-Tejada F.-
Cuando llegan los Playoffs la NBA se pone seria. El tipo del órgano prepara los dedos de manera especial, los aficionados van a la cancha vestidos del color de su equipo, todos igual. El grito sagrado de DE-FEN-SE DE-FEN-SE se hace ensordecedor y la presión en cada posesión es agobiante. Una batalla.
Las leyendas se forjan en los momentos decisivos.
Después de acabada la guerra de secesión americana se realizó una ceremonia para honrar a los caídos. En ese homenaje todos esperaban la intervención de Edward Everett, diplomático de prestigio y definido como el mejor orador de la época. Su speech duró casi tres horas utilizando 13500 palabras. En ese mismo acto Abraham Lincoln solo necesitó trescientas y dos minutos para crear el alma de una Nación... con su histórico discurso de Gettysburg.
En los momentos cumbre, cuando no hay marcha atrás y la bola quema, cuando es anotar o morir y el gladiador que tienes delante está dispuesto a dejarse las pelotas en impedir que logres el objetivo, algunos tipos se crecen. Es el caso de Robert Horry, un alapivot que jugó al lado de grandes estrellas sin serlo, que participaba muchos minutos sin ser titular y asumía la responsabilidad de tirar cuando la hora de los valientes asomaba. Meter o morir. Como la vida misma.
Horry ganó 7 anillos de campeón con 3 equipos distintos, en todos ellos siendo pieza clave desde el banquillo. Aparecía con sus hachazos ganadores cuando el brazo se encoge y el temor a fallar es tan gigante y eterno que algunos prefieren borrarse lo más disimuladamente posible. Todos recordamos a Bebeto –especialista en lanzar penaltis – que llegado el momento más importante de su vida sufrió un problema al quedar los cordones de las botas desatados y no poder ejecutar ese cardiaco chut…
Churchill o los hombres de la Easy en las Ardenas son ejemplos de personas que dan lo mejor de sí cuando el margen de maniobra es escaso y un error la desgracia infinita.
Y es que si el partido llegaba al último instante y solo un triple desesperado aparecía como solución, al bueno de Horry el gesto le cambiaba, nunca se le desataron las botas, Robert sonreía y se preparaba para la gloria.
Buena entrega, necesitamos a más Robert Horry en nuestros dias y a menos Cristianos Ronaldos. Esperaba que esta semana ibas a publicar el que nos recitaste en el Hotel Husa, espero que las duras críticas de Tower no te hayan hecho guardar los papeles en el cajón del escritorio...
ResponderEliminarComo ser sensible que soy tengo en cuenta cada crítica, mucho más si la persona que la hace forma parte de la corta nómnina de amigos de la que dispongo.
ResponderEliminarPero Give de Money está en cartera, aunque ahora que estamos en plenos Playoffs prefiero hacer referencia a ellos de alguna manera.
Ahh, y lo siento por tus Knicks, eso ha debido escocer...
ResponderEliminarLa derrota es un concepto muy familiar para los Knicks, se mueve bien entre sus aguas, pero llegará un dia -pronto- en que llamaremos a las puertas de la gloria, y ese dia será grandioso.
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