EL ESTRENO
Tendría por entonces 13 o 14 años. Me llamó una amiga y me dijo que la tía de una de las chicas del grupo iba a llevarlas al cine, que sobraba un sitio, que si me apuntaba.
No lo dudé. Si han tenido ustedes alguna vez esa edad, y pertenecen al género masculino, sabrán lo que eso significaba para mí. No sé lo que significaría para ellas, pero yo no podía dejar pasar esa oportunidad, así que me arreglé para la ocasión y me fui para casa de la tita donde me esperaba el grupo de chicas risueñas y puede que algún colega.
Cuando llegué nos apretujamos en el coche y nos fuimos al centro comercial. No recuerdo muy bien el trayecto. Estaba cortado. Mi siguiente recuerdo nos lleva a la entrada del cine justo debajo de la cartelera en el momento en que una de las chicas propone que veamos Space Jam, el debut de Michael en la gran pantalla junto a los dibujos de la Warner. En ese instante tampoco es que me hiciera especial ilusión ver esa peli pero las chicas ya habían decidido y yo no me iba a oponer.
Además, qué carajo! Acaso hay mayor espectáculo que Michael de corto? Entramos a la sala tras aprovisionarnos de palomitas y tal, y buscamos nuestros asientos. Empieza el show.
Mágico. En realidad es algo muy bello el preciso instante en que esa oscura pantalla cobra vida
Recuerdo a Bugs Bunny saliendo de un agujero en un campo de golf e incitando a Jordan, que iba ridículamente disfrazado de golfista, a volver a su hábitat natural, la cancha, la acción. Como Silvester Stallone en rambo IV, lo piensa un segundo y ni uno más. Éste se ata la cinta a la cabeza, el otro se calza las nikes, y a la batalla. ¡Grandes!
No me hubiera importado ver tiros o tetas en una película más adulta, pero disfruté como un zagal que es lo que era. Las chicas se divirtieron mucho. Se reían constantemente con aquella película. En realidad se reían constantemente. Lo pasamos bien.
Ya sabéis cómo fue el partido.
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