Cacagénesis:


William Saroyan:
"Es sencillamente imposible insultar al género humano sin sonreír al mismo tiempo".







viernes, 8 de octubre de 2010

ESCRITURA TOTAL



-Rubén C.M-


(En homenaje a Roger)


Si hay algo realmente novedoso, al menos para mi, si hay un descubrimiento o un concepto que hace que mi pensamiento recomponga sus fragmentos y vea con claridad ese concepto es, sin ningún tipo de duda, el de “Escritura total”. Acuñado por el poeta Roger Wolfe por el que este último año me desvivo, se ha convertido (siempre hablando de lo que significa para mí) en la definición de literatura más lucida que he podido escuchar. La definición exacta la podemos encontrar en propias palabras de este escritor o en algunos de sus estudiosos. No la voy a reproducir por dos motivos, porque no me acuerdo y porque, la verdad sea dicha, no hay ganas de buscarla. Pero creo que ese par de palabras tienen suficiente fuerza expresiva para hablar por si mismas. Por lo pronto, viene a utilizar la palabra “escritura” y no “literatura”, “arte”, o cualquier otra que sugiera una obra determinada con un fin concreto. La escritura se refiere ni más ni menos al acto de escribir, a todo lo que incluye el proceso y nada más allá. Se deja de métodos y cuestiones organizativas que textos más rocosos e intelectualizados necesitan. No quiere decir con esto que la escritura de este tipo desemboque en un simplismo vulgar y poco cuidado. La dificultad de este tipo de escritura es el riesgo que se corre, es el elevado porcentaje de fracaso en el que se mueve. De ahí que el éxito de un escrito de este tipo supere a aquellos que se ven limitados por su excesivo cuidado. La dosis de realidad que se le añade esta asegurada por los errores que se producen. Estos errores juegan un papel estilístico de suma importancia. No hablamos aquí de la escritura automática, aquí el texto se revisa más allá de la ortografía o la puntuación. Un error puede ser corregido sin que pierda su esencia errática, su dosis de realidad. La finalidad reside en hacer que la literatura se vea superada por la realidad, el texto debe cobrar vida, y esta vida no tiene más remedio que representarse en su ser completo, con todos sus defectos. La respiración juega un papel crucial, determina el grado de cercanía que puede provocar el texto, el reconocer al otro lado a una persona de carne y hueso. Se trata de que el lector se reconozca a través de temas, personajes, ambientes totalmente conocidos para él, a pie de calle. La famosa “cotidianeidad” promulgada por Raymond Carver es otra de las claves, las cosas pequeñas que pueden revestir significados universales. Las verdades de siempre escondidas no en batallas, ni en héroes ni en villanos, ni en mundos imaginarios, sino agazapadas detrás de la cortina o en un cenicero. Sobre esto pasaré muy de largo pues se ha escrito ya mucho sobre ello, solo reseñarlo para contextualizar la situación. Si bien, el concepto de “escritura total” va más allá de ser una mera definición de literatura para situarse más acá, tomar esta como un medio de vida, de subsistencia. A través de esta concepción de la literatura nos vamos a servir de ella para vivir mejor o, al menos, para ayudarnos a llevar la vida mejor. Esta necesidad imperiosa del escritor por escribir, no ya del escritor sino de cualquier persona que necesite expresarse y elija este medio, esta necesidad imperiosa digo, se canaliza a través de las diferentes modalidades que presenta la literatura en conjunto. Nos podemos servir del poema, del relato, del microrelato, del cuento, de una carta, de un ensayo, de un ensayo-ficción o podemos, si nuestra pulsión interna lo pide, echarle mano a la novela. En la escritura total es indiferente el soporte que se utilice siempre que se adapte o más bien, siempre que se ofrezca amablemente para transmitir un pensamiento o un sentir. Esta libertad a la hora de elegir y a la hora de expresarse se convierte en algo ciertamente peligroso, pues nunca estamos seguros de que nos pide el cuerpo. Me sorprendía el otro día mi chica, cuando viéndome escribir un poema, quería leerlo antes de que este estuviese terminado. Sobre un fragmento que no entendía, preguntó por su significado; le dije que aún no lo sabía, podría ser cualquier cosa, incluso nada en absoluto. Se río de mi, diciendo que era tonto, que como no iba a saber el fin de lo que estaba escribiendo. Mi respuesta fue sencillamente que tal vez Victor Hugo o Cervantes fueran capaces de visualizar el propósito o la forma que pretendían darle a un texto, pero que un mindundi como yo solo podía dejarse llevar y esperar a ver lo que salía. Se quedó pensando un par de segundos y seguidamente prosiguió con lo que estaba haciendo, importándole un truño lo que acaba de decir. Para mí, este episodio fue revelador. A veces se me ocurre algo y rápidamente lo llevo al papel. Pero ese algo, mientras escribo, va tomando cuerpo de una manera natural, transformándose a veces en algo maravilloso y en otras en un pestiño que nada tenía que ver con lo que se gestó en mi cabeza. Lo que si tengo claro es que la sensación de dejarse llevar por el tecleo, de deslizarse sin importar si pongo una coma aquí o si pongo un punto acullá, me produce una sensación de libertad y de dominio de esa libertad inigualable. Cuando en mis comienzos escribía algún poema, me veía en la obligación de rimar y de ajustarme a los cánones. Quería sonar a Lorca o a Miguel Hernández, más a este último, y la frustración que me provocaban los resultados hacía sentirme así de pequeñito. Lógicamente no era capaz de hacer malabarismo gramaticales por mi falta palpable de genio. Años más tarde fui comprendiendo y soltándome, como quien deja de fumar poco a poco, y empecé a cogerle el gustillo a eso de escribir lo que me viniera en gana. Ahora escribo, simplemente, sin preocuparme de lo que estoy diciendo o de si es un relato, un poema o un algo. Lo que es seguro es que he avanzado en algo. Siento como la página respira, sin grilletes ni mordazas, y siento como en mí la página cobra un sentido casi místico. La blancura que quiere ser manchada. Mancha, sin más, de lo que sea. Claro que no a la manera de pintor post-moderno dando brochazos al aire y cagándose en mitad del lienzo. Por supuesto, esto no consiste en llegar, tocar e irse. En el jazz funcionaba. Aquí solo funciona tocar, tocar y nunca irse. Recuerdo las palabras del maestro, Buk: “Tu eres tu único rival y tu único juez.” O algo así, no recuerdo las palabras exactas. La satisfacción de ver la mejora a través de los meses, de los años, darse cuenta de que somos mejores que al principio, amigo, no tiene precio. Ir rompiendo cadenas, despojarse de vergüenzas, de complejos inútiles, y deslizarse una vez más, como el viejo Buk decía. La escritura total, bien utilizada, sin abusos, es el mejor método terapéutico, no sin sus efectos secundarios. Pero a quien le importa esos efectos, cuando ya nada nos sirve, cuando todos los médicos habidos y por haber hace ya que nos dieron por perdidos.

5 comentarios:

  1. HERMANO, NO LO HE LEÍDO, PERO QUE MÁS DA. SÓLO QUERÍA AGRADECERTE QUE SIEMPRE TUVIERAS PALABRAS DE ÁNIMO PARA ESTE SERVIDOR, Y CUANDO YO DECIDA REGRESAR A LA ESCRITURA, LA LECTURA O LA EDICIÓN, PUEDA ENCONTRAR MANOS AMIGAS COMO LA TUYA. JEJEJEJEJEJEJE. TODOS LOS DÍAS AÑORO, EL TIEMPO Y EL LUGAR DONDE SE FORJÓ LA FELICIDAD.

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  2. Socio, tal vez lo que voy a decirte te moleste, espero que no, pero alguien tiene que hacerlo.
    Roger Wolfe es un culo tío. lo siento.
    Alguien que como tú, ha leído a los grandes de las letras hispánicas, la flor y nata de la auténtica poesía, el veintisiete, hernández, salinas, lorca, el noventayocho, machado, juanra... el siglo de oro; ya debería haberse dado cuenta.
    hace tiempo que empujado por ti me animé a abrir un libro de ese tipo, y el primer poema me pareció original, el segundo cansino, al tercero me fui al retrete y entonces me sentí mucho mejor.
    espero que no te ofendan mis palabras, sino más bien te ayuden a volver a leer poesía.
    paz

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  3. como te gusta buscarme la boca cabroncete...mira esta vez puedes que tengas hasta razón. Está claro que lo que escribe Roger tiene poco que ver con lo que hacían los maestros que citas. Eso en cuanto a la forma. En cuanto al fondo, me han emocionado (me refiero a la lágrima viva) tanto los poemas de R.Wolfe como los otros. De últimas llevo un rollo megapaz con esto de la poesía. Exijo que me toquen la patata, si lo consiguen los adoro. Roger lo ha conseguido eykeyey lo adoro

    Un abrazo

    P.D: Menos marujeo y más publicar

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  4. me alegra que no te hayas enfadado
    hermano africano.
    esperaba una buena rabieta por tu parte.
    puede que estés madurando.
    en vista de tu tranquila acogida al hachazo gratuito a Mr. Roger, y siguiendo las indicaciones de tu post data,
    ahí te dejo unas joyitas escritas en castellano, por cierto, dicho sea de paso, el único acierto de wolfe a la hora de escribir poesía:
    el de abandonar la bochornosa lengua de Shakespeare por la preclara de Cervantes

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  5. Monika siempre tarde19 de octubre de 2010, 20:45

    Amo a wolfe, los demás me alejaron de la poesia. no se, va en gustos, supongo, porque odio las mariconadas como la luna, luna...perdon fran; supongo depende las plabrotas que te pida el cerebro para estimularte, tampoco puedo decir mucho ya que repito, las flower amor pandis me alejaron de la poesia, odio lo bucolico, wolfe representa para mi a los que han visto la otra cara de la moneda...no declino rectificar mi opinion en algun momento del tiempo cuando pueda leer el romancero sin vomitar, jjeeejejej.
    SOLO OS PIDO QUE SIGAIS ESCRIBIENDO A AMBOS.
    os quiero

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