Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







lunes, 2 de julio de 2012

LA COLUMNA


2 de Julio de 2012




















Independientemente del resultado de la final podemos estar contentos con la labor de este equipo que podría ganar perfectamente a una selección de los mejores de la historia en la que jugaran di Stefano, Pelé, Cruiff, Beckenbauer y Maradona juntos.

Un equipo que ha demostrado que las cosas bien hechas dan sus frutos antes o después, y aunque no los dieran – aunque los títulos no llegaran – no importaría demasiado porque es ya un premio verlos tocar la pelota.

Hace ahora cuatro años desde que la selección nos hiciera tocar el más alto cielo futbolístico y parece que fue ayer, cuando desconcertado ante el televisor miré a mi colega Tejada para que me pellizcara, porque no me creía lo que estaba viendo. Era el mejor equipo del mundo jugando al fútbol, en una semifinal frente a Rusia en el que la roja empezó a mover el balón de una manera distinta a lo visto hasta el momento, con la precisión de un reloj suizo y a una velocidad supersónica – véase a Jordi Alba subiendo la banda – que deja a los contrarios totalmente fuera de juego.

Todavía no habíamos ganado nada pero ya nos sentíamos campeones, porque sabíamos que jugando de esa manera, no habría nadie que pudiera ganarnos. Y así ha venido siendo hasta ahora. Cuando España juega los rivales miran, los reporteros se sienten inspirados y los entrenadores toman nota. Y así debe seguir siendo por mucho tiempo.

Por todas aquellas veces que nos quedamos en cuartos, por el codazo de tasotti y la mano de Zubizarreta, por el penalti de Raúl y el gandul del árbitro en Korea. Por las veces que nos volvimos cabizbajos a casa, cuando la pelota no quería entrar y era nuestro equipo el que se defendía como gato panza arriba.

- Fabyo Sorel - 

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