Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







domingo, 8 de enero de 2012

CONVERSACIONES LITERARIAS CON FABYO



- TU NOMBRE ES ROBINSON -


En la vida hay que tomar decisiones. Eso ya lo sabemos todos por aquí. Sartre lo dejó bien claro cuando concluyó que estamos condenados a la libertad. Lo que no sabíamos, al menos yo no lo sabía (al principio ni lo sospechaba) es que fuera tan complicado acertar a tomar la decisión correcta.

Esto lo empecé a descubrir con el primer libro que recuerdo. Antes había leído otros, todos por obligación, todos insoportables como todo lo que se hace por obligación, pero no recuerdo los títulos de aquellas lecturas infantiles del duende verde o del barco de vapor.

El primer título que leí con cierto interés fue "Tu nombre es Robinson". Se trataba de una versión infantil del clásico de Defoe. Con una extraña particularidad. Al final de cada capítulo se presentaba una disyuntiva y uno tenía que escoger entre varias alternativas si hacía esto o lo otro en función de lo cual tu travesía por la isla sería más o menos agradable. Como la vida misma.

Debí morir unas quince veces - devorado por caníbales, ahogado en el mar, de inanición... - hasta que logré escapar de aquel lugar. Qué complicado para un niño de doce años manejarse en una isla desierta, sin padres, sin amigos, sin nadie más que el jodido Viernes al que nunca tragué del todo, supongo que porque a los amigos se los escoge y con este tipo no tuve otra opción.

Esas lecturas del instituto a colación. Tal vez hoy disfrutara leyendo Yerma o Historia de una escalera, pero no hay que obligar a nadie a que lea un libro como no hay que insistir en que alguien coma si no tiene hambre o no le apetece tomar. Esas pesadas anfitrionas incansables siempre animando a sus invitados a seguir comiendo. No. De hecho no hay que obligar a nadie a hacer nada que no quiera hacer, mucho menos en un plazo determinado. Lo acabará dejando indefectiblemente hasta el último momento para al final hacerlo no sólo a desgana sino deprisa y corriendo.

Con la verdura, ¡incluso con la cerveza!, me pasaba algo parecido a lo que me ocurrió con los libros. Al principio no me gustaba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario