3 de Julio
de 2012
Cortafuegos
Un verano y otro se repite la misma historia: un tonto tira una
colilla – negligente o intencionadamente – y arden miles de hectáreas de
bosque.
Un orden que la naturaleza tarda cientos de años en establecer es
devastado en cuestión de horas ante la pasividad de los poderes públicos que
encuentran en las desoladas tierras incendiadas espacios muy apropiados para
especulación urbanística. Un complejo residencial aquí… un campo de golf allá… ¿y quién quiere vegetación autóctona pudiendo importar palmeras foráneas con sus
propias plagas incluidas en el precio?
Yo supongo que no es fácil controlar un incendio que se expande con el
viento avivado por las altas temperaturas que se alcanzan en Julio en la
Península, pero entiendo que tal vez haya medidas de prevención más eficaces
que el típico anuncio del verano de todos contra el fuego (que ya ni si quiera
reponen).
Tal vez se podrían mejorar los sistemas de detección a tiempo de las
llamas, manteniendo equipos convenientemente dotados, coordinados e
interconectados en los lugares de riesgo.
Tampoco estaría demás que se fijaran límites legales para que en las
zonas afectadas por el siniestro no se establezcan otros edificios ni se instalen
otras actividades que las estrictamente necesarias para el cuidado y la conservación
de la flora y fauna que ahí antes había.
Y por último, una medida disuasoria que quizás pudiera funcionar sería
que alguna vez se aclararan las causas que originan estos atentados y alguien
pague por ello.
- Fabyo Sorel -
- Fabyo Sorel -
No hay comentarios:
Publicar un comentario