-Tejada F.-
Los norteamericanos suelen enviar a sus hijos acabada la universidad a recorrer la vieja Europa. Conocer nuevas culturas y admirar el incomparable repertorio artístico de esta parte del mundo es para ellos casi necesario. Más si cabe teniendo en cuenta su déficit de historia.
En cambio los lugares de peregrinaje de los visitantes cuando aterrizan en la joven USA son de carácter pop, relacionados con el show o con la guerra. Sumado a obras de ingeniería que el cine se encarga de promocionar convenientemente. Pero también tienen sus templos (paganos pero templos) que han visto la vida pasar.
Para mí uno está por encima de todos. Se encuentra en la Séptima Avenida, en la jungla de asfalto que canta Alicia Keys. En esa catedral pop se han celebrado convenciones de los dos grandes partidos donde han elegido a sus candidatos a la presidencia, Ali y Frazier cruzaron sus puños en combates históricos, el Papa Juan Pablo II se reunió con los católicos de toda la nación, donde Elvis o Hendrix lo daban todo cada vez que aparecían o un joven Dylan se presentaba al mundo renegando de sus padres. Todo lo que ocurre en esa catedral no pasa desapercibido. Una noche de festival latino popularizó el reggeton para todo el planeta, en los templos no solo pasan cosas buenas.
Allí también tiene su sede un equipo de baloncesto. Y es que el baloncesto es la única religión global de esa jungla. En cada pista de cemento y aro de cadenas del Bronx o Brooklyn sueñan despiertos para que cada mate o reverso los lleve –aunque solo sea por una noche- a jugar como local en el Madison Square Garden.
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