Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







martes, 26 de abril de 2011

BUTACA




LA ETERNA JUVENTUD


Jamás olvidaré el momento en que mi mejor amiga me pasó un misterioso tomo en edición antigua titulado “El retrato de Dorian Gray”. En ese preciso instante mi vida cambió para siempre.

Había leído en una entrevista a Enrique Bunbury que éste había tomado prestado su apellido artístico (porque el nombre es propio) de un personaje de una comedia de un tal Oscar Wilde. Yo no sabía quién era ese pive pero pronto iba a averiguarlo. Resultaba que mi amiga decía tener un ejemplar por él escrito y yo me acerqué a su casa aquella tarde de verano para que me lo prestara. Es una casa antigua y grande. La familia de esta amiga mía, tirando de sabiduría popular, se refugia en casa de la abuela en verano, buscando en los gruesos muros de piedra, el gran portal, el patio trasero y la enorme parra el fresco que todos ansiamos por esas fechas en esta zona.

Recuerdo ese momento como uno de los más mágicos, místicos y misteriosos de mi vida. Mi amiga subiendo por las escaleras del caserón, yo esperando junto a la inmensa puerta en un recibidor en el que se podría dar una conferencia, y de nuevo mi amiga bajando con un enorme tocho entre las manos. Uno de esos libros de pastas gruesas y hojas crema, y ese olor característico de los libros viejos parecido al característico olor de los abuelos, el olor de los abuelos de cada uno, que son los que huelen a amor, no los otros que huelen rancio.

Me pregunto que habría sido de mí de no haber topado con aquel libro. Quién sería yo ahora si esa antigua edición no hubiera caído en mis manos. ¿A qué me dedicaría?, ¿cuáles serían mis aficiones? ¿quiénes mis ídolos?

Ese libro me descubrió un mundo completamente nuevo, un mundo que me encantaba y siempre estaba al alcance de la mano. Un mundo tan interesante, tan atractivo, que a veces he querido irme allá y no volver nunca a éste. Y ser grande y fuerte, ser culto y elegante, seducir a las damas, formar fila en legendarias batallas, viajar a paraísos inhóspitos, vivir odiseas, encuentros, separaciones, crecer y multiplicarme y en definitiva sentirme inmortal. Yo quería ser como Dorian. Ser inmortal. Hasta que vi la película.

1 comentario:

  1. Joder, no puedes estar mas acertado. Estuve a punto de contratar a un sicario para aniquilar a ese gilipollas. Es un manual de como destrozar un clásico en dos horas...y lo peor es que también adaptó la importancia de llamarse Ernesto...a saber lo que hizo

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