Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







viernes, 20 de enero de 2012

Le Depaysé


-Africano-

Yo no sé si a todo el mundo le pasa pero conforme transcurren los años me voy dando cuenta de que no somos muchos los que lo sufrimos. Algunos parecen encontrarse como antropomórficos peces acuáticos en el mar tormentoso de conversaciones que se producen entre gentes que, por circunstancias coyunturales, se ven obligadas a compartir reunión.
Es tremendamente espantoso presenciar ese espectáculo en el que el ser humano ha de recurrir a los registros más elementales y a los temas más burdos de cuantos hay en la gran olla del “lugar común” para llenar el tiempo. A grandes paladas, van sacando del potaje todas las vísceras que quedan asidas al cucharón. Y lo que es peor, tratan por todos los medios de introducírtelas en la boca, incluso haciéndote el avioncito, si es menester.
La televisión, en estos casos, es el convidado de piedra en este tipo de reuniones. La tonadillera de tal, la polla del otro, el gramo de coca que le robo este a aquel, y que si la abuela fuma.
Cuando no, cuando la conversación se ha convertido en un monólogo a cuatro o cinco bandas en el que cada uno hace esfuerzos por decir la imbecilidad más apabullante, el de al lado, el que se sienta a tu vera, viéndote fosilizado dentro de tu propio pellejo, acude misericorde en tu ayuda relatándote episodios y anécdotas de su encefalográmica vida, pensando que con ello te está haciendo realmente un favor:
Que si le gusta la escalada; que si va todos los años al Circuito de Jerez; que si se bebió un vino riquísimo en las bodegas de un entrañable pueblecito de la baja Extremadura; que si le compró a su madre el último disco de rancheras de Bertín Osborne…
Pero no es hasta el final, cuando va llegando la hora de irse —momento en el que considera haber alcanzado el éxtasis y siente que su alma y la tuya han llegado al clímax sagrado de la amistad— cuando te lo propone…

—¡Oye, podríamos ir de pesca!

Y recuerdas aquella escena de Fredo en el barco, en el lago, en aquella película…

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