Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







jueves, 10 de junio de 2010

La Más Grande

-Tejada F.-

Todo estaba preparado. Tenemos tanta cantidad de comida y bebida en casa que, si se produjese un ataque bacteriológico de consecuencias insospechadas que nos obligara a permanecer enclaustrados durante meses, no tendríamos problemas, es más, pienso que engordaríamos. Pero aspectos morales -dada la situación de hambre en el mundo- aparte, estamos hablando de una fiesta familiar, de la gran fiesta.

Un día en familia, entendiendo el sentido más amplio del concepto (es decir, primos lejanos, tíos abuelos, cuñados, novios y novias de todos los miembros, amantes, sacerdotes de dudoso pasado, vecinos tocapelotas incluidos etc) hay varias maneras de enfocarlo, pero las principales son dos: o estar enmarronado toda la jornada bebiendo como Ortega Cano viendo un homenaje a la mas grande, poniendo malas caras a cada historia mil veces repetida del primo pesado, o por el contrario, beber como Ortega Cano después de una mala tarde, integrándose en cada conversación y bailar con la señora mayor de pelo cardado, que no deja de repetir que te vio cuando no sabías andar y “ahora mira como has crecido”. Es que no perdonaba un Cola-Cao y una buena hostia de pan con nocilla viendo los mundo de Yupi señora…

La cosa se complica cuando sin saber exactamente por qué, alguien con mala intención, saca la clásica caja llena de fotos, el inevitable inventario familiar, en las que aparte de aparecer siempre con la colita al aire – momento en que de reojo buscamos al sacerdote, reconozco que somos prejuiciosos e injustos- nos sorprendemos con peinados imposibles que sirven de despolle generalizado. Nada nuevo, pero siempre de una eficacia a tener en cuenta para romper el hielo. En esos momentos cada uno busca su espacio, algunos se pierden por los jardines partiendo pitillos y vuelven con mucha risa, otros logran encontrar una sombra durmiendo la mona, los más novatos en estas sesiones maratonianas, siguen aguantando la chapa de la entrañable señora mayor de pelo cardado y pendientes de perla blanca, que le cuenta por enésima vez al pobre chaval, agarrándole del brazo, que en sus tiempos cagaban en un gallinero, que tardaban horas en ir a la fuente a por agua, y que los trapos que usaban para la regla los lavaban a mano, ¿yo? miro al chavalin novato y alzo mi copa a lo lejos, yo ya pasé por eso y no voy a salvarte niño -le digo con la mirada- además creo que nos estamos quedando sin whisky… todo sea por la más grande.

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