¿PODEMOS?
Llegados
a este punto en el que ya todo el mundo parece tener una opinión
formada acerca del partido de moda, me dispongo a poner por escrito
todas las dudas que me suscita este nuevo movimiento que ha surgido
en el panorama político español y que se hace llamar Podemos.
Podemos,
primera persona del plural del verbo poder (presente de indicativo),
supone un nosotros, un todos juntos. Evoca a Fuenteovejuna, todos
a una; algo que suena utópico y literario pero está lejos de la
realidad política actual de España en el que cada cual barre para
casa. Parte de la idea de que el pueblo es uno y está siendo
subyugado por una clase política, la casta, que lo oprime y lo
exprime y ante la que se enfrenta. Yo discrepo ciertamente de esta
idea. Considero que el pueblo es soberano pero también que es a
menudo estúpido y casi siempre gregario. De hecho, entiendo que el
discurso de podemos está orientado a engañarlo (efectivamente, se
puede engañar a todo un pueblo. No sería la primera vez)
prometiendo cosas que no pueden cumplir y disfrazándose de lo que no
son, autoproclamándose como los defensores de los ciudadanos y los
derechos sociales.
Esto
a la izquierda se le da a las mil maravillas. Eso de erigirse en
promotor y protector de los derechos y libertades fundamentales,
llegando incluso a afirmar que ellos crearon la sanidad o la
educación pública, olvidando siempre que un derecho no deja de ser
una invención humana, una ficción, y que no basta con nombrarla
para que exista, hay que darle contenido. Quiero decir que no basta
con proclamar derechos a troche y moche, hay que costearlos.
Verbigracia, si estamos decididos a luchar por los derechos de los
discapacitados y las personas dependientes (lo cual es muy loable),
no basta con promulgar una ley de dependencia (que en principio suena
bien y cualquiera apoyaría) sino que hay que ponerse a hacer cuentas
y calcular si el Estado va a poder asumir el coste que el
reconocimiento de esos derechos supone y por cuánto tiempo, y esto a
esos partidos de tan fina sensibilidad social ya no se les da tan
bien. Ellos prefieren abanderar la causa y responsabilizar a la
derecha del fracaso de dichas medidas cuando éstas resultan
insostenibles.
Podemos
sin embargo, también implica un esfuerzo, suena a arenga
futbolística; si mal no recuerdo fue el lema de la selección
española en aquella eurocopa y entonces se pudo, así que démosle
una oportunidad, me digo.
Y
sin embargo me pregunto, ¿realmente podemos? ¿qué es lo que
podemos? ¿cuándo? ¿podemos acabar con los corruptos, con el fraude
fiscal, con las puertas giratorias? ¿cómo? ¿no vendrán ya otros
que se corrompan luego? ¿emergerá la economía sumergida como por
arte de magia? ¿se abrirán otras puertas cuando se cierren esas?
¿tal vez en Venezuela? No sé, no sé, son preguntas que se me
vienen a la cabeza. Ahora parece que a los dirigentes de los círculos
les molesta que se les asocie con este régimen pero son ellos los
que cantan sus bondades y el tonto de Maduro va diciendo por ahí que
han ganado las elecciones en Grecia y ahora van a hacer lo propio en
España. No sé porqué será.
También
me pregunto por ejemplo cómo pretenden aumentar el gasto social y
hacer políticas de esas que ahora llaman expansivas sin ahondar en
el endeudamiento de un país que ya debe el 100% de lo que tiene y se
me viene a la cabeza el Plan E y... (perdón si me da la risa) esos
carteles sin obras repartidos por toda la geografía, esas aceras
levantadas, esas plazuelas arregladitas... me hacían mucha gracia en
plena agonía de la economía patria. Esas son las conocidas como
políticas expansivas. Yo las llamo manirrotas o sencillamente
socialistas. Son antiguas. Llevan mucho tiempo inventadas. Se trata
de asumir que como hemos estado mucho tiempo gastando más de lo que
teníamos y estamos endeudados hasta las trancas, vamos a seguir
haciéndolo por lo pronto un poco más ahora que damos por hecho que
no vamos a poder pagarlo y luego ya veremos, ya vamos improvisando
cuando crezcamos al ritmo de un sistema comunista bien implantado.
Lo
de auditar la deuda me suena bien, puede que sea una buena
iniciativa, pero me pregunto cómo explicarle al que te va a dejar el
dinero para que gobiernes que no piensas pagarle – todo o parte –
de lo que le debes, o que ya le pagarás más tarde. Me pregunto
entonces si tu prestamista rechaza seguir subvencionándote (lo cual
por otra parte no es de extrañar) a quién se lo vas a pedir y sobre
todo me preocupa qué le piensas dar a cambio.
En
el caso de que Podemos formara gobierno y los capitales se asustasen
y saliesen huyendo y la bolsa cayese y rompiésemos con el euro, en
ese nefasto aunque posible supuesto en el que la maltrecha economía
española de nuevo cayese en recesión y los ingresos fueran por
largo tiempo inferiores a los gastos – como en estos tiempos áridos
de gobierno de la casta – ¿podemos bajar los salarios y las
pensiones? ¿podríamos recortar en Sanidad, en Educación, en
prestaciones sociales o toda la diferencia la vamos a sacar de
reducir el fraude y los coches oficiales?¿donarán sus sueldos los
dirigentes de podemos para cubrir esos imprevistos?¿o tal vez su
líder siguiendo el ejemplo del colega Rodriguez Zapatero convocará
anticipadas y será el primero en abandonar el barco cuando éste se
hunda culpando luego a la troika del naufragio y sus consecuencias?
Luego,
reflexionando acerca de otra de las medidas estrella de Podemos, la
renta básica, pienso... esto no es ninguna novedad, esto también lo
han inventado los socialistas antes, en Andalucía se aplica desde
hace décadas, le llaman el PER y aunque no es tan generosa, ha
tenido unos efectos increíbles sobre la economía de esta bendita
comunidad, muy beneficiosos sobre todo a la hora de garantizar unos
niveles de paro, corrupción y clientelismo tan sólo al alcance de
los referentes internacionales que Podemos sugiere. Luego poder
podemos, la cuestión es si eso es lo que queremos.
Ellos
dicen que no pactarán con la casta pero yo pienso que pactaran con
quien haga falta haciendo una de estas coaliciones que tan buenos
resultados da (veánse la Cataluña tripartita o la Andalucía de
Susanita). De hecho, entiendo que el arte de la política
(últimamente tan denostada) consiste principalmente en la capacidad
de pactar y de llegar acuerdos – y cumplirlos a ser posible – con
quien en principio estás en desacuerdo, más tratándose de una
sociedad tan fragmentada, al menos ideológicamente, como la nuestra.
Ellos dicen que no son de derechas ni de izquierdas pero cualquiera
que sepa un poco de qué va la cosa los ubica a la izquierda de la
izquierda porque su discurso apesta a populismo y a demagogia
siniestra, con cierto tufillo pseudoanarquista. Ellos dicen que no
mienten y a mi no me gusta que me mientan y menos que me tomen por
gilipollas, eso ya lo hacen muy bien los partidos tradicionales, no
vayamos en esa línea.
Se
da por hecho que no se puede hacer peor pero lo cierto es que se
puede hacer mucho peor porque desgraciadamente conocemos los manejos
de distintos gobiernos mucho más corruptos y nefastos de los que
hemos padecido aquí sin que eso sirva de justificante de los
desfalcos que han hecho los nuestros. Creo que los principales
partidos han cometido graves errores pero no que sean imperdonables,
si bien es cierto que primero deberían entonar un sentido mea
culpa y luego depurar responsabilidades. De hecho, mientras no
haya un verdadero acto de contrición y un cambio de actitud real y
manifiesto en los políticos y dentro de sus partidos seguirán
perdiendo votos y haciéndole la campaña al de la coleta. Pero echo
la vista atrás y hago balance de estos cuarenta últimos años de
gobierno de la casta y pienso que algo habrán hecho bien esos tipos
aunque el azote de la crisis haya arrasado con muchos de los logros
al amparo de una Constitución, la de 1978, que ha sido la más
conciliadora y fructífera de nuestra atropellada historia
parlamentaria, a la que ahora éstos – acogidos a las libertades
que ella garantiza – llaman cerrojo o ladrillo.
Me
gustaría saber – pero no por encima, sino con pelos y detalles –
qué preceptos constitucionales pretende Podemos reformar, qué
contenido piensa darles y porqué motivo. Lo único coherente que
hasta ahora he escuchado en ese sentido es a Pedro Sánchez decir que
está dispuesto a reformar la forma de elegir a los miembros del
Consejo General del Poder Judicial, imagino que para renunciar – o
al menos limitar – la prerrogativa de los grupos parlamentarios de
nombrar a los gobernantes de los jueces, reforma en la que yo
incluiría a los miembros del Tribunal Constitucional y en la que
dejaría participar a los ciudadanos pero sobre todo a los
profesionales del gremio.
El
melón del reparto territorial del poder no sé si nos conviene
abrirlo por más que los catalanes se empeñen, a no ser que estemos
dispuesto a comérnoslo (pero el melón es gordo). En este sentido
(como en muchos otros) no estaría de más saber qué opinan en
Podemos, si prefieren profundizar en la descentralización del Estado
o convendría tal vez rescatar competencias y reforzar el poder
central. En cuanto a cuestiones como si España es Monarquía o
República Parlamentaria, si estado Autonómico o federado, los
colores de la bandera o el himno de la patria, me parecen
subnormalidades tales que no pienso entrar a comentarlas, pero
considero que tampoco deberían mencionarlas estos nuevos adalides de
la teoría política que mantienen que ya no vale la dicotomía
izquierda-derecha para entenderla.
Se
presupone que cualquier cambio será para bien (y ojalá que así
sea) pero dudo mucho que esos muchachos tengan soluciones para los
problemas que el gobierno de este país plantea; se dice que no
tienen pasado político (salir borracho entonando la internacional en
un show bochornoso y algún escrache que otro tampoco puede
considerarse una gran trayectoria en la cosa pública) pero esa
ausencia de pasado es también carencia de experiencia; yo nunca he
llevado un país pero entiendo que debe ser una difícil tarea y no
estaría de más que los aspirantes tuvieran algunas tablas, cierta
veteranía, más teniendo en cuenta la complicada encrucijada en la
que el país se encuentra.
Estas
serias dudas (y algunas otras que me reservo) me plantea el panorama
político y su nuevo protagonista que ya puede al menos presumir de
haber captado la atención de todos – quien más quien menos le ha
dedicado unas palabras, una reflexión, unas líneas – y ha
revolucionado eso que ellos llaman el tablero. Van sobrados de
teórica; ahora empieza el juego, a ver cómo se les da la práctica.
Yo por mi parte – a pesar de estar apesadumbrado – no quisiera
desilusionar a nadie. Por su puesto que quisiera que muchas cosas
cambien, que las cosas que van mal mejoren, que se corrijan los
errores, y si el pueblo o los pueblos de este país así lo deciden,
abrazaré el cambio, si no ilusionado al menos sin reservas, pero por
lo pronto y mientras llega esa hora permítanme tenerlas.