La otra tarde vagaba distraído pensando en que ya le valía al Veterano con sus artículos del Objeto Escultórico en su Tiempo de Reloj, cuando me vi envuelto en una encrucijada protocolaria de primer nivel. Topé con mi primo segundo con el que tengo la típica relación de coincidir muchas veces pero en la que nunca hay una conversación de más de tres frases, preguntar por sus hijos y tal. El caso es que en el momento del saludo la situación pasó a ser rocambolesca. Cuando yo extendía mi mano para estrecharla, él se abalanzaba para darme dos besos, cuando rectificaba en décimas de segundo para responder a su acción, él respondía a la mía con su mano abierta y yo chocaba a punto de irme al suelo con mi ya clásica falta de equilibrio. Todo esto ya no tenía sentido y después de valorar la opción de darnos un pechazo en plan Bronx – cosa descartada por la diferencia de estatura y la imposibilidad de saltar tomando carrerilla- finalmente nos dimos un medio abrazo coronado con un par de palmadas en la espalda y una sonrisa entre forzada y cómplice. Después de todo, con algunas personas el momento cumbre de la relación es el sagrado momento del saludo.
Tejada F
Grande!!
ResponderEliminarNo encuentro mejor manera de describir este relato que decir que me hubiese gustado escribirlo yo.
ResponderEliminarSigue así campeón
Estoy de acuerdo con Rubén, TejadaF se ha lucido en el arte de describir lo cotidiano.
ResponderEliminarSerendípity
todo un ejemplo de humor irónico con ese jodido toque socarrón que solo vos sabés guardarte en los mejores bolsillos...
ResponderEliminarNo me gustó, pero usted mejoró con C15 sobremanera.
ResponderEliminarAhí va una cita de Carlos Hank.
“Un político pobre es un pobre político”
Sublime y mazo poético.