Cacagénesis:
William Saroyan:"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".
miércoles, 29 de septiembre de 2010
EL LIBRO NEGRO de Papini
-Rubén C.M-
Cuando uno menos se lo espera, es posible el milagro. De forma casual, a lo tonto, escuché título y autor de boca de un escritor al que leo habitualmente. El Libro Negro de Giovanni Papini, palabras que, de sencillas, invitan al menos a echar un ojo si acaso a vuelapluma sobre sus páginas. Así hice yo, hará cosa de un mes, desde mi última visita a Granada y, en esta, a la mítica Reciclaje (librería de segunda mano). Después de cazar un par de libros de Raymond Chandler, novela y compendio de relatos, del célebre impulsor del proceso de dignificación de la novela policiaca como genero, después de cazar estos ejemplares, digo, me vi en la tesitura de elegir entre un libro de relatos de Charles Bukowsky (editado en los setenta y de extraño título que jamás había oído) y el mencionado Libro Negro. Tras santiguarme, dejé en su sitio a Hank y tire para caja con Chandler y Papini bajo el brazo. Después de pagar gustoso 8.50 euros por estas tres joyitas volví a Ceuta feliz. Feliz a medias, tuve la imprudencia de dejar Memorias del Subsuelo de Dostoievski en casa de Veterano a sabiendas de la devoción que este profesa por la magna obra del gigante ruso. Dejando a un lado toda esta puesta en escena, totalmente prescindible, paso a hablar del susodicho libro:
Papini, florentino de nacimiento (9 de Enero de 1881 a 8 de Julio de 1956), nos presenta una serie de escritos cuyo hilo conductor es su autor, Gog, y cuyo trasfondo esta impregnado por la Segunda Guerra Mundial y el periodo postbélico que la sucede. Diferentes personajes célebres desfilan por sus páginas dejando sus testimonios a través de las entrevistas que este, Gog, mantiene con ellos sirviéndose de su privilegiada posición social (multimillonario) y sus ansias de conocimiento y preocupación por el ser humano, siendo en ocasiones la aparición de estos consecuencia de distintas referencias que se realizan sobre fragmentos inéditos que posee en su colección privada. Nos encontrarnos con pintores (Picasso, Dalí), escritores, sean poetas (Lorca, Valery, Blake) filósofos (Kierkegaard, Unamuno) además de otros genios de las letras y de las artes (Goethe, Victor Hugo, Kafka, Tolstoi). También, numerosos van a ser los encuentros con profetas, sacerdotes, científicos y visionarios de todos los rincones del mundo que exponen extrañas e inverosímiles teorías sobre el pasado, presente y futuro del ser humano, su existencia y el mundo en el que vive. Personajes tan sorprendentes como el propio Hitler al que encontramos justificando su posición en la historia con unos argumentos firmes y perfectamente razonados que hace tambalear nuestros cimientos y, consecuentemente, nos impulsa a pensar, reflexionar durante unos segundos sobre verdades inamovibles que aparentan presumiblemente eso, veracidad.
Lo más sorprendente es la clarividencia que emanan los relatos de este gran descubrimiento que es el Libro Negro (por mi parte, digo, pues este señor existía antes de que yo lo encontrase y con toda seguridad me sobreviva) y la gran lucidez de su creador ante los acontecimientos de la época que le tocó vivir, en definitiva, del siglo que nos precedió. Expuestos de manera heterogenea a lo largo de sus páginas problemas políticos, teológicos, morales, sociales, psicológicos que, tratados de forma magistral por su autor, justifican su presencia entre los grandes de las letras. He tenido la impresión, en diferentes fases del libro, de que lo que allí se relataba estaba aconteciendo en estos momentos, los nuestros, los que nos toca vivir. No es de extrañar que este breve libro, unas 180 páginas, haya sobrevivido a lo largo de los años, manteniendo su inquietante mensaje intacto y con la misma capacidad de desestabilización. Pues esa era su seña de identidad, la polémica, a través de un calculado estilo satírico que cabalga sobre un lirismo en ocasiones conmovedor. Atraviesa de manera magistral los textos un clima de humor, no tanto en exposiciones concretas de los personajes o en sus propias disertaciones si no, más bien, en el conjunto del relato expuesto, estos, en las más de las veces, salpicados de inverosímiles situaciones y argumentos que reflejan una resignación tragicómica frente al destino del hombre. Quizás este como nuestro Ortega y Gasset que tan bien reflejó allá por los años 20 en su Rebelión de las Masas el oscuro fatalismo del devenir humano, quizás este como aquel, como se dice mucho por estas tierras, “si levantara la cabeza, se volvería a morir”.
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