-Javier Jabato-
Lo había intentado todo. Había pintado los muros de la ciudad con su nombre y le había mandado flores y poemas. Le había dejado mensajes en el facebook que realmente rompían, o lo intentaban, la cibernética frialdad. La había esperado a la salida de la facultad y del trabajo y había salido a buscarla en la noche gran_nadina, garito tras garito y copa tras copa. Había frecuentado parques y plazas, museos, restaurantes y cines. Hasta bibliotecas. Se lo había dicho por activa y por pasiva, en esperanto y en suagili y en binario; se lo había dicho en poesía y en prosa, con señales de humo, con mensajes en el móvil, con el silbo gomero, con botellas de náufrago que lanzaba al Genil por las noches, cuando la ciudad entera dormía. Incluso, en mitad del delirio que precedía a cada amanecer, había pensado en mandarle a la tuna.
Aquella mañana, ni se sabe de dónde, consiguió cuatro o cinco ratas muertas, las empaquetó en una caja de zapatos y se dirigió a Correos.
pero bueno...¿¿????ratas? me lo pude explicar..? del amor al odio solo hay una linea, pero donde queda la puta dignidad? en todo caso, mi aplauso, me ha conmocionado, y últimamente en esta puta era cibernetica, nada lo hace.
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