Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







viernes, 4 de febrero de 2011

EL AFRICANO SEMANAL: En mi época




-Africano-

No he podido resistirme al salir del laburo. Si hay algo que me invita salir a la calle es un cielo despejado y un viernes-medio-día. He ido al Bar de Agus, bar que no queda muy lejos de mi casa pero al que hace meses que no voy. Fui hará un mes, a tomar una copa y a saludar. Y antes de esta fecha, desde comienzos de verano. A mitad de este, Agus, el dueño, murió. La tristeza que el hecho me produjo me impedía siquiera pasearme ante la puerta. Tristeza y una especie de temor. Temor a qué, no sé. He sufrido la muerte de varios familiares, alguno con visos de tragedia, pero que me afectaron en la justa medida en que puede afectarle a uno la muerte de un ser vivo allegado. En cuanto a Agus, a pesar de que no teníamos una amistad que fuera más allá que la de cliente-barman, su significado ha tenido consecuencias relevantes en mi manera de mirar (que no ver) el mundo. Para mi aquellos años, pongámoles tres o cuatro, en los que yo frecuenté su bar han adquirido en mi imaginario la categoría de “mítico”. Una profunda nostalgia me invadía, en los últimos meses, al pasar ante la puerta de este legendario bar. Y pensar que hará no menos de año y medio me encontraba allí bebiendo unas cervezas y escuchando viejas historias de los ochenta relatadas por sus ilustres parroquianos. Se sentía uno fuera de lugar, extemporáneo, viviendo unos años vacíos, sin emoción. Incrédulo de mí, no era consciente de que yo también estaba viviendo, en directo, mi propia época. Con mejor o peor música, con mejor o peor significado histórico, pero una época, en definitiva. He entrado en el local. Algunas cosas han cambiado. Los cuadros, las estanterías, el color de las paredes, la variedad de tapas (antes preparadas por Agus), "ya no se puede fumar", en fin. Allí estaba su chica tras la barra, simpática como siempre, dispuesta a darle a uno conversación. Está más delgada, pobre chica. No me atreví, ni el último día que fui ni este, a darle el pésame. Quién soy yo. Dos obreros, fijos del lugar, charlaban sobre una chapuza que les había salido. Discutían sobre cual porcentaje se llevaría cada uno. Juako, uno de ellos, está ahora en paro. Tiene el pelo más largo y lo lleva bastante descuidado. Dice que se pasa las horas en el bar, esperando una llamada. Dos abuelos, en las mesas del final, comían el menú del día, él, acomañandolo con una Sin Alcohol, ella, tinto con Casera. He salido a la puerta a fumar un cigarrillo. Todo ha cambiado, demasiado, en pocos años. Algunos se han ido. Otros seguimos adelante. Ya no podemos fumar en los bares. Al menos algún día podré contar que antes, en mi época, si se podía.

4 comentarios:

  1. Terminator Revolution4 de febrero de 2011, 21:06

    Has conseguido ponerme sensible, nunca pense que iba a empañar los ojos de lagrimas pensando en que nuestra epoca con la ley anti-tabaquismo a pasado, y me duele...por que lo que viene es un misterio, y a veces me gusta que ciertas cosas sigan como siempre.
    me gusta lo de seguir hacia delante, espero que nos dejen un hueco, en el nuevo plan.

    volvere.

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  2. Cada finde me gusta más este semanal.
    No te preocupes por agus, estará mejor donde esté que en la cocina de un bar.
    Tampoco por la ley antitabaco. Tus pulmones y los de los demás lo agradecerán.
    Me resisto a creer que nuestra época ha pasado.
    Vamos a hacer historia.

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  3. Por cierto señor editor, como siga usted alargando la lista de enlaces vamos a llegar a nuestras antípodas cibernéticas con la ruedecilla del ratón.
    un saludo a todos, sois gente magnífica, maravillosa e irrepetible.
    os quiero muchach@s

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  4. Gran serie, espero la siguiente entrega

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