaba el papel higiénico. Cosas así son las que trastocan la vida. Pones el punto de vista demasiado lejos, creo yo. Todo eso que ves en la televisión, pura basura. Crees que está pasando, pero no es cierto. Atiende a esta revelación que te hago, no es muy común. Crees que hay guerras y no te das cuenta de que la guerra más cruel que se está dando es la discusión que mantienen tus vecinos un piso más arriba. Es cuestión de darle a las cosas su dimensión exacta. Ver más allá, cosa de filósofos. Ya sabes que por aquí los filósofos no agradan mucho que digamos. Y los hemos tenido. ¡A cientos! Y no sabes qué inteligencias. Qué profundidades humanas. Y como todo lo profundo, desecho. Puros desechos humanos. No, hijo mío, no hagas caso de ninguno de esas momias rumiantes. ¿Cosas importantes? ¿Ha subido el precio del tabaco? Eso es importante…
- Lo último que sé es que subió un 5 % por no sé qué… Ya no saben qué inventar.
- Malditos… La peor calaña, escucha lo que te digo. Desconfía de esos mantequeros. Desconfía de todo aquel que asegura estar preocupado por tu salud y quiere protegerla. Solo quieren tu salud para poder succionarte en mayor cantidad tu energía. Solo quieren vidas lo más vigorosas posibles. ¿Qué harían con un montón de huesos sin sustancia? Os quieren vivitos y coleando. Menudos aquellos que andan con batas blancas creyendo atravesar las naves de un lujoso hospital. ¡Por eso construyen hospitales! ¿Para salvaros la vida? Y un cuerno. Para salvar la vida ya se construyeron Catedrales. En los hospitales solo hay una forma de salir. El populacho dirá dos. Yo digo una. Con los pies por delante. Y si alguna vez sales por tu propios medios, no se te ocurra recordar lo que te digo y echarte a reír. Más bien quedarás mudo. Más tarde o más temprano, conseguirán que salgas como te digo…
Así, hablando y hablando, yéndosenos el santo al cielo, temí que mi breve visita fuese más corta de lo habitual y tuve que interrumpir su monólogo justo cuando el discurso estaba llegando a su cenit. Cosa que por lo visto no le sentó nada bien.
- Muy bien, de acuerdo chico. Pasa. Ya veo que tú también te cuidas de largas peroratas que puedan trastocar tu juicio. Eso es bueno. Sí, desde luego.
Y entré, no sin antes prometerle traer la próxima vez noticias más exactas sobre la subida de precios que tanto parecía interesarle.

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