Febrero 08'
-Rubén C.M-
Despierto sobre las dos. Creo que anoche bebí demasiada cerveza, menos de lo que hubiese querido, debido a ello me han invadido una serie interminable de pesadillas. Cuando la mente sigue funcionando, cuando uno se va a dormir deja margen a la creatividad que, borracha, nos jode la cabeza. No tengo nada en el frigorífico. Me doy una ducha rápida y me visto. Bajo a un bar cercano y pido una coca-cola. Definitivamente hoy no es mi día. Cerca de mí una pareja bebe unas cervezas. Rondan la cuarentena. Ella, con una belleza hundida bajo la piel tapada por unas lindas arrugas, de ojos grandes, experimentados y compasivos. Él, con su uniforme azul, chaleco de múltiples bolsillos, ligeras entradas, barba grisácea de un par de días y una piel duramente tostada por el Sol. Él no habla mucho, parece decaído. Ella, por el contrario, mantiene una ligera sonrisa que no termina nunca de estallar. Acabo con mi tapa y pido otra estúpida coca-cola. Sí, soy un marica en toda regla, en cualquier caso un marica que no quiere cagarse en los pantalones. Ella parece estar convenciéndole de algo, el niega con la cabeza una y otra vez, totalmente abatido. Escucho algunas palabras:
- Ven a mi casa, yo lo pago todo, lo doy todo por ti, pídemelo, nada más.
El agacha la cabeza unos instantes algo pensativo, parece un tanto humillado y otro tanto orgulloso. Parece no tener tampoco un gran día. Me tomo la segunda tapa y doy pequeños sorbos a la coca-cola. Por un momento, me he olvidado de mí mismo y me preocupo por ese tipo. Después de unos minutos en silencio, él se inclina para agarrar una servilleta y en el trayecto traza un beso en la mejilla de su compañera, esto, hace que sus arrugas se compriman en una tierna sonrisa. Él vuelve sobre su postura sin levantar la mirada. Parece un crío caprichoso al que le han negado unos caramelos. Ella se levanta y lo abraza, le lanza unos besos y se queda observándolo:
- Nos vamos?
- Sí, vámonos de este maldito lugar.
Los dos recogen sus cosas y salen por la puerta. Acabo con el dichoso refresco, pago y vuelvo a casa enseguida. Ya en mi habitación, me tumbo en la cama y enciendo un cigarrillo. “Odio a estas jodidas parejas. Que si sí, que si no. Maldita sea, tú la quieres, ella te quiere. ¡Al carajo! ¡Marchaos! ¡Marchaos de aquí! ¡Marchaos de una puta vez!”.
Cada uno una movida, a lo mejor iban de MDA y alargan la noche, o hablar de su hijo en comun... un polvo final. Un reinicio forzado, un hasta luego nena, no puedo mas... mama... Tu bebiendo coca cola, joder chan... y sin humo. Parecemos jilipollas a veces. Buenos dias.
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