Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







martes, 4 de mayo de 2010

NOSTALGICAS

-Rubén Casado-

Probablemente no sepa lo que es la melancolía. Es un sentimiento que no he tenido el placer de experimentar en muchas ocasiones a lo largo de mi vida. Ya, de niño, recuerdo ir por la calle con mi madre e ir corriendo cincuenta metros delante de ella, buscando no sé qué, queriendo llegar a no sé dónde. Siempre tuve la imperiosa necesidad de que el tiempo pasase lo más a prisa posible para ver algo interesante. El tiempo que discurría entre medias me parecía un infierno insoportable, algo que no estaba hecho para mí. Cuando hago esfuerzos por sentir melancolía, por ejemplo, cuando pienso en mi niñez, no necesariamente experimento el regocijo en la algodonosa tristeza de la que algunas personas me hablan. Mi sentimiento es una mezcla de indiferencia y serenidad. No añoro nada de lo que hacía en aquellas edades. Tal vez una luz entrando en la mañana por la ventana de mi antigua casa o la voz jovial y sensible de mi madre, quizás, jugar con mi hermana y poco más. Pero aún así no deja de ser algo tan normal como pensar en la luz que entró la otra mañana por la ventana de mi actual casa, recordar la voz de mi madre cuando hablé ayer con ella por teléfono o recordar la sensación agradable de tomar una cerveza con mi hermana. Me sorprenden sobremanera aquellas personas en las que su más tierna infancia juega un siniestro papel en sus vidas adultas. Parecen personitas mayores maltratadas por algún malvado oculto, algún esbirro del mismísimo Satanás, que ha tenido la desfachatez de cercenar sus vidas y, lo que es más imperdonable aún, su infancia. Respetable por mi parte este sentimiento, no llego a comprender qué cosas extraordinarias y magníficas sucedieron en las vidas de dichas personas para casi no poder respirar ante el recuerdo de su niñez. Tal vez, yo sea un tipo raro, que puede ser. De lo que jamás se me podrá tachar es de insensible. Algunas veces, amenaza en mi mente el cruel pensamiento que sigue: Que a lo mejor esas personas que añoran con tanta intensidad la alegría y sosiego de aquellos años, utilizan dichos argumentos para disfrazar su actual falta de imaginación y, sobre todo, de madurez. Si bien esta conclusión es un tanto radical, pienso que está impregnada de una pincelada de verdad. Antaño la melancolía se asociaba a la enfermedad de la depresión, creo haber leído. Y no iban muy descaminados estos antiguos pseudo-psicólogos pues, en algunos casos, la patología llega a ser evidente. (Recordar que medicamente estoy calificado como depresivo crónico y que esta, mi depresión, poco tiene que ver con la melancolía). No me extraña para nada que la película más vista de la historia del cine sea la reciente Avatar. Algunos lo achacan a los brillantes y costosos efectos especiales, pero yo me decanto por la masiva y generalizada melancolía que invade el planeta o, si se quiere, el mundo occidental. Millones de seres melancólicos vagando por las ciudades, con sus recuerdos de teta y de chupete a cuestas, deseosos de que se les ofrezca fantasía por un tubo con sus respectivos muñequitos, a poder ser, de múltiples colores. No es de extrañar tampoco que Mickey Mouse, Bugs Bunny y sus secuaces hayan sobrevivido tanto tiempo en nuestros corazones, tanto o más que el mismísimo JesuCristo. Exageraciones a parte y a parte la demagogia recalcitrante, lo cierto es que, todos o la mayoría, flipamos con lo imaginativo y maravilloso, pero luego no somos capaces de hacer un mísero dibujito en la esquina de una servilleta porque “esas cosas las hacía yo cuando era pequeño.” De lágrima, vaya. Por eso, cuando se me acusa de hiperrealista o de falto de imaginación, me vanaglorio de ser de las pocas personas que a mi edad se atreve a dibujar, escribir y hacer figuritas de barro (aunque en contadas ocasiones). Siguiendo la doctrina de papá: “Se es maduro cuando logramos vivir con la misma seriedad con la que jugábamos cuando éramos pequeños.” O algo así, que más da. Lo que vengo a decir es que esos melancólicos de dibujos animados han crecido torcidos o, mejor dicho, malformados. La infancia ha de ser una etapa de la vida como otra cualquiera, con el mismo valor que las subsiguientes y que jamás desaparece sino que se suma al resto de etapas que vamos experimentando. Aquellos que creen haber perdido ese niño que llevan dentro porque les ha crecido barba en unos o pechos en otras, mi más sentido pésame. Siento la pérdida de millones y millones de niños en todo el mundo, siento más aún que necesiten revivirlos una y otra vez penosamente a través de la creatividad de mentes ajenas y siento aún más que, los que insensiblemente avocamos por un mundo exento de tontos que llenen los cines para ver Avatar, nos sigamos esforzando en demostrar que también, un día, fuimos niños.

7 comentarios:

  1. Peña, espero haber rectificado a tiempo. Es verdad, no pegaba hoy una poesía sin chicha ni limoná.

    ResponderEliminar
  2. Metacaca, antes de leer.

    Después de apagar la luz
    sólo un instante después
    acababa de sonar "Ruge Mistral"
    y satistecho en la cama
    escuchaba los primeros acordes;
    de "El Loco de la Calle"
    sonaba Manolo pues.
    Sonó un mensaje,
    puto Orange, pensé.
    No puede ser. Dios existe.
    Eras tú Socio, jejejeje.
    El Señor ordena los Mp4
    para que suenen en los momentos oportunos.


    Por supuesto me he levantado corriendo a plasmarlo. Es lo más Metacaca que me ha pasado nunca.

    ResponderEliminar
  3. Socio nunca había pensado esto que dices, pero casi me convences. O que coño! Tengo que decidir sobre ésto, que yo nunca había pensado. Sí, yo, que mi vida es pensar cosas.

    Se nota que te encuentras muy cómodo en la provocación (como en Lugares) pero aquí das una vuelta de tuerca y cuando casi sacas la lagrimita inicial empiezas a cagarte en todo aquéllo que conocemos como Establishment, el texto además es claro y técnicamente es un tratado sobre columna periodística.

    Me pareció, una genialidad de principio a fin. Salvo por un detalle, la presencia de "Avatar" no lo hace atemporal. El texto podría sustituir este evento por el "Halloween" que como todos sabemos es la fiesta hispana por excelencia. O "El Código Da Vinci" el mejor libro de la historia, a la altura del último del señor Sardá. Y me callo ya porque estoy empezando a odiar y mi religión no me lo permite.

    Respecto a la inclusión de la poesía inicial, es que no la entendí, quería decir que nos estamos volviendo todos los ciudadanos locos no?¿

    Bueno voy a acostarme que esto del caca se me está enmarronando.

    ResponderEliminar
  4. Antes de nada decir que quizá pueda contar a mis nietos que yo leí el texto pirata o el fantasma, o "el breve", en todo caso pido su vuelta, esto es el "El MegacacaDeluxe".

    ResponderEliminar
  5. jajaja mierda, parece ser que a esas horas estaba todo Cristo al tanto de lo que se cocia...volverá en su momento...dosifiquemos la poesia...

    ResponderEliminar
  6. señor editor,toda una buena mierda

    ResponderEliminar
  7. Socio, acabo de entender el significado del texto, y me parece megabueno y coherente. Llevas toda la razón.

    ResponderEliminar