Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







martes, 9 de noviembre de 2010

Grandes Biogracías: Adolfo

-Fabyo Sorel-

Adolfo era un tipo peculiar. Una de esas personas con escasas cualidades pero bien relacionado.
Su incapacidad para desarrollar cualquier trabajo le hizo dirigir su actividad hacia el terreno político, en el que creía tener serias posibilidades de ascender.
Le hubiera gustado ser artista. Músico, o tal vez artista plástico, pero incapaz de hacer sonar un pandero, sus dibujos no eran más buenos que los de un niño de preescolar, lo cual no era en ningún caso inconveniente para haber logrado sobresalir en el panorama artístico de la época.
Sin embargo, era evidente que no tenía talento, y además tampoco la autoestima necesaria para obviar ese pequeño detalle. Así que olvidó su faceta artística y se centró en su imparable carrera política.
No sabía muy bien a qué partido alistarse. En principio, le era indiferente.
Optó por el nacional socialismo, que estaba en boca de todos.
La consigna del partido era ensalzar hiperbólicamente las virtudes nacionales y poner de manifiesto siempre que se pudiera las carencias de la oposición, y de las naciones vecinas, de modo reiterado, repetitivo y constante, hasta hacer que aquellas ideas extravagantes entraran en las cabezas huecas de la gente.
Adolfo veía en sus semejantes seres perdidos y alienados cuyas vidas carecían de sentido, y estaba convencido de poder devolver a sus compatriotas la ilusión y la orientación que habían perdido.
Algunos compañeros de partido no tardaron en advertir que las teorías que Adolfo mantenía sobre el espíritu nacional y su manera de alentarlo eran tan radicalmente absurdas que calarían hondo entre los votantes, y efectivamente, en pocos años, millones de gilipollas habían aupado al poder al más tonto de todos ellos. El pobre Adolfo se había convertido en el flamante lider de una nación en auge. La nación que más trabajaba, la nación que más prosperaba, la que estaba llamada a dominar su tiempo. Todos los territorios tendrían que rendirse a los pies de Adolfo y su maquinaria de Estado.
Estaba seguro de que si lograba llevar su estúpida política al resto de Estados el mundo sería mucho mejor. Su país había prosperado mucho bajo su mando. No había razón para que el resto de Europa no lo hiciera.
Iba a demostrar a todo el mundo lo mucho que tenían que agradecerle. Iba a reparar los errores de todos aquellos gobernantes ineficientes.
Adolfo había cogido embale e iba a ser díficil pararle.
Se llevó una gran decepción cuando recibió la primera negativa.
Polonia no estaba dispuesta a adoptar sus técnicas. Le pareció desconcertante que los polacos rechazaran su forma de gobierno. ¿Acaso no estaban al tanto de la revolución que había llevado a cabo en su país o es que simplemente eran imbéciles esos polacos?
Decidió arrasar Polonia.
El tema se le estaba yendo de las manos.
Después de Polonia vendrían Austria, Francia, Italia, Grecia, España... estaba dispuesto a conquistar por la fuerza todo aquel territorio que no aceptara de buena gana sus métodos.
A Adolfo no le gustaba tener que hacer aquello pero no había alternativa. Se sentía como el padre que tiene que pegarle a sus hijos una colleja para que se coman las habichuelas. Él no quería tener que pegar a sus hijos, pero ellos no sabían que las habichuelas eran buenas, aunque no les gustaran, y tenían que comérselas.
Adolfo sintió un gran dolor cuando las naciones aliadas se rebelaron y le presentaron batalla. Nunca creyó que llegarían a ese punto, pero si era necesario arrasaría el continente con tal de que todos se comieran las putas habichuelas.
Menos mal que llegaron los americanos, y con ellos, las hamburguesas.

3 comentarios:

  1. Vaya qué cham,
    nunca pensé que una historia sobre adolfo me pudiera hacer sonreir.
    Enhorabuena. Me ha encantao.
    Saludos desde Malagueti.
    Inma.

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  2. ¡¿España?!
    Si no recuerdo mal aquí teniamos otro jilipollas que sí simpatizo con su regimen...
    Hay por ahi una foto en la que salen los dos subnormales en Hendeya 1939(Francia). Unica vez que los dos anormales se vieron, esta vez Adolfo intento convencer, a otro casi igual de bajito con similar bigote, que nuestra España entrase en el Eje del fascismo.

    Creo que Franco le comento entonces a éste: "Mira Adolfo, no podemos entran en Guerra, estamos hechos polvo, creo que se nos fue un poco la mano devastando este pais. Llamemos nuestra situacion como no beligerante, suena bien, asi parecera que no soy tan nazi como tú."

    De hecho pienso que si España, en 1939, no hubiese olido todavia a polvora y bombas alemanas de la Legion Condor, Franquito de buena gana hubiese besado su blanco culo ario.

    Adolfo no queria conquistar España, la queria de Aliada.
    Salvo este pequeño detalle, me gusta tu texto.

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