-Tejada F.-
No es Baltimore, tampoco Jersey ni Atlantic City, se trata de una ciudad cualquiera de la costa del viejo Mediterráneo, una familia, un pasado, un presente, el poder, la ambición. La mejor serie española jamás realizada se llama Crematorio y habla de nosotros, de nuestras miserias y mezquindades. Los años en que en España el dinero corría como la polvora y todos recibían lo suyo. Desde la mafia rusa hasta los especuladores y políticos que se enriquecían casi a la misma velocidad que la costa se llenaba de hormigón a la vista de todos, legitimados, eso sí, por la gran cantidad de empleos generados. Algún tipo con principios también, pero los hombres con principios deben llevar escopeta de caza.
Ocho capítulos que al espectador curtido lo trasportarán a las mejores producciones de la gran HBO, se nota que los creadores se han inspirado en esas grandes series que todos tenemos en mente, mejor así.
El guion, la factura y las interpretaciones son excelentes, intercala flasbacks que no insultan a la inteligencia del espectador como suele suceder en la ficción televisiva de nuestro querido país.
Como las grandes obras y a pesar de los tiempos que corren en los que se infravalora una buena resolución, el final está a la altura del proceso.
No, no es Baltimore, tampoco Jersey ni Atlantic City, aunque a veces lo parezca.
No es Baltimore, tampoco Jersey ni Atlantic City, se trata de una ciudad cualquiera de la costa del viejo Mediterráneo, una familia, un pasado, un presente, el poder, la ambición. La mejor serie española jamás realizada se llama Crematorio y habla de nosotros, de nuestras miserias y mezquindades. Los años en que en España el dinero corría como la polvora y todos recibían lo suyo. Desde la mafia rusa hasta los especuladores y políticos que se enriquecían casi a la misma velocidad que la costa se llenaba de hormigón a la vista de todos, legitimados, eso sí, por la gran cantidad de empleos generados. Algún tipo con principios también, pero los hombres con principios deben llevar escopeta de caza.
Ocho capítulos que al espectador curtido lo trasportarán a las mejores producciones de la gran HBO, se nota que los creadores se han inspirado en esas grandes series que todos tenemos en mente, mejor así.
El guion, la factura y las interpretaciones son excelentes, intercala flasbacks que no insultan a la inteligencia del espectador como suele suceder en la ficción televisiva de nuestro querido país.
Como las grandes obras y a pesar de los tiempos que corren en los que se infravalora una buena resolución, el final está a la altura del proceso.
No, no es Baltimore, tampoco Jersey ni Atlantic City, aunque a veces lo parezca.
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