The last good country
(o a qué huele España)
La expresión es de Hemingway. Ernesto la empleó para referirse a nuestro país. Para el escritor estadounidense España se había convertido en el último reducto nacional donde era posible la felicidad. Pocos a día de hoy piensan como el literato entonces. Yo si. No tengo mucho mundo. Apenas he cruzado Despeñaperros un puñado de veces y tan sólo una los Pirineos, bueno dos, una de ida y otra a la vuelta. También viajé de pequeño a Portugal, que en mi visión romántica de la península, más que como un país diferente al nuestro lo veo como una escisión del mismo.
Ayer leyendo la España Invertebrada de Ortega y Gasset quedé prendado de nuevo con el acierto de las reflexiones del maestro de la filosofía en castellano, que en vez de pensamientos parecen en realidad profecías, pues todo lo que escribió D. José hace cien años ha venido cumpliéndose a lo largo del siglo con más o menos precisión.
Ortega expone que España lleva inmersa trescientos años (cuatrocientos ya) en un proceso de desintegración del que los separatismos catalán y vasco no son más que la manifestación última. Según esta teoría estaríamos condenados a la dispersión pues igual que nos juntamos cuando teníamos un proyecto común nos iremos separando ahora que no lo tenemos.
Para Ortega pues no es la unidad la que crea un proyecto sino a la inversa, un proyecto el que da lugar a la unidad. Cuando la fe y la ilusión en ese ambicioso proyecto desaparecen las partes que conformaban el todo tienden a separarse. Hasta ahí de acuerdo. Castilla tenía ese proyecto, convenció a Aragón y al resto de reinos peninsulares de que se sumaran a su empresa, el negoció funcionó y dio beneficios y ahora que la empresa está en concurso de acreedores, todos barren para casa y se reparten los despojos.
Yo no sé porqué creo en España, la verdad. Hay quien dice que en realidad nunca existió y no le faltan argumentos, como no le faltan al abstracto metafísico que mantiene que esto que pasa no sucede sino en nuestra imaginación, pero lo cierto es que ocurre. Aprieto una tecla y una letra aparece en la pantalla. Esto no son imaginaciones mías, son manifestaciones empíricas, proposiciones científicas hasta ahora demostrables que cualquiera puede constatar.
El mundo de las ideas de Platón ha hecho mucho daño, creo yo. ¿Vemos la rosa o es la idea de Rosa lo que vemos? Para mí la respuesta está bien clara, no sé lo que verán otros, yo veo la rosa, y si puedo me acerco a tocarla y la huelo. Igualmente creo que puedo tocar y oler España. Victoria Beckham dijo que olía a ajo. A mí me huele mejor o peor según la hora que marque el reloj. Por la mañana temprano antes de que suene el despertador huele a gloria. Entra por la ventana una fresca fragancia venida de la sierra o la montaña, del mar y la playa, jazmín y azahar; café recién hecho después cigarro, combustible quemado, luego pan tostado. Me huele a rancio en los despachos y a viejo en los espacios cerrados. Huele a códice en la biblioteca y a reliquia en el Sagrario. A bodega al mediodía, a la brasa el asfalto, a urbano atascado de gente en chanclas (en verano) en invierno de cuero bien forrados. En algunos retretes de algunos bares, y en esquinas recónditas de ciertos parques huele a mierda, y en los servicios aseados a limpio y a lejía.
Algunas veces en el hueco de la escalera huele a hierba. Algunas tardes sube olor a merienda desde la cocina del bar de la esquina. Cuando la gente está de mal humor es cuando huele peor y después que llueve cuando mejor huele.
En general y en conclusión diría citando a un clásico que algunas veces huele bien y otras va en bicicleta. Ahora tenemos más kilómetros de carril bici como buenos europeos que somos; cuando era chico los carriles estaban hechos y no había que señalizarlos. Sin embargo, si aguanto esos días en que después de unas pedaladas España huele a sudado es por ese pequeño instante en el que recién salida de la ducha, descalza por el pasillo va dejando en el aire su fragancia.
Fran, me lei España Invertebrada hará cosa de un mes y me quedé seco. Hace Don José un resumen de la Ascensión y Decadencia de España con tal grado de lucidez que asusta. Estamos inmersos aún en esa deflagración. Y lo que es peor, como anunciaba en la Rebelión de las Masas, también en la caida de Europa. Ya lo dijo el tal allí: sin un proyecto común (proyecto espiritual por llamarlo de alguna manera) todo país o conjunto de paises está condenado al fracaso. No es de extrañar que el proyecto llamado en sus incios Comunidad Economica Europea se esté yendo al garete. Sus cimientos están basados en un proyecto económico, ¡Ni siquiera político! Por ello no es dificil deducir la imposibilidad de "vertebrar" una auténtica nación (europea) que esté basada en tan deshumanizados valores, pues la ambición de grandeza del ser humano, a diferencia de lo que muchos creen, va más allá de lo económico, su ambición de futuro y conquista del mismo ha de ser algo sagrado...
ResponderEliminarOrtega dixit.
No he tenido el gusto de leer a Ortega. Creo que España es un estado social y democrático de derecho, que está limitado al sur por el Estrecho de Gibraltar, al norte por los Pirineos, comparte península con la Republica de Portugal, tiene dos archipielagos y las ciudades de Ceuta y Melilla. En cuanto al sentimiento nacional, me siento muy orgulloso de pertenecer al país más hermoso de la tierra, con gran cantidad de horas de luz, agua, orografía variada y respetada por desastres naturales de toda índole. Nuestra forma de hacer las cosas, incluso de autodestruirnos y autocriticarnos llegando a odiar aquéllo que huela a español por rancio, derechista y conservador conforma nuestra personalidad, similar a la del padre que exige al hijo pero no gusta ni permite que nadie lo critique. Siempre he pensado que los nacionalistas son los que mejor representan al español, pues son los que peor hablan de ella. Pero aún no conozco ningún caso de alguine que marchó a otro lugar, y no desee volver. Un abrazo, Frank. Excelente.
ResponderEliminarSin duda no te has leido el libro...
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