ella paseaba distraída su mirada por la habitación,
privándome del majestuoso espectáculo de sus ojos.
Cuando me miró no pude parpadear,
me había quedado atrapado para siempre
en aquellos profundos abismos,
deslumbrado eternamente por el brillo de ese horizonte.
Era una tarde de otoño y el sol caía como las hojas,
y ella cantaba una canción en nuestro estudio unos años después.
Echar la vista atrás era como intentar recopilar en un sólo disco todos los éxitos de los Beatles.
Es imposible a no ser que grabes un mp3.
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