Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







jueves, 23 de septiembre de 2010

no estamos solos


Salí de la cama con el pie izquierdo.
He pasado una mala noche. Sudores. Sueños extraños. Estoy incubando un resfriado.
Mi chica sale sin despedirse porque no la he dejado descansar.
Cuando cierra la puerta por fuera, salto de la cama para verla marcharse desde la ventana.
Alzo la vista y ahí está. Es un objeto muy simple y sin embargo resulta dificil describirlo.
La primera sensación que tuve fue la misma que tuvieron los indios cuando vieron llegar los barcos en 1492. No puede ser. O como dijera Wesley Snipes en Blade...
"¡¿pero qué coño?!"
La de esta mañana fue una mañana tierna, de estas que parece que el cielo va a romper a llover en cualquier momento. Pero no una de esas nubes amenazadoras violentas. Nubes claritas que lo empañan todo y que llueven suave.
Había un ovni. No un ovni en el sentido jolibudiano del término, con sus lucecitas y sus marcianos verdes, sino un ovni en sentido literal, esto es, un objeto volador no identificado.
Tenéis que creerme. Vale que he fumado mucho. Que manejo extrañas teorías. Pero lo de esta mañana no fueron alucinaciones mías.
Veréis amigos. Había un globo alargado suspendido en el cielo, con forma de zepelín, de un gris clarito. Un poco más claro que el cielo que también era gris entero. Un enorme pepino flotante casi blanco. Y de la parte izquierda surgía una especie de cresta de tres puntas, toda negra. Acojonante. Finalmente de la mitad baja del globo pendía una línea negra, un cable, tal vez una cuerda, no sé.
Aún no me entra en la cabeza.
Me he quedado un rato observándolo pensando para mis adentro qué cojones era eso. Y se podía adivinar un ligero contoneo, como si efectivamente fuera un globo que oscilara un poco con el viento. Pero maldita sea, aquello no era un globo.
Una mañana Carmen y yo vimos un globo desde esta misma ventana. Era un día soleado y el cielo era azul claro. El globo estuvo varias horas en el aire a nuestra vista. Era de colorines. Precioso. Carmen le hizo varias fotos. Incluso pintó un cuadro en el que representaba aquella escena. Pero lo de esta mañana era distinto.
De hecho, la cámara de mi pequeña colgaba de la percha que hay detrás de la puerta, que dista escasos metros de la ventana. Doy tres pasos hacia la puerta, otros tres o cuatro de nuevo hacia la ventana, cámara en mano, y el bicho ha desaparecido.

La verdad está ahí fuera.

3 comentarios:

  1. no mecleis que os lo tengo dicho, pero bueno te dire...yo tambien he visto cosas estrañas en el cielo ultimamente, la semana pasada...
    se acabara el mundo? yo no lo se, pero tampoco me importa.

    buen texto.

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